Fedora y Meg fueron al teatro del que le había hablado, mientras que Felicia y Linker se quedaron en la estación para pedir refuerzos de ser necesario, además de tener informado acerca de la incursión de Fermín y Hernán.
El crepúsculo del atardecer mostraba unas nubes rojizas, moteadas de naranja y rosa, era un hermoso espectáculo visual, pero Minch solo estaba seguro que hasta el cielo se había confabulado para recordarle que a quien verían esa noche, era una mujer teñida de sangre, de sangre de malditos.
Estacionaron el auto en la acera del mismo lado, y entraron por una puerta trasera. En el interior, todo estaba oscuro, el transformador de luz estaba dañado, por lo que no quedó de otra que ocupar las linternas. El primer piso parecía vacío, hasta que encontraron un cartel en el que se leía con una hermosa caligrafía:
Bienvenidos, por favor,
pasen y tomen asiento,
la función está por comenzar.
Minch y Hedo se miraron, intrigados y sin saber a qué se enfrentaban exactamente, sin embargo, algo le decía a Fedora, que la chica no tenía la intención de dañarlos, pero en el mundo en el que laboraba, nunca es bueno dar todo por sentado. Entraron por la puerta de la derecha, y todo seguía igual de oscuro, se podía oler el polvo, la humedad del teatro, los ratones que proliferaban en los mullidos asientos. Caminaron hasta la mitad de la sala, hasta que encontraron dos asientos que tenían un cartel de RESERVADO.
Se sentaron con desconfianza, y por un momento, pensaron que solo les estaban jugando una broma, hasta que de repente, unas luces los encandilaron por sorpresa. Cuando por fin su vista volvió a la normalidad, ambos quedaron estupefactos, al ver que del escenario, colgaban tres cuerpos ensangrentados, y cada uno de ellos tenía un cartel donde se leía de izquierda a derecha: ASESINO, VIOLADOR, LADRÓN.
Ninguno de los dos pudo decir nada, porque una voz irrumpió en el silencio de la estancia.
– Buenas noches –ambos buscaron con la vista de dónde venía la voz, pero era inútil, porque la voz hacía eco en las antiguas paredes, impidiendo saber su procedencia –Quiero darles la bienvenida, a este espectáculo sanguinario que veremos a continuación.
– Muéstrate –exigió Minch.
– No están en condición de exigir nada.
– ¿Por qué nos llamaste? –saltó Hedo.
– Han salido ganadores, no estaba muy segura si entenderían al ángel y al demonio.
– ¿Te consideras eso, Emily? –preguntó Minch.
– No, solo soy la voz de la justicia.
– Lo qué haces no es justicia, solo es venganza –dijo Meg, en una mezcla de rabia y sorna.
– ¿Y qué es para ustedes justicia? ¿Qué mueran? ¿Que se queden algunos tras las rejas, para luego salir? –La voz de Emily parecía perderse entre las frías y oscuras paredes –Justicia, es que ellos sientan todo el daño y dolor que provocaron, justicia es una palabra hermosa, pero no es más que un sinónimo de venganza.
– Puede que tú lo veas así –Meg observaba detenidamente cada rincón del teatro, hasta que encontró la imagen que le había nombrado Minch.
Ella notó que el demonio, que en realidad era un ángel, indicaba hacia arriba, y al seguir la dirección, dio con lo que parecía un palco, pero éste, estaba arriba del escenario, de modo que de ahí, se podía ver al público.
– ¿Qué pretendes al llamarnos aquí? –Fedora miró en la dirección que le indicó Meg.
– Dar mis condolencias –su voz fue suave, pero ocultaba algo –Benito Longborn, era un buen hombre. No debió morir.
– Ya sabemos que él te ayudaba, y me pidió que yo también lo hiciera.
– Pero no lo harás –la voz de Emily retumbó entre las paredes –Benito me ayudó porque comprendía mis ideales, y los compartía. Fue él, quien dio conmigo, llámenlo destino si quieren, pero al final, fue de gran ayuda para mí.
– Estamos seguros que él fue asesinado –acotó Meg.
– Yo seguía una pista, alguien de mucho poder que controla una parte de la ciudad –por unos segundos guardó silencio –Benito me estaba ayudando a dar con su identidad, fue entonces cuando me enteré de su muerte.
– Él me dejó una información codificada de aves, unas coordenadas, y algunas noticias de León Goldie.
– ¿Léon Goldie?
– Así es, con mi equipo lo hemos estado monitoreando, pero no hemos hallado nada aún.
– Goldie es un hombre rico, sabrá como ocultar sus huellas –el sonido era consumido por las frías paredes –por ahora, solo les pido su comprensión, y ayuda.
– ¿Esperas qué te encubramos, como lo hizo Longhborn? –exclamó de forma cuestionable Hedo.
– No –dijo cortante –espero que acepten mi labor, y mi ayuda.
– ¿Por qué querríamos tu ayuda?
– Porque sin mí, no lograran dar con ninguno –los maniquíes que colgaban, comenzaron a moverse en sincronía – ¿han jugado yenga?
Los dos se quedaron viendo extrañados, no era la clase de pregunta que esperaban de un asesino serial.
– Cuando lo juegas, no puedes hacer caer la torre, si sacas piezas de lo alto de ella, es necesario sacar las piezas de la base, para que la torre caiga.
– Así que ¿esperas hacerlo caer, matando a sus secuaces? –preguntó Minch.
– Espero, facilitarles el camino –expresó Emily –ustedes y yo, luchamos por lo mismo, si Leon Goldie cae, esta ciudad será un mejor lugar para todos. Sobre todo, para mujeres y niños.
– Luchamos por lo mismo, con diferentes métodos –acotó Minch, dandopaso a un silencio cargado de misterio –ahora dime ¿qué necesitas?
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La Bestia de la Calle
Misterio / SuspensoLa ciudad de Escaris, es una ciudad cosmopolita que nunca duerme, con una población que va en aumento. Pero las noches no son seguras, al menos no para los violadores y asesinos. El investigador Fedora Minch y su inexperto compañero, Bert Linker, bu...