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Tras el incidente en el hospital, mantienen a Ignacio en una cámara de anulación, flotando en un líquido espeso por tres semanas, sedado, inconsciente. Sus registros en el arcaico pero efectivo electroencefalograma muestran una gran actividad, una terrible conmoción. Los psiquiatras están en un estado similar, incapaces de lograr un diagnóstico certero con este ser humano que bien podría ser un árbol y deciden utilizar un método antiguo, pero efectivo: la observación.

Matilde está destrozada y Andrés se siente un bueno para nada. Los médicos hablan de precedente familiar, dan vuelta páginas y páginas de informes otorgados por alguna IA sin corazón. Andrés está dispuesto a entregarles otro precedente de violencia si siguen agobiando a su mujer, pero pronto les dejan en paz.

Ignacio es un púber secretamente atormentado, que siempre se supo diferente, discriminado dentro de los márgenes legales, con una única amiga ahora en coma y conectada a máquinas.

No lo pueden retener demasiado tiempo en la cámara sin causar un daño mayor. Le administran drogas tranquilizantes, lo mantienen semiconsciente por un mes en una sala para cuidados psiquiátricos, disminuyendo paulatinamente la dosis. Le explican con palabras simples que su amiga está viva y estable, pero Ignacio no responde a los estímulos. Sólo un plato de comida hecho por su madre le hace reaccionar. No saben qué más hacer por él, no pueden ayudarlo como ayudaron a su madre y no pueden mantenerlo en observación para siempre dado que no cometió ningún delito.

Úrsula lo visita una sola vez, pero no habla con él. Verlo así, con el rostro pegado a la ventana y babeando sobre su pecho, es tan terrible como ver a su hija una y otra vez en sus pesadillas, con el cráneo abierto contra el suelo y un ojo moviéndose enloquecido y desenfocado.

Ese día Matilde logra sacarle la historia sin mucho esfuerzo. Carmen subió a la baranda del balcón de su habitación para cambiar un foco defectuoso, tranquila porque la red de seguridad instalada por los antiguos moradores del departamento debía resistir su peso. Bien pudo llamar al conserje del edificio, pero prefirió hacerlo ella misma y Úrsula lo permitió, tan orgullosas de su independencia.

La red no resistió. Carmen cayó siete pisos y ahora la mantienen en estado de hipotermia controlada. Los nano precursores sintéticos pueden reconstruir sus vértebras y costillas fracturadas y el resto de sus órganos dañados en corto tiempo, ya hay avances significativos en su estado de salud general, pero resucitar el sistema nervioso es otra cosa. Perdió masa encefálica y la médula espinal fue cercenada en tres partes. Será un proceso de rehabilitación largo y dificultoso, pero no imposible; hay casos de muerte cerebral que regresan a la vida activa luego de cinco años de tratamiento nano biológico.

Hace una semana la trasladaron a un edificio mejor equipado, no quiere decir dónde.

Cuando suprimen completamente los sedantes, Ignacio ya lloró y gritó suficiente para toda la vida. Demuestra que puede valerse por sí mismo y comunicarse con sus médicos y familia. Los médicos deciden que es tiempo que siga su recuperación en casa.

Pero es una sombra del joven que solía ser.

SordomudoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora