La Bestia de la Calle

30. Paso en falso

Las frías y lúgubres calles de Escaris, habían sido teñidas hacía meses con sangre de asesinos y violadores, sin embargo, la sangre de Emily Tate no había sido derramada hasta esa noche. Había sido muy audaz de su parte ingresar a la mansión Nix, la cual desde hacía décadas era usada como recinto de extracción de órganos. Siguiendo la fina hebra que había dejado la venta de niños en la jaula, había dado con el paradero de los compradores de la iglesia. Pero también había dado con los compradores de niños para la venta de órganos.

Emily siempre había destacado por ser meticulosa y paciente, pero aquella noche no había previsto que estaban preparados esperándola. Nada más había logrado estar quince minutos adentro para obtener suficiente evidencia cuando le cayeron encima. Ella sabía defenderse, conocía de diversas artes marciales y defensa personal, también de armas y estrategia. Pero había tenido que salir huyendo con el rabo entre las patas, si quería seguir haciendo justicia y no morir en el intento. Había cortado la garganta de dos hombres, antes que su abdomen comenzara a quemarle seguido de un estruendo. Le habían disparado.

Tres disparos consecutivos y uno le había dado. Presa de la adrenalina había logrado huir con rapidez. Varias cuadras después, comenzó a sentirse débil y mareada, estaba perdiendo sangre a borbotones. Miró en todas direcciones para ubicarse y por suerte solo estaba a unas cuadras de la imprenta. Lo bueno de llevar el abrigo rojo era que mimetizaba la sangre que manchaba la vereda. Se quitó la peluca y la guardó en su bolsillo, intentaba parecer una persona que no se estaba desangrando, pero le estaba costando.

Para cuando llegó al desván de la imprenta, cayó rendida en el sofá que había ahí. Le costaba respirar y sentía entumecida las piernas y las manos. La mesita que tenía el teléfono estaba a su lado, con suerte logró tomarlo y marcar al señor Humberto quien contestó adormilado. No bastó decir mucho para que comprendiera la situación y saliera enseguida para la imprenta.

- ¡¿Qué mierda?! -exclamó el anciano al ver la escena sangrienta - ¡¿Qué fue lo que pasó?!

-Me estaban esperando -dijo en un hilillo de voz -era una emboscada.

- ¡Y no me sorprende! -el anciano se acercó a un armario que estaba en la esquina y en la parte del fondo sacó una caja metálica -Toda la ciudad si es que no todo el país sabe de la famosa asesina en serie ¿En serio creíste que no estarían preparados?

Humberto abrió la caja metálica con rapidez y sacó implementos de primeros auxilios, vendajes, apósitos, sueros, alcohol, pinzas y tijeras. Descubrió la herida de Emily y notó que la sangre seguía saliendo a borbotones, pero también había sangre coagulando por los bordes y al parecer por el color, no había tocado arteria.

-Tenemos suerte, parece que la bala no tocó órganos ni tampoco arterias -El anciano limpió los bordes con precisión -Podemos ir a un hospital para que te saquen la bala y decir que intentaron robarte y te dispararon.

-No, sería muy problemático y la policía comenzaría a investigar inmediato -un quejido la hizo removerse en el sofá - ¡Vamos Doc, la paciente se le muere!

-¡Claro! Pero para eso si tienes fuerzas ¿no? -sacó unos guantes de latex y tomó las pinzas -mira que ponerte hacer chistes en una situación así.

Humberto introdujo las pinzas en la herida, haciendo que Emily respirara con más fuerza. Luego de unos minutos sacó la bala que se había alojado en la fosa iliaca izquierda.

-No tengo nada para suturar la herida -dijo sin verla a los ojos.

-En casa tengo un poco -ella estaba con los ojos cerrados.

-Ya es muy tarde y no puedo dejarte sola -dijo con aturdimiento -rellenaré la herida con la gasa, espero que no se infecte. Esperaré a que amanezca para poder ir, de lo contrario me vería muy sospechoso.