Capítulo 4

872 104 33
                                    

Ganz y Papyrus no tardaron en llegar a su destino, situado a las afueras del pueblo de Snowdin donde al parecer se celebraría la revisión de la que habló Papyrus.

Al llegar, Ganz pudo observar que todos los guardias de Snowdin ya se encontraban allí, esperando por Papyrus, a quien saludaron para seguido ponerse todos en fila. Un detalle que se podía apreciar, era que prácticamente todos los guardias eran monstruos caninos, algo que le resultaba curioso a Ganz, pero que tampoco le sorprendía, quedándose atrás de Papyrus tratando de que no le vieran, puesto que seguía siendo aquel que asesinó a su compañero, y fuera o no un accidente, lo odiarían.

Papyrus, al notar que Ganz se alejaba, gruñó y lo tomó por la capucha del abrigo, arrastrándolo a su lado hasta ponerse delante de todos los guardias.

– Espero que estéis preparados para las pruebas, no quiero ninguna decepción– habló Papyrus mirando a los guardias, los cuales respondieron con un simple "Sí".

Los perros uno a uno empezaron a ver a Ganz, susurrandose cosas entre ellos mientras le veían con desprecio.

– ¡Silencio!– gritó Papyrus, causando que todos se callasen– el traidor se quedará aquí, así que tendréis todo el día para odiarle, ahora, empezad a correr– ordenó, haciendo aparecer unos huesos que clavo en el suelo, marcando una especie de pista.

Todos empezaron a correr, y Papyrus no fue la excepción, empezando a correr igual que todos, mientras Ganz, el cual notaba que Papyrus mantenía la vista sobre él lo más que podía por si escapaba, se fue a sentar al árbol más cercano, observando como todos corrían y algunos al pasar cerca suyo le soltaban insultos o le escupían, claramente, procurando que Papyrus no les viera, puesto que no era un comportamiento digno para un guardia, mientras Ganz, simplemente los ignoraba o se cubría levemente.

Al terminar todos de correr durante unos minutos, Papyrus ordenó que descansaran, mientras hacía preparar a dos o tres guardias lo necesario para las pruebas.

Ganz pudo notar que entre algunas miradas de odio y otras de indiferencia se encontraban dos de los guardias que Ganz había conocido algún tiempo atrás, mientras Papyrus aún entrenaba con Undyne. Estos se trataban de uno de los perros más grandes, el cual Ganz siempre había llamado con ironía "Pequeñín" y el otro era aquel que podía estirar su cuello hasta sabe quién donde, al cual apodaba "Updog", ninguno de ellos hablaba si no eran ladridos, y ninguno de ellos parecía ver con odio a Ganz, más bien parecían alegres de volver a verlo, pese a que a penas se conocían de vista y algún que otro "hola" mientras Ganz caminaba hacia la casa de la pez.

Ignorando aquello, Ganz se sentía algo incómodo, puesto que notaba como algunos lo asesinaban con la mirada, concretamente aquellos dos con quién estaba el pobre guardia ahora muerto.

– ¡Bien! Vamos a empezar, venid todos aquí, perros– llamó Papyrus, haciendo que todos fueran a su lado, exceptuando claro a Ganz, quien se quedó viendo en silencio.

– Deberías aprovechar para irte– Mel apareció al lado de Ganz.

– No... Papyrus no me quita ojo– murmuró Ganz.

– Ya, pero ahora tendrá que mantener su vista en los guardias, para examinarles, por lo que es tú oportunidad– respondió– escúchame, yo estaré vigilando, te diré cuando puedes empezar a ir, simplemente ve agachado y no te verán

– ¿Estas seguro de que sea una buena idea?

– ¿Alguna vez te he fallado?– preguntó Mel.

Ganz negó y luego suspiró, aceptando el plan de su compañero.

Luego de esa charla, ambos observaron como Papyrus explicaba distante lo que harían para las pruebas, y seguido de eso hizo una demostración, la cual terminó con rapidez. Los guardias no tardaron en empezar a hacer los ejercicios, de uno en uno mientras Papyrus les veía con seriedad, corrigiendoles con firmeza cuando hacían algo mal.

Wasted [Fontcest]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora