Entre los alumnos del Centro la información no pedagógica se obtiene fácilmente a la hora de almuerzo y en los pasillos. Sólo hay que poner atención y mantenerse en silencio mientras los alumnos de más edad transmiten a viva voz toda suerte de leyendas urbanas y verdades a medias. Y de todo lo que ha escuchado, sólo hay un tema que fascina e intriga a Ignacio: los Indagadores.
No hay trabajo más electrizante. Esta persona, que usualmente es mujer pero que tiene también un pequeño porcentaje de hombres en su gremio, es capaz de penetrar las barreras más testarudas de la mente humana en busca de la verdad. Si alguien comete un delito, es la o el indagador el encargado de contrastar la evidencia disponible con los conocimientos del indagado.
Para ser indagador son necesarios treinta años de entrenamiento ininterrumpido y una capacidad innata para sobrepasar las barreras del cerebro ajeno. Pero tiene una gran desventaja. Bastan sólo diez años de servicio con criminales y delincuentes comunes para volverse loco de remate. Por este motivo el indagador calificado trabaja en un ciclo de siete años para el Gobierno Mundial en puestos de alta responsabilidad. Y cumplido este plazo obtiene vacaciones por tres años en instalaciones paradisíacas a lo largo de la costa mediterránea.
Terminadas las vacaciones, el indagador inicia un nuevo ciclo de diez años trabajando con adolescentes y jóvenes en resolución de problemas y conflictos. Posteriormente puede optar a retiro o a veinte años más de trabajo con niños, siendo premiados con su jubilación en las mismas instalaciones paradisíacas de la costa mediterránea, hasta el día de su muerte.
En el Centro se rumorea que Mobutu fue el indagador que descubrió la colmena asesina de Mar del Plata, haciéndose pasar por un molesto persuasor de mall en vísperas de Natividad. Lo que nadie sabía es que este persuasor estaba indagando en sus mentes al tiempo que intentaba venderles calcetas rojas. Alguien de entre las miles de personas que transitaron esa tarde por el centro comercial era pariente lejano de alguien que vivía en el mismo edificio de uno de los participantes de una oscura colmena que no admitía nuevos reclutas. Eso por sí solo ya era bastante sospechoso, cuando todas las colmenas quieren captar nuevos adeptos y expandirse hasta el infinito.
Al día siguiente el grupo completo estaba tras las rejas, con sus mentes abiertas como un libro ante el tacto de cualquier juez o fiscal del caso. Se rumorea que este último milagro habría sido cosa de un insertor, dato que hasta el día de hoy es negado por las autoridades y considerado como un meme spam de la peor calaña.
Los insertores no existen.
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Sordomudo
Science FictionSegunda mitad del siglo XXIII. En un mundo en el que la comunicación directa de las mentes a través del tacto es tan normal como respirar, un joven demuestra tener el don más raro de todos: la capacidad de mantener secretos. Sordomudo es una novela...