Capítulo 8: Lacrosse y unos libros

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BLUE

Observo agitado el césped debajo de mis pies, y respiro con un poco de dificultad mientras que los de mi lado parecen tener un día cualquiera.

El Coach nos observa a todos alineados y nos mira con desaprobación, como la escoria de la escoria.

—De todos ustedes, solo doce formarán parte del equipo. —dice fuertemente. Sus canas revelan su vejez y sus ojeras bastantes horas sin dormir, probablemente un antiguo jugador frustrado que perdió la oportunidad de brillar por caer en el vicio del alcohol u otras sustancias estupefactas. —Y los que lleguen a quedar estarán en constantes pruebas porque ni así tienen un puesto asegurado. ¿Estamos claros?

—Si, Coach. —decimos todos al unísono.

—Mañana daré los resultados, los espero aquí a las cinco en punto. —apunta algo en su lista y mira hacia el frente nuevamente. —Si no están aquí y dije su nombre quedan fuera, pueden irse.

Mientras sigo tratando de recuperar el aire veo alguien a mi lado tratando de pasarme un termo con agua. Un chico rubio y delgado me sonríe débilmente, pongo los ojos en blanco. —No es muy inteligente venir a realizar las pruebas y no traer agua.

Le acepto el termo y le doy un gran trago al agua fría, por alguna razón siento que la sed se acumula dentro de mí de forma voraz. —Gracias. —pero no es mi termo ni mi agua, así que se lo entrego.

—Jugaste muy bien, para ser novato.

—¿Qué?

El rubio sonríe. —No lo digo de forma grosera, solo que se nota que hace mucho no haces esto.

Hago caso omiso a su comentario y me doy media vuelta hacia mi motocicleta. Es hora de ir a casa, tal vez visitar a mi novia.

Me ducho tomándome mi tiempo cantando canciones de Stevie Wonder, todo va de maravilla y mi música se detiene cuando me llega un mensaje. Seguro es Jamie, quede de ir a su depa, al salir me seco y tomo el cel entre mis manos.

"Te dije que habría consecuencias. Ojalá puedas vivir con ellas."

Maldita sea, ¿es muy difícil que a uno lo dejen ser feliz? No pienso cometer el mismo error que la vez pasada, así que contesto.

"No me interesan tus amenazas, pero a ti deberían importarte las mías. No te vuelvas a meter en mis asuntos o te juro que te vas a arrepentir, tienes mi palabra en ello."

Y es todo, veinte minutos después y sin una respuesta. Me arreglo y acomodo mi cabello con un poco de gel, y abordo en la motocicleta.

Observo rápidamente el cielo azul y sonrío con suficiencia, por fin puedo ver el sol como algo positivo. Paso los autos con facilidad quedando hasta en frente de la línea de tráfico, a lo lejos veo un puesto de flores, unas cuantas no harían daño.

Cuando por fin llego al domicilio, tomo una profunda respiración y toco la puerta cuatro veces con mi mano libre.

En cuanto la puerta se abre y mi sonrisa desparece, Liz me sonríe falsamente en calzoncillos y una camisa demasiado grande como para ser suya. —Jamie fue a comprar leche y jugo, te ofrecería a pasar, pero no quiero. —dice haciendo una pequeña bombita de chile con sus labios.

—Buen día, Liz. Diría que luces radiante pero la verdad es que como siempre, pareces un troll con cabello rojo. —sonrío. No pienso permitir que me arruine el día.

—Lo tuyo no es el insulto.

—Y lo tuyo no es la belleza —digo de forma inocente. Ella hace una "O" con sus labios pero no podría importarme menos, a lo lejos veo la silueta de Fitz en la cocina sirviéndose agua. —Con permiso, Troll. —esto último lo digo en un susurro. Si Lizzie no fuera tan metiche, tal vez me caería un poquito mejor.

Terrible Error © [TE #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora