"XXVI"

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Actualmente los números que identifican cada capítulo de esta obra están erróneos, planeo arreglarlo en un plazo de dos a tres semanas.

-A.H-

—No puedes hacer eso —escucho decir a Subaru, y por primera vez en toda la noche activo todos mis sentidos. Habría sido sencillo para ellos el morderme, había bajado mis defensas, pero eso no fue lo que sucedió, y estoy feliz de mantener mi cuello intacto. Veo al albino curiosa, y noto que él y el resto tienen los ojos cristalizados, mientras KarlHeinz sonríe con la mirada baja. ¿Qué habrá pasado? Si tan sólo hubiese puesto atención a todo esto antes...

—Lo siento.

[...]

Ya es hora de comer, lo que para mi sería el desayuno y para ellos es algo así como la cena. Niego con la cabeza y bajo las escaleras dando saltitos en cada escalón, cuando toco suelo firme cierro los ojos.

Hay lluvia, y truenos, y cuervos fuera de la mansión. Al fondo, cerca de la cocina, se escuchan varias voces, entre ellas la de Kite.

Suspiro y vuelvo a mi habitación por un abrigo y botas de agua, para luego, sin avisar, salir de la mansión y caminar a través del jardín de Subaru. Todas sus rosas son hermosas, pero cada una de ellas sin duda duelen. Christa debió de estar muy contenta por tener a un pequeño como Subaru, de hecho, lo estaba, ella siempre lo comentaba. En sus ojos sólo se reflejaba emoción y nerviosismo, en los míos admiración. Un tutor (o profesor) como ella era difícil de encontrar, y formar lazos con ellos es aún más difícil.

La extraño. Una mujer como ella es difícil de encontrar, y preservar. Sentimientos de amor puro se albergaban en ella, y aunque era muy pequeña para comprenderlo, anhelaba tener algún día su felicidad. Imitarla, tener a alguien con quien compartir una vida, un hijo...

KarlHeinz. Quién lo diría.

Escucho un grito y alzo la mirada hacia el castillo en donde yace Shin, o lo que queda de él. Un trago agridulce pasa por mi garganta cuando recuerdo esos pequeños momentos que pasamos juntos hasta el día de hoy, y la lluvia golpea mi rostro con fiereza. Debería estar temblando ante las bajas temperaturas, pero en cambio, me quedo aquí.

Tengo la necesidad de ver a Shin. La última vez que lo vi, todo se fue a la mierda, pero necesito hacerlo. Siento que si él muere, nunca podré estar en paz conmigo misma. Necesito agradecerle lo que hizo, cuando esté dentro de sus cabales.

Me pregunto cuán difícil a de ser pelear con un demonio desde dentro, sin recurso alguno. Un fastidio total, quizá. Yo no podría. Técnicamente soy una huma que PODRÍA ser alguien fuerte. No tengo poderes, no los conozco y no los he desarrollado, aún así tengo "eso" que me hace única. Única y diferente.

Y una mierda.

Siento una mano en mi hombro y me estremesco, pero no volteo. Tengo ya una idea de quién puede ser, y aunque siento curiosidad por lo que tiene que decir, me quedo estática. La lluvia es tan mágica y trae tantos recuerdos a mi mente como la comida nutrientes. Es curioso, pero muy bonito. El orfanato en ruinas siendo reparado es algo que me hace inflar el pecho con orgullo, porque eso lo hizo mi madre.

—Hola.

Esa no era la voz que esperaba oír.

Temiendo que todo haya sido parte de mi imaginación, giro sobre mis talones para ver al dueño de esa voz. No puedo evitar abrir la boca al verlo. Las gotas de lluvia caen por las puntas de su cabello y resbalan por su rostro hasta llegar al suelo, de igual forma se moja el parche que lleva en su ojo y sus lentes se empañan con gotas, aparentando ser lágrimas.

Shin sonríe, dejando al descubierto su blanca dentadura. ¿Yo? Yo intento ahogar un grito de sorpresa. Sin poder evitarlo, unas lágrimas recorren mi rostro y me lanzo sobre él para abrazarlo.

Que alguien me despierte si esto es un puto sueño.

—Oye, oye, tranquila —escucho que dice entre jadeos, pero yo solo lo abrazo con más fuerza. Escucho que ríe por lo bajo y luego corresponde al abrazo, con igual fuerza que yo—... te extrañé.

Oh, tu no tienes idea de cuánto te extrañaba yo, maldito.

—¿Vamos a la mansión? Joder, que me enfermo aquí.

Río y asiento. En cosa de segundos me encuentro fuera del alcance de la lluvia, pero no estoy en ninguna mansión que esperaba. Es la mansión de Shin, y si por alguna razón me intenta dañar, estaría perdida.

—Ven —murmura extendiendo su mano para que la estreche, y eso es precisamente lo que hago. Una corriente eléctrica que se desplaza desde mi brazo hasta mi estómago me hace estremecer y sonreír con timidez.

Caminamos por el corredor dejando pequeños charquitos de agua en todo lugar que pisamos, cuando nos detenemos es solamente para subir las escaleras. Noto a Shin lento, quizá su energía se ha consumido por completo. ¿Quién no estaría cansado en su estado?

Sonrío y él me deja frente a una puerta marrón que observo curiosa, cuando noto que no está cerca, giro el pomo de la puerta hasta que esta se abre, y noto que dentro hay una cama y un armario simples. Me acerco al último mueble que noto y lo abro, encontrando un par de vestidos como los que usaba mamá. Cojo uno, el violeta, y me cambio. Mi piel húmeda impide que el vestido se deslize como en otras ocasiones, así que hago un esfuerzo para que eso suceda. Cuando estoy lista, abro los ojos y me encuentro con Shin bajo el umbral de la puerta. Sus ojos están puestos en los míos, y me arrepiento de no haber cerrado la puerta antes. Es que yo soy idiota.

—Ten —dice con normalidad, enseñando una toalla que escondía en su espalda. Me acerco a él para cogerla, y noto que está tenso. ¿Por qué lo estaría?

—Gracias —murmuro, él asiente y todo queda en silencio.

Tengo un presentimiento no muy...

A la mierda.

—¿Qué demo-

Y él se calla, porque mis labios hacen contacto con los suyos. ¿Estoy pensando con claridad? Oh no, claro que no. ¿Me arrepentire? Quizá, pero no es lo que me importa ahora.

Él sigue el beso, y por alguna razón siento que él también quería hacerlo.

Invitada Y No Asesinada《Diabolik Lovers》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora