Parte 11

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Pasaron diez minutos. Y alguien tocó la puerta. Lo que hice fue salir rápido, y era Miguel, me le encimé para abrazarlo. Estaba muy feliz de que viniera. Pues quería estar con él. Lo que quiero es desahogarme con alguien que me entendía. Lo que quiero es salir y divertirme y olvidar todo este asunto que hace que me dé un dolor de cabeza de mil demonios.

Mientras estábamos en mi cuarto hablando, él me queda viendo de una forma extraña que me hizo sentir incómoda. ¿Y ahora que mosco le picó a este muchacho? ¡No lo puedo creer! ¿Será que ya cayó en el hechizo? Pero qué raro, si no cayó en la primera, no creo que caía ahora ¿o sí?

–¿Qué crees? –me dijo sonriendo mientras se me acercaba.

–¿Qué hiciste ahora? –le dije confundía.

–Me enamoré otra vez de Sheila –dijo como si se hubiera quitado un peso de encima.

Yo abrí la boca. Y lo quedé viendo completamente en shock. Luego comencé a sacar una sonrisa despacito. Y luego me a venté en esa cama y comencé a saltar como loca y gritar. Estaba tan feliz ¡Mi mejor amigo está enamorado! Era algo que no se veía todos los días. Le llegó un mensaje de su teléfono. Era de Sheila. Decía que nos invitaba a una fiesta de su prima. Que iba a hacer una albercada y que será a las ocho de la noche. Yo miré a Miguel emocionada, pues tenía muchas ganas de ir y olvidarme de todo lo malo que me pasó hoy y los días anteriores. Le dije a Miguel que me esperara mientras me iba a reglar. Pero cuando salí del cuarto para bañarme. Recordé que soy niñera. Me había acordado, porque Lulú estaba en la sala jugando con su teléfono. Le dije a Lulú, si quería ir conmigo. Ella dijo que sí. Mientras me salí de bañar. Me metí con toalla al cuarto donde estaba Miguel.

Lo conozco desde que me mudé a Cd del Carmen. Así que ya no me daba pena. Recuerdo que cuando éramos niños nos metíamos desnudos a bañar en la albercada, porque en las playas no podía. Tenía un trauma en las playas, océanos, y ríos, era un tema del cual no quería hablar. Nuestros padres se conocían desde hace mucho tiempo. Así que a ese tipo lo conocía técnicamente desde que huso pañales, pero era muy penosa con él. Así que, nos hemos visto desde pequeños. Pero obvio no me cambié enfrente de él. Sólo le puse mis mejores trajes de baño en la cama y le pregunté cuál le gustaba más. El señaló un azul marino de doble pieza. Pues tiene muy buen gusto. Era de flores negras. Eso lo podía llevar con una mini falta de mezclilla.

Lulú se había puesto un traje de baño de una pieza. Color negro y se puso una falda gris. Ya estábamos listas. Miguel nos dijo que fuéramos a su casa para que él se cambié. Llegamos a su casa a las siete y media. Nos dejó entrar. Era una casa de un solo piso. color verde y naranja por dentro. Era linda su casa. Miguel me dijo que entrara a su cuarto. dejé a Lulú en el sillón.

Cuando entré. Su cuarto era de color azul fuerte. Tenía su cama de una sola persona en una esquina derecha y del otro lado un armario. Y alado del armario una computadora.

–Quiero estar guapo para Sheila. ¿Qué me puedo poner? –me dijo mientras comenzaba a abrir su armario y a sacar ropa.

¿Miguel Ángel Vadillo Salinas está preocupado en cómo vestirse? Eso sí era nuevo, pues a veces se ponía lo que encontraba. Y la verdad no se veía mal. Se comenzó a preocupar qué colonia era mejor. Le dije que se relajara. Yo le busqué una ropa le encontré un short sencillo y le dije que se pusiera una camisa blanca y si se iba a meter al agua. Le dije que se quitaría la camisa. Pues él estaba en muy buena forma. Era alto, ya me había rebasado. Y tenía unos cuadros marcados en su abdomen muy bien hechos y nos brazos increíble mente hermoso, así que le dije que se relajara y discretamente ligara a Sheila, como él suele hacerlo.

Cuando se terminó de cambiar. Nos fuimos a la fiesta los tres. Ese lugar era un caos. La gente ya estaba loca. La música de electrónica a todo volumen. La gente bailando y bebiendo. Me acerqué a Lulú y le dije que no se le ocurriera tomar ni una bebida de alcohol. Ni ella ni yo. No teníamos edad suficiente. En eso llega Sheila. Diciendo muy mojada.

–¡Hola chicos! Me alegra que pudieran venir. Allá está Karen con... ¿con quién creen? Con Antoni

–¡No lo puedo creer! ¿Qué están haciendo? –dije con cara asombrada.

–Se están besando –dijo Sheila emocionada.

Volteé a ver a Miguel con cara de asombrada y Miguel y yo salimos corriendo para ver ese beso. Y sí. Antoni se estaba comiendo a Karen. No lo podía creer, esa chica era tan santa que nunca me imaginé que podría llegar este día. Ella siempre decía que le daba asco besar a alguien e intercambiar saliva. Pero ya no pensó igual cuando se besó con Antoni. Que hasta se dieron un beso de lengua. Miguel comenzó a reír llamando su atención. Karen se puso roja como un tomate.

Antoni era alto. Demasiado en realidad y delgado, pero en forma. Era güerito, ojos color cafés oscuros, su cabello castaño. Él era muy buena onda, pero pervertido, y a comparación de Karen, Antoni era muy pervertido y era muy mujeriego, pero a la vez romántico y con algo de sentimientos.

–Órale Antoni, ¿ya son novios? –preguntó Miguel con mucha curiosidad.

Antoni volteó a ver a Karen y le agarró la mano.

–Sí, ya somos novios. –dijo Antoni mientras volvía a besar a Karen

En eso una mano me tocó el hombro, volteé a Lulú para ver si era ella, pero ella estaba platicando con una chica de su misma edad. Me giré y me encontré lo que no nunca me pasó por la cabeza. Era Zac, él estaba tomando un vaso rojo de plástico con refresco. Me preguntó si todo estaba bien. Le dije que sí. Me dijo que fuéramos a bailar. Le dije que sí, pero que me diera un momento. Me acerqué a Miguel y le dije que invitara a bailar a Sheila.

La Maldición De La Bruja DenisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora