Parte 12

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Estábamos bailando Zac y yo en todo ese montonal de personas, y por primera vez no recordé nada de lo que pasó con él. Entre toda esa gente. Choqué con un chavo. Era alto tal vez media uno sesenta y siete. Él estaba tomando una modelo. Estaba prendido en esa música. Era medio güerito, tenía un poco de acné. Ojos color cafés claros. Tenía puesto un short sencillo de playa. Y no traía camisa. Pero tenía puesto un suéter del hombre araña. Y el suéter tenía una gorra con los ojos del hombre araña. Lo tenía puesto en su cabeza. Cuando me vio, se quitó la gorra y le pedí disculpas. Me dijo que no pasaba nada.

Se presentó dijo que se llamaba Eduardo. Y yo le di mi nombre, ya después me di la vuelta hacia donde estaba Zac. Y me la estaba pasando genial, pero sentía que me vigilaban y sin darme cuenta a un costado en un sillón estaba Henna y su novio Andrés.

Henna se levantó de su lugar y se me comenzó a cercar a donde yo estaba. Hice como si no la veía, estábamos cerca de la piscina. Ella me agarró del hombro.

–¿Te estas divirtiendo? –me dijo Henna con una mirada diabólica.

–Sí –le dije mientras le daba una sonrisa de felicidad.

Ella tenía demasiado maquillaje y una ropa que se lleva a la tintorería. Y un peinado que de seguro ella fue a hacer que se lo hicieran.

–¿Ya probaste el agua? –me preguntó con una sonrisa de mala intención.

Le negué con la cabeza. Ella me jala del brazo con intención de tirarme a la piscina. Pero le detuve que la empujé y ella se cayó arruinando su maquillaje y su peinado. Cuando sacó su cabeza del agua, parecía la llorona su rimen estaba choreando en su cara. Y su cabello estaba alborotado. Fue tan gracioso, que todos se comenzaron a reír de ella. Hasta su propio novio, pero ya era tiempo de que a mí me tocara piscina. Me quité la falda de mezclilla y me lancé al agua. El agua le salpicó más a Henna, ella salió llorando de la fiesta. Después de eso me la estaba pasando genial.

Pero en esa fiesta me encontré a las únicas personas que no me imaginaria que conocieran, me encontré a Aranza y a Vivi. Ellas estaban bailando con unos hombres que parecían de su edad. Salí de la piscina olvidando por completo que tengo sobrina.

Me acerqué a ellas dos. Y Vivi me saludó.

–¿Qué pasó amiguita? ¿Cómo estás? –me dijo Vivi bien borracha.

Volteé a ver a mi hermana para ver si no estaba en ese estado que Vivi, pero mi hermana estaba más consiente. Me comencé a reír. De la nada choqué con Sheila, Miguel, Karen y Antoni. Ellos dos estaban bailando. Me jalaron del brazo y me invitaron a bailar con ellos. La estábamos pasando bien. Pero tan bien que el tiempo se me fue volando. Cuando estaba bailando, Lulú me preguntó qué hora nos vamos. Miré mi teléfono y vi que eran las cinco de la mañana. Le pregunté a Miguel si ya nos íbamos. Me dijo que sí. Pero Miguel estaba borrachísimo. Al igual que Sheila. En cuanto me volteé hacía Lulú, ella me regresa de donde me volteé y mi me dice que mirara. Y de repente de la nada, Sheila y Miguel se estaban besando. Al igual que Karen y Antoni.

Lo único que pude hacer es mirarlos con la boca abierta. Zac me agarró de la cintura y me acerca a su cuerpo mojado por la piscina.

–¿Y si hacemos lo mismo que hacen tus amigos? –me dijo mientras se me acercaba.

Pues la verdad, ganas de volver a besarlo me sobraban. Sin pensarlo lo agarré de sus mejillas e invadí su boca. Su lengua chocó con la mía. Y fue un beso, tierno, y sencillo. Era raro. Los cuatro amigos, nos estábamos besando en el mismo lugar y en el mismo momento. Entonces fue cuando mi beso con Zac, pasó de un beso tierno a una un poco más salvaje. Zac me comenzó a tocar la parte desnuda de mi espalda. Hasta llegar a mi cintura. Puse mis brazos alrededor de su cuello y me comenzó a morder los labios. Lulú hace un comentario un poco incómodo.

–Dejen algo para el postre. –dijo sacando unas carcajadas.

Lo solté y miré a Lulú. Zac me dijo que me estaba poniendo roja. Así que despegué a Miguel de Sheila y le dije que nos fuéramos. Obvio no iba a dejar que Miguel condujera. Así que conduje yo su Porsche Cayman, color blanco. antes de irnos le di a Miguel diez vasos de agua fría para que se le bajara lo borracho.

Mientras estábamos en las calles de madrugada. Unos señores se nos pusieron enfrente apuntándonos con una pistola en su camioneta negra. Miguel estaba un poco consiente. Salió del carro a defendernos. Le dije a Lulú que se quedara a dentro del carro. Mientras me quitaba el cinturón y detenía a Miguel. Le dije a los muchachos del carro negro que nos dejaran en paz. Ellos no hicieron caso e intentaron agarrarse a golpes con Miguel. Lo que hice fue hacer que ellos no pudieran moverse. Los hipnoticé. Hice que se marcharan. Cuando se fueron metí a Miguel de nuevo a su Porsche. Con la única intención de que lo llevara a su casa.

Cuando llegamos, lo dejé en su habitación. Le dije a su mamá que me iba a llevar el carro y que mañana en la mañana lo devolvía. Su mamá me dijo que estaba bien. Ella no podía desconfiar de mí. Pues me conoce desde que nací.

Llegué a mi casa con la única intención de aventarme en el cuarto y dormir. Apagué el carro y recosté mi cabeza en el asiento. Como recapacitando que me volví loca esta noche. Me besé con mi ex‐novio. Aventé a mi enemiga a la piscina arruinando su maquillaje. Conocí a un nuevo amigo llamado Eduardo. Hice que el novio de Henna se burlara de ella. Me encontré a Aranza y a Vivi. Hipnoticé a unos delincuentes. ¡Me volví loca esta noche!

Lulú me preguntó si estaba bien. Le dije que sí. 

La Maldición De La Bruja DenisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora