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Declan, está sin decir una palabra por aproximadamente media hora, no está gritando, no está maldiciendo, no está haciendo nada más que sentarse en su escritorio mirando a la nada y eso es escalofriante conociéndolo.

—¿Qué está pasando? —pregunto a Hunter que se encuentra de brazos cruzados apoyado a un viejo mueble.

—Creo que deberías ir a tu habitación, Anne. —sus ojos se clavan en los míos y creo que debo hacerle caso. — llama a Jeremy.

—¿Para qué debería llamar a Jeremy? —levanto una ceja esperando su repuesta.

—Te vendría bien quedarte unas semanas con él. —su posee no cambia sin embargo ahora está mirando a Declan.

—¿Qué carajos es lo que ocurre? —estoy a palabras de enojarme. — ¿se dan cuenta de que Jeremy vive en otra ciudad y yo estoy en la puta universidad de aquí?

—Lo sabemos, bebé, pero necesito mantenerte lejos de la mierda. —Declan se levanta de su silla con su gigantesco cuerpo.

—Pues lo siento mucho, no voy a perder un semestre más, me voy a ir de este lugar y mucho menos con Jeremy.

Si las miradas de Declan y Hunter matarán yo ya estaría con 20 balas en todo el cuerpo y eso siempre pasa cuando alguien (en este caso yo) no quiere seguir sus órdenes, pero estoy jodida de eso, los miró a ambos y giro para salir de la oficina, la casa club está en silencio y eso es indicio a que algo malo está ocurriendo. Camino hasta lo que fue mi habitación y tomo la maleta que está como la traje y empiezo a tomar las cosas que había quitado, busco mi celular con rapidez para buscar entre mis contactos algún número que pueda ayudarme, pero no encuentro nada así que optó por llamar un taxi, llámenme dramática, pero conozco a Declan y él siempre hace lo que quiere y conmigo las cosas no son así.
Había quitado un poco de dinero de mis ahorros, que estaba guardando para poder costearme un maldito piso, no había cosa que más quería qué no fuera un piso propio las cosas con mi madre iban cada vez peor y vivir con Declan nunca fue mi opción, no es que despreciaba a Declan por su estilo de vida y por las decisiones que había tomado.
No.

Arrastré mi maleta hasta la puerta abriéndola cuidadosamente viendo que nadie estuviera cerca para salir y bajar las escaleras, recibiendo la llamada de que el taxi estaba esperando por mí, contando hasta diez para luego salir corriendo hasta el taxi, una vez dentro le di la dirección al chofer y miré la casa club por última vez. Declan estaría enfadado cuando supiera que me había ido.

Jess me miraba desde la otra punta del sofá, su cabello impecablemente estabilizado la hacía lucir siempre bien, su rostro fino y delgado hacía resaltar su corte de pelo la había conocido hace unos tres años atrás cuando empezábamos la universidad, ella era una chica bastante callada y buena...era porque cuando nos fuimos conociendo más no quedaba ni una pisca de aquella chica que conocí siendo demasiado tímida.

—¿Entonces estuviste viviendo con tu padre todas estas semanas? —yo asiento con la cabeza sin decirle nada. —¿Y por qué no viniste aquí? Somos amigas y sabes que estaba buscando una compañera de piso.

—No quería molestarte...

—Cierra la boca que estoy me estoy enojado contigo.

—Vamos, esos días Jack estaba. No quería molestarlos.

—¿Esa es la verdad?

Sus pestañas que por cierto eran postizas se encontraban medio cerradas dándome una mirada de " Vamos, perra a mí no me engañas" puse los ojos en blanco y reprimí una pequeña sonrisa dándome cuenta de que la razón porque yo no había acudido a su casa tenía nombre apellido, un muy lindo trasero y dulce labios.

Mi celular que no había dejado de sonar desde hace aproximadamente tres horas (las cuales son las horas que había salido de la casa club) sin embargo esta vez no era Declan ni Hunter si no que un número que yo no tenía registrado y podría jurar por todo lo que conocía que ese número pertenecía a una sola persona; Mason Gallagher.

On two wheelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora