Parte 1

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Sólo tenía cinco años cuando descubrí, mi poder. Mi nombre es Danna, Danna Loza Vázquez. Estaba sentada en una montaña, vivía en un pueblo llamado Ixhuatán. Era de noche estaba sentada con una vista increíble. Se podía ver las luces de todo el pueblo.

Mis padres eran los más ricos de todo México. Mi padre era dueño de una empresa de autos. Mi madre era abogada una de las más importantes de todo México. Y ganaban mucho dinero al mes. Tenía dos hermanas una de trece años llamada Aranza, y la otra de veinte seis años llamada Sandy, ya casada y con una hija de dos años llamada Lulú, eran muy buenas, responsables, pero muy fiesteras.
Vivía ahí para descubrir quién soy o lo que soy. De repente escuché pasos. Volteé a ver quién era y sólo era mi primo Luis. Él era seis años mayor que yo, él tenía once años. Él era de cabello güero y sus ojos color café y era alto tal vez media uno sesenta y cinco. Yo era diferente a todos y hasta era diferente a los que son diferentes a los demás. Era una híbrida. A esa edad descubrí mi primera habilidad. La telequinesis, había movido varias cosas, mis padres y mis hermanas no lo sabían, solo lo sabía Luis, pues él estaba presente cuando pasó. Estaba espantada. Era un gran cambio e impresionante y extraño para una niña de cinco años. Yo era la única de ojos dorados de la familia, no sabía por qué. Era un gran misterio.

Cuando cumplí siete años me mudé a Ciudad del Carmen. Comencé a practicar karate y boxeo. Vivíamos en una casa no tan grande, para ser ricos no nos gustaba vivir en casas muy grandes. En esa casa descubrí demasiados poderes. Era vidente, con mi mano derecha podía ver el futuro y con la izquierda podía ver el pasado, si yo tocaba algo con una mano y me concentraba podía ver todo. También descubrí que tenía velocidad, podía ser igual de veloz que la luz. Era impresionante, me había acostumbrado a mi nueva vida que esto ya no me daba miedo. Si no curiosidad.

Cuando cumplí diez años mis padres se divorciaron. Y estuve practicando voleibol y fútbol. Me fui a vivir con mi papá, mi papá contrató a una cocinera muy buena. Ella era como mi segunda madre. Siempre me escuchó, me aconsejó, siempre me hizo sentir como si fuera especial, la casa era de tres pisos y blanca con la puerta de cristal y de color crema. Era una casa muy cambiada a mi gusto, a mí me gustaban las cosas sencillas. Pero qué podía hacer ahora, mi papá ya la compró así que me debía de acostumbrarme a ella.

Mi cuarto era muy grande, tenía una cama muy cómoda, el cuarto era naranja con amarillo y rosa, mis colores favoritos. Tenía una lámpara naranja. Y comencé a pegar poster's de mis ídolos y fotos de mis amigos.
Crecí y cumplí los trece años.
Estaba en segundo de secundaria, por alguna razón yo era muy querida por todos lo que me conocían. Era raro, siempre me decían que me veía bien con lo que traía puesto. Pues no me quejaba me gustaba ser yo y no me esforzaba en ser yo. Por otra razón a la mayoría les gustaba. No tenía el cuerpo perfecto eso sin duda. Tengo los ojos dorados, pero el cabello castaño, mi pelo era muy largo. Que terminaba justo donde empezaba mi cintura, con un poco de pecas en mi nariz. Todos me dicen que parezco de catorce a quince años. Pues la verdad era alta para mi edad. Medía uno sesenta y dos, pero yo creo que les agradé por mi carácter, soy rebelde y fiestera cuando es necesario, pero tímida y callada mayormente. Era sincera, siempre hice que todos confiaran en mí, y les di seguridad en que podían contarme sus secretos. Era demasiado sociable.

Mis mejores amigos eran Sheila, una chica de pelo rizado, castaño chocolate, corto hasta sus hombros, sus labios gruesos y algo rosados era lo que más me gustaba de ella. Su piel era güera, sus ojos color café claro, y era una persona, divertida, fiestera, ella si no era tímida, le valía si hablaban mal de su vida o su apariencia. Sheila decía siempre que ella sabe quién es y por eso no le importaba, medía uno cincuenta y siete, si era bajita, pero era adorable de apariencia, pero era más diabólica que el mismo diablo. Ella me gusta como mi amiga, pues siempre me dio seguridad de ser mi guardiana de secretos. Mi consejera y mi pañuelo para llantos. También ella era muy madura para su edad.

También está Miguel Ángel. Él era rebelde, es el tipo chico malo del salón, un chico de mi tamaño, que siempre me entendía, era güero, cabello castaño, y ojos color cafés claros. Él era fiestero, pero con muchos sentimientos. Mi mejor amigo.

Sheila y Miguel Ángel, fueron novios un tiempo en primer grado, yo con Miguel era un poco celosa, pues la verdad no quería perderlo, me daba miedo que consiguiera novia y me olvidara. Siempre dice que no me iba cambiar. Y por eso lo quería. Me gustaba como mi amigo porque siempre me decía que me extrañaba y cuando me veía triste me abrazaba.

Por último mi amiga Ana Karen. Ella es una persona güera de ojos cafés oscuros. Cabello negro y un poco ondulados, era muy tímida, ella era una santa, pero agradable, medía uno cincuenta y uno, me caía muy bien, era divertida. Me daba risa por que a ella le gustaba un chico que Miguel conocía desde pequeños. Siempre en todos los recreos íbamos a ver a su enamorado. El nombre de su chico es Antoni. Ella me agradada, pues igual era mi pañuelo para llantos.

Una vez que estábamos viendo a Antoni en recreo. Estábamos haciéndole burla de juego a Karen del como corría Antoni. Karen estaba tomando un batido de chocolate y de repente se le cayó. Miguel y yo apenas pudimos salvarnos de ensuciarnos, pero Sheila, ella si no se pudo salvar. Todo el batido se le cayó en la falda y le manchó una gran parte. Nos comenzamos a reír, pero Sheila estaba furiosa. Fue tan divertido. Yo me libré por mis habilidades. Sabía que algo iba a pasar. Lo había presentido.

Nadie sabía sobre mis habilidades, ni siquiera ellos, pero Sheila comenzaba a sospechar que algo ocurría. No pensaba decirles, tenía miedo a que me vieran como un monstruo y me dejaran. Todavía no sé cómo es que llegué a tener mis habilidades. Era un gran misterio, pero preferiría no enterarme de algo que no me gustaría.

La Maldición De La Bruja DenisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora