Pasaron cuatro años.
Mi mamá quería que regresara a Ciudad del Carmen para cuidar a mi sobrina Lulú por dos meses, mientras que ella se iba a un viaje de trabajo con mi hermana Sandy. Ella tiene trece años así que acepté.
Tenía mucho tiempo que no veía a mi sobrina. Solo hablábamos por teléfono. Pero no la podía ver por la distancia. Cuando llegué a Ciudad del Carmen mi sobrina Lulú me recibió con un gran abrazo. Fue tan bonito sentirla otra vez conmigo, pues estaba encariñada ella. Ella estaba tan grande. La última vez que la vi, ella tenía nueve años.
–¡Hola Lulú! –le dije alzando los brazos para abrazarla.
Ella era de cabello corto hasta sus hombros, piel morena. Cabello un poco negro, ojos color café oscuro. Media uno cincuenta y uno. Ella no me soltaba sus brazos se a ferraron a mí. Ese día estaba tan cansada, que lo único que quería era dormir. Lulú me dijo que fuéramos a su cuarto, el cuarto que una vez fue mío. Cuando entré, nada había cambiado, el mueble, los colores de las paredes, todo estaba tal y como lo dejé. Ella dijo que porque me extrañaba lo dejó tal y como lo encontró. El color verde, y azul de las paredes. Mi armario, mis peluches, todo estaba en su mismo lugar. Ese cuarto lo había dejado así cuando me mudé con mi papá a la mansión. Lo único que quería era aventarme en esa cama tan cómoda y dormirme mínimo unas treinta horas. Cuando desperté Lulú ya no estaba a mi lado, eran como las nueve de la mañana. Mi mamá y Sandy ya se habían ido. Estaba desesperada. No sabía dónde estaba. Mi primer día y ya la perdí.
Salí del cuarto y me fui a la cocina. Y ahí estaba Lulú preparando un plato de frutas y sirviendo un vaso de agua de naranja natural.
–Oh despertaste, te iba a llevar la comida al cuarto, pero ya estás aquí –me dijo con esa mirada tan tierna.
–Gracias, pero mejor comamos aquí en la meza –le dije señalando la meza que estaba a nuestro lado.
–Mamá Rosario dijo que no comías tanto en la mañana y que sólo comías frutas, así que te hice un coctel de frutas. –ella puso el plato y el vaso en la meza.
–Por qué no mejor me ayudas a comer ¿Quieres?
–Seguro.
Esa misma tarde me dieron ganas de correr un rato.
–Lulú ¿Quieres correr un rato conmigo?
–Claro por qué no.
Fuimos al parque central, mientras íbamos corriendo, choqué con un chavo que tenía una guitarra. La guitarra se le iba a caer. Pero la alcancé a sujetar.
–Lo siento –le decía mientras le devolvía su guitarra. Pero había algo raro, esos ojos, esa boca, ese pelo. Se me hacían conocidos.
–¿Danna eres tú? –me dijo mientras me miraba de abajo hacia arriba.
–Sí, ¿Quién eres tú? –les respondí confundida.
–Soy Zac –me dijo sonriendo.
Ese fue el momento más incómodo de toda mi vida. Me sentí inútil. Pues ya sabía que se me hacía conocido. Sólo que no recordaba de dónde. Y resultó que es mi ex‐novio de mi antigua secundaría.
–Me da gusto volver a verte, Danna.
–Sí, a mí igual. ¿Qué haces aquí?
–Daré un concierto hoy a las seis, por si quieres venir.
–Claro ahí estaré.
Ese mismo día me encontré a mucha gente, que ni me acordaba que existía.
–Hola gorda –me dijo una voz que en un instante reconocí.
Me detuve y era una chica chaparra, tal vez de uno cuenta y cinco. Pelo cortito hasta sus hombros. Piel morena. Ojos cafés oscuros.
–Hola Henna –le dije con una sonrisa.
Henna era una pequeña enemiga en mi secundaria. Siempre discutíamos porque según yo le gustaba a mucha gente. Su novio la dejó por mí. Pero jamás me llamó la atención. Antes éramos buenas amigas. Hasta que me comenzó a tratar mal. Yo creo que por la misma razón. Ella no le gustaba que sonriera, pero jamás me importó. Intenté llevarme bien con Henna, pero nunca quiso. Ella me odia, porque pensó, que porque mi familia era de mucho dinero me creía la gran cosa. Pero no era cierto. Su familia se quedó en quiebra. La iban a dejar en la calle. Y aunque sea mi pequeña enemiga, le presté dinero. Un dinero que hasta la fecha no me ha pagado. Y a su padre le ofrecí empleo en la empresa de mi padre y hasta ahora siguen trabajando ahí.
–Veo que volviste –me dijo con una mano en su cintura.
–Sí, estaré aquí por dos meses.
Ella me miró y un chavo se le acercó, me lo presentó como su novio. Era un chavo, morenito. De mi estatura. Y ojos color cafés claros. Bajé la mirada, para que ese tipo no se enamore de mí y no tenga un problema con Henna, pues tener un problema con ella era lo último que quería.
–Mira él es mi novio Andrés.
–Hola Andrés mucho gusto –le dije rápido.
–Mucho gusto...
–Danna, me llamo Danna.
–Mucho gusto Danna –repitió.
El chavo me quedó viendo. De arriba hacia abajo. Y no me quitaba la mirada de encima. Cuando alcé mi cara. Andrés mordió su labio y sonrió. Henna se dio cuenta y le reclamó a su novio. le comenzó a gritar si ya le gustaba. Andrés se puso pálido. Lo que hice fue reírme y me fui. Henna estaba decepciona y molesta.
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La Maldición De La Bruja Denisse
FantasyPensé que era normal, que tenía amigos como todo chica normal, pero llegó un día donde todo cambió. Desde los cinco años tengo habilidades que nadie tiene, pensé que era especial, pero en realidad era una híbrida, era diferente a todos, pero todo e...