La mañana del jueves, era cálida en comparación a la gélida noche anterior. Saeni caminaba hacia su trabajo, como todas las mañanas. Salía de su casa, se encaminaba en dirección hacia el tren subterráneo, y 11 estaciones más hacia el este, llegaba a la imprenta del señor Humberto Undurraga. Su jefe era ya un anciano de 67 años, pero con espíritu de adolescente. Seguía bebiendo y fumando habanos egipcios, aunque padecía de diabetes y su presión se alzaba cada vez que le pasaba algo a sus máquinas.
Saeni se encargaba de catalogar, todo el material que debería pasar por la maquina, trabajaba junto a dos jóvenes más, Perla y Martín. Unos universitarios, que trabajaban a medio tiempo para poder costear sus materiales para las clases.
Los tres trabajaban en armonía, y el señor Undurraga, los adoraba. Ninguno llegaba tarde y no le daban mayores problemas, salvo cuando le avisaban que la maquina tenía problemas. Era costumbre que llegaran al trabajo a eso de las 09:30 a. m. y realizaban un desayuno hasta las 10:00 a. m. y luego procedían a trabajar, hasta las 14:35 p. m. donde almorzaban por una hora y luego volvían a trabajar hasta las 18:00 p. m.
Cuando Saeni llegó a su lugar de trabajo. Los demás ya habían llegado y la esperaban con una rica taza de té con canela y unas tostadas. Los muchachos hablaban de algo sin importancia y Humberto leía el diario.
– Jefe, deje de arrugar su entrecejo –dijo Saeni –ya no hay espacio para mas arrugas en su frente.
Los universitarios estallaron en un risa sonora, mientras Undurraga aun seguía leyendo el diario. Solo Saeni se dio cuenta que se debía a algo muy serio.
–Ya que han terminado de desayunar –dijo el anciano –debemos hablar algo importante.
Los jóvenes guardaron silencio. Rara vez su jefe actuaba así, era algo realmente serio.
– En los diarios y en las noticias, han mencionado de unos extraños asesinatos –una tos de perro le hizo doblarse –los estimo mucho, así que ahora saldrán a las 17:30, y quiero que se vayan directo a sus casas, no se arriesguen, porfavor.
– Pero jefe...–comenzó Martín –¿qué pasara con la producción?
– Es cierto –siguió Perla –tenemos que seguir produciendo, de lo contrario nos iremos a pique.
– De eso no se preocupen, ya eh pensado en todo –el anciano ceñudo hablaba con determinación a sus jóvenes empleados –la producción seguirá igual que todos los días, pero no quiero que estén arriesgándose frente a una potencial bestia en las calles.
– Esta ciudad ya tiene muchas bestias en sus calles –dijo Saeni –La maldad camina con tranquilidad en esta ciudad, y no importa que ocurra, la justicia es una mierda.
– En eso tienes razón –aceptó Undurraga, prendiendo un habano egipcio –la justicia de este país es una mierda, si robas una hogaza de pan, te darán 8 años en prisión, pero si violas, matas y robas a los pobres, solo te harán pagar una multa.
Los jóvenes suspiraron, su ciudad estaba llena de corrupción y de personas capaces de cualquier cosa. Se debía caminar con cuidado,y una vez que bajaba el sol, había que correr a casa, o algún lugar seguro.
La mañana transcurrió normal y la maquina trabajó al 100%, sin desgastarse o mostrar algún problema en especial. A la hora del almuerzo, una vez que terminaron, Saeni tomó el diario y comenzó a leer. La noticia que quizás mas le llamó fue el del hallazgo de un cadáver en calle Cuarta, los jóvenes se acercaron a contara en voz alta.
"Durante la madrugada se halló el cuerpo de un hombre, el cual tenía diversas heridas y hematomas, que le habrían provocado una muerte lenta. Las autoridades se preguntan quien es el responsable de este hecho macabro, aún no se ha descartado la responsabilidad de terceros. Sin embargo, no hay testigos, ni tampoco a pistas, por lo que al parecer, todos los peritos están en pausa, hasta hallar nueva evidencia."
Perla comentó que asesinar violadores a sangre fría, no era macabro, era justicia. Pero el autor de la noticia, no había escrito los detalles escabrosos de como lo habían hallado, también había omitido acerca de E.T.
♢♢♢
Diez minutos antes de que el reloj marcará las cinco de la tarde, Humberto salió de su oficina atestada de humo de habano. Busco a sus humildes y jóvenes empleados, y los despachó. Los jóvenes trabajaban con un poco de música, para hacer todo más fácil.
No les agradaba la idea de tener que ir tan temprano a casa, pero como eran obedientes, fueron enseguida a sus casas, donde sus familias las esperaban. Menos a Saeni. La chica llevaba dos años viviendo sola en la ciudad, salvo con la compañía esporádica de un gato callejero, que había nombrado Capitán, debido a que le gustaba la lluvia, y por alguna razón, a ella le daba la impresión de un bucanero.
Salió de su trabajo, con la misma calma de siempre, aunque extrañada de salir una hora antes, con tanta gente, tanto movimiento vehicular. Se encaminó a la estación, e hizo el trayecto a su hogar sin mayores problemas. Compró el pan, y unas especias.
En cuanto llegó a su hogar, abrió las ventanas, para poder ventilar. Preparó algo para comer. Una vez comido, lavó los trastos sucios, y se metió en su cama, y durmió hasta que el sol se hubo ocultado.
Despertó a eso de las 23:05 p. m. Con la boca seca, y el estómago hecho un nudo. Prendió la luz de su velador, tomó el control remoto, y prendió la televisión, decidió dejarla en una de esas películas románticas, ambientadas en la época victoriana.
Desde su posición, pudo ver su armario, que estaba semi abierto, y aún en la penumbra, pudo ver claramente, la capa roja y las botas negras manchadas con una sustancia café negruzca.
Saeni sonrió...otra noche donde Caperucita salía a cazar a los lobos de los callejones. A las bestias de la calle.
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La Bestia de la Calle
Mystery / ThrillerLa ciudad de Escaris, es una ciudad cosmopolita que nunca duerme, con una población que va en aumento. Pero las noches no son seguras, al menos no para los violadores y asesinos. El investigador Fedora Minch y su inexperto compañero, Bert Linker, bu...