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Durante este primer semestre, junto con las clases de lógica matemática y lenguaje, Ignacio debe asistir a distintos talleres que fueron incluidos durante la última actualización de la malla curricular de la educación pública hace siete años.

—¿Relajación? ¿Ejercicio de la sinceridad? ¡¿Aprender a perdonar?!

Andrés está indignado. ¿Cómo es que nosotros no tuvimos nada de esto? Matilde no puede evitar una carcajada de burla. La indignación de su esposo es genuina y ciertamente no ha aprendido a perdonar.

—Hijo —dice ella a través del vífono—. Tu padre piensa que eres muy afortunado, las cosas cambiaron bastante y para mejor desde que nosotros estuvimos allí.

Se oye un murmullo detrás de Ignacio. ¡Cáscaras! transmite Matilde al recordar que el vífono está en un lugar público.

Pero Andrés no capta la idea.

—Sí, en nuestra época allá maltrataban a todo el mundo, las humillaciones eran el pan de cada día y los mayores solían comportarse de manera abusiva y... —Andrés recibe un pellizco cargado de información—. Ah... Cuando nosotros estudiamos allá, al igual que tus compañeros y tú, no podíamos comunicarnos empáticamente. Pero la empatía es algo que se aprende con mucha práctica. Así que con mucho trabajo y tenacidad saldrás de ahí listo para entrar en la escuela regular como cualquier joven.

El murmullo crece tras la espalda de Ignacio. Por poco y la haces, le transmite Matilde a su esposo cuando el pitido del vífono indica que quedan apenas diez segundos de comunicación. Ignacio piensa que sus padres gastaron el único minuto que tienen al día para decirle perogrulladas.

—Cuídate hijo —dicen ellos a coro desde la pantalla—. Y pórtate bien.

—¡Los quiero! —grita Ignacio pegándose a la superficie del vífono cuando la imagen se apaga.

Al salir de la cabina ve la larga fila de niños que se enrosca como una lombriz dentro del salón. Los más cercanos le observan con curiosidad, los mayores hacen gestos de burla, pero en la mayoría ve sonrisas y esperanza.

Al salir se topa con Carmen, que espera en otra fila para hablar con sus tías. Ella lo detiene, alarmada por algo que oyó y que alguien más le confirmó.

—¿Es verdad que golpeaban a tus padres y que se escaparon por un túnel y que aprendieron la empatía con ayuda de unos gitanos?

SordomudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora