Declan Jones tiene varios problemas mentales y entre ellos estaba qué detestaba que trataramos a las mujeres como objetos sexuales y su maldito caracter sobreprotector y créanme no era nada bueno mezclar esas dos cosas juntas, pero yo había puesto m...
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Podía sentir que una de mis venas estaba a segundos de explotar. Hunter se paseaba de un lado a otro fijando su vista en mí, mientras que sostenía el celular contra mi oreja escuchando cada pitido sin tener ninguna respuesta, volviendo a llamarla no había otra cosa en mi mente que no sea ella y las mil maneras de como Morgan podría agredirla solo por hacerlo por Declan, cada minuto y cada pitido hacían que mi imaginación volará y no de la manera que llevaba semanas en hacerlo, está vez no era nada erótico.
Cuando llegué del trabajo que me habían enviado a hacer no había ningún rastro de ella en la casa, no había esa rara música que le gustaba escuchar sonando por los pasillos, no había nada de nada y empecé a preocuparme por ella, cosa que hace años no hacía por nadie más.
—¿Dónde carajo está metida? — Hunter golpea el escritorio haciéndolo crujir bajo sus puños. — a veces me sacaba de quicio completamente, simplemente es incapaz de hacer lo que uno le pide. Volví a marcar el número una vez más rogando porque contestara. Morgan Hoffmann era todo menos bueno y cuándo hoy había llegado una caja para Declan lo que tenía dentro lo había enfurecido tanto como para ir directamente por el culo de Morgan, entre las cosas que había se encontraba una bolsa pequeña llena de heroína acompañada de fotos de Anne, fotos tomadas recientemente en el bar y en la universidad con las palabras "La pequeña hija de Declan Jones" un golpe de ira lleno mi pecho y estaba a punto de tirar mi celular contra el piso hasta que la voz de alguien me interrumpió.
—¿Sí? —la voz salía dudosa y en el fondo podía escuchar a otras personas hablar, mi mundo se detuvo en un instante ese instante donde mi pecho se contrajo y pude volver a respirar sin el nudo que llevaba dentro desde que Hunter enloqueció.
—¿Dónde estás? — solté sin una pisca de amabilidad.
—¿Qué pasa? —pregunto y puedo jurar que en estos momentos ella se encontraba levantando una ceja.
Cuando estaba por responder para gritarle algunas cosas de cómo puede ser tan inmadura para hacer esto, mi celular fue arrebatado por un furioso Hunter que gritaba sin compasión alguna, hasta colgar y golpear la mesa con el celular con demasiada fuerza y murmurar entre dientes —Ya sé dónde se encuentra. —
Media docena de motociclistas rodeaban el perímetro, el edificio lucía como si se tratara de una de esos de demasiado costo y podía jurar que Ann se veía espectacular viviendo ahí un lugar como ella, no la casa club llena de hombres sin rumbo, ebrios sin control de sí mismos. Ella no era una chica de bar, no era una chica de calle y todos podíamos ver eso, aunque la mujer se adaptaba a todo tipo de cambios.
Hunter como un toro molesto bajo de su motocicleta encaminándose con furia dentro del local sin esperar por nadie, me recosté sobre la moto cruzando los brazos tentado a prender un cigarrillo mientras los minutos pasaban lentamente, unos 20 minutos exactos se escucharon gritos mientras veía a Hunter arrastrar del brazo a una molesta y enojada Ann.
—¿Qué carajos te pasa? — gritó histérica llamando la atención de los hermanos que se encontraban respaldándonos, Hunter la soltó y dio un paso hacia ella haciendo que me ponga en alerta. —¿Qué? ¿Me vas a golpear? —rugió ella y la mirada de Hunter cada vez se oscurecía más. — ¿Quién te crees que eres?
De un momento a otro, Hunter la tenía agarrada del cuello con demasiada fuerza sin percatarse que todos los hermanos incluso yo estábamos rodeándolo, salté con furia entre ellos apartándolo de ella empujándolo con demasiada fuerza, no era bueno perder el control frente a ella.
—La vuelves a tocar y te mataré, Hunter. —escupí con odio sintiendo unas manos sobre mi torso y cuando todo esto no podía empeorar más, la policía hacía su aparición.