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No le digas a tu madre que yo te resumí el libro. Los textos de historia actuales tienden a censurar detalles de lo ocurrido a comienzos del Siglo XXII. El conocimiento de la historia es así, modificado o reinterpretado con el paso de los años y cada nueva generación tiene nuevos puntos de vista para interpretar hechos que ocurrieron en contextos completamente distintos, acomodándolos a sus propios intereses mezquinos. Eso se conoce como revisionismo.

La empatía no ha existido siempre. Cuenta la leyenda que un monje budista que vivía en los Himalayas, luego de toda una vida de meditación y experimentación, pudo comunicarse con sus aprendices a través del tacto. Él, según esta leyenda, sería el primer émpata real con capacidad de transmitir este conocimiento a otras personas. Hay otras leyendas que hablan de émpatas anteriores, pero tampoco pueden probarse y, para qué insistir en el tema, no nos interesan.

Se cree que las políticas eugenésicas de los decenios anteriores a la aparición del émpata legendario tuvieron mucho que ver en esto, pero sólo es una teoría de tantas, considerada posible ya que las fechas coinciden. Pero si el monje era tan anciano como dice la leyenda, entonces él era un integrante vivo de la minoría genética que desaparecería en las generaciones posteriores y no formaba parte de la camada mejorada que adoptó la empatía como suya en las décadas venideras. Así que no lo tomes como una verdad definitiva.

Por esa época la empatía era una conexión simple, la más básica transmisión de pensamiento textual. Y se la llamaba “telepatía”, ignorantes...

Por supuesto que alguien vio en esta técnica una gran oportunidad de desarrollo personal y beneficio egoísta. Alguno de los aprendices menos avezados de este monje, luego de aprender los rudimentos de la técnica, habría escapado a la ciudad a perfeccionar lo poco que sabía, divergiendo de su fuente original, creando una nueva forma de comunicación y control.

Sí hijo, CONTROL. La utopía de todo ser humano que sueña con gobernar al mundo, procrear con vírgenes y perpetuar sus genes hasta el fin de los tiempos.

Pasaron muchos años y nuestra leyenda se funde con los hechos conocidos. Nadie en el Gobierno Chino sospechó lo que ocurría bajo sus propias narices, hasta que un día distintas personas con entrenamientos muy disímiles comenzaron a viajar fuera del país y radicarse en naciones desarrolladas, patentando invenciones fabulosas que atrajeron grandes inversiones, junto con las miradas de los organismos paranoicos de los países donde se instalaron.

El Gobierno Chino demoró en ver la conexión. Nadie estaba al tanto de las investigaciones que dieron pie a tecnologías tan avanzadas como la gravedad inversa o la fusión en frío, tecnologías que se estaban escapando de sus codiciosas manos. Lo que parecía un grave caso de fuga de cerebros, era el primer síntoma de la prosecución del sueño de un solo hombre... o muchos, si incluimos al pensamiento de colmena.

Estamos hablando de principios del Siglo XXII ahora, una época en que las naciones del norte todavía usaban cohetes para escapar del pozo gravitatorio de la Tierra, para transportar piezas de equipos al espacio y así terminar su estación científica. Y no mucho tiempo antes de eso la gente se moría hambre o de infecciones simples, porque no existían los antibióticos.

Pongámoslo en perspectiva: ciudadanos chinos en distintas partes del mundo creaban tecnologías imposibles, concebibles sólo en la ciencia ficción. Eso disparó la señal de alarma en todos los niveles, en todos los organismos de las naciones que se consideraban a sí mismas poderosas. Y a pesar de lo que muchos creen, no fue mérito de ninguno de ellos el descubrimiento de la secta empática que confabulaba en las tinieblas.

Al parecer, el Maestro había muerto hacía tiempo. Aunque sus discípulos seguían trabajando en pro de su sueño, que hasta el día de hoy sólo se puede interpretar como la búsqueda del Edén en otro planeta, carecían del eje planificador que los unificó en esa empresa monumental. Y bastó con que uno de ellos abriera la boca para que quedara la debacle.

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