VII

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Sus labios se mueven exigentes sin hacer daño. Intento separarme, pero me sostiene de la cintura y del cuello, trato de aventarlo pero me acerca más hacia su cuerpo.

No sé en qué momento deje de intentar alejarme, sólo espere a que me dejara libre.
Cuando su mano dejo mi nuca lo aventé.

—¿¡Quién demonios te crees!? —sin pensarlo lo golpe en la mejilla.

—¿Qué quién me creo? —preguntó tranquilo.

Dio un paso hacia delante, el que por inercia yo retrocedí.

—No quiero que se repita ¿Entendiste?

Dio tres pasos más, yo ya me encontraba cerca de la pared.

Piccola, déjame explicarte; tú pasaste a ser mía desde que te subiste a la camioneta, por lo tanto, haré lo que se me plazca. ¿Entiendes tú?

—No, yo sólo soy parte de un trato y esto no está en él.

—Muñeca nuestro trato ya paso a segundo plano, tú estás aquí porque quieres conservar vivos a los idiotas que tienes como amigos y por supuesto por tú adorada Sara ¿no es cierto?, o bien si sólo estas por el trato vete, pero atente a las consecuencias.

Sonríe con autosuficiencia él muy cabrón.

—Estoy aquí por ellos, pero déjame en paz, no me conoces y no sabes de lo que soy capaz.

—Créeme me muero por saber que eres capaz de hacer —dice divertido.

—Eres un...

—Vamos los dos sabemos que tú también lo quieres.

—¿Qué?, ¿El meterte una bala en medio de las cejas?

Al decir esto cortó la poca distancia que había entre nosotros, quedé atrapada contra la pared y la torre de músculos que es.

—¿Quieres que te demuestre lo contrario? ¿Qué pasaría si te beso ahora mismo? ¿Qué pasaría si te llevo a mi habitación ahora mismo?

Pregunta a dos centímetros de mis labios, de los cuales sale una sonrisa traviesa, que por lo visto a él le gusta, me toma de las caderas y antes de que haga otro movimiento mi rodilla impacta en su entrepierna. Se inclina hacia delante y hace un esfuerzo por no caerse.

—Te dije que no soy lo que tú crees y por cierto necesitas un baño de agua fría. Maldito caliente.

Voy a salir del lugar pero él viene detrás de mí, cuando me gira me estampo con su pecho, Dante entra al comedor.

—¿Interrumpo algo? —dice risueño.

—Él desearía que interrumpieras algo —presiona mí brazo logrando que hiciera una mueca.

Maldito infeliz.

—¿Qué quieres? —le inquiere molesto.

—Bueno para decir verdad, sólo venía a decirte que el cargamento de esta noche ya está listo, Mónica tiene todo bajo control.

—Si todo está bien ¿para qué vienes? Ahora marcharse todos.

Dice esto sin dejar de verme, creo que lo hice enfadar y me encanta haberlo hecho.

—También vine porque buscan a Lia —agrega.

—Gracias guapo —intento moverme, cosa que es imposible.

—Ella no puede recibir visitas, ¿Quién la busca?

—Es el otro Solberg.

—Ethan...

NO TODO ES LO QUE PARECEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora