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La última vez que había tendido esta rara sensación fue hace años atrás cuando la casa familiar fue asaltada por un grupo de maleantes y obviamente cuando me refiero a maleantes me refiero a un grupo de motociclistas dementes que no tienen piedad hacia nadie, tal vez intentaban saldar una deuda con Declan, aunque lo que no sabían era que Declan ya no vivía con nosotros y que ese día habíamos salido a conocer la casa del nuevo y próximo esposo de mi madre y padrastro de mi hermano y mío, ese día estaba tan inquieta como ahora, el nudo en estomago no desaparecía y me sentía tan sofocada aunque esa vez yo le atribuía eso al desagradable y horroroso hombre del que mi mamá se había "enamorado". Cuando habíamos llegado a nuestra casa las cosas estaban fuera de su lugar como si un huracán había arrasado con todo y había dejado una carta escrita con algo así como sangre demasiado espeluznante para ser verdad. Desde ese día nuestras vidas habían cambiado y no especialmente por la culpa de Declan.

Me estrujaba los dedos uno a uno haciéndolos tronar, aunque eso significaba que lo estaba descalcificando según un artículo poco creíble de Internet. La casa se sentía tan inquietante y yo necesitaba ver a Mason y no sé porque necesitaba eso probablemente estos episodios estresantes de saber que mi vida estaba corriendo peligro habían logrado de una vez por toda acabar con mi cordura. Salte de la cama empezando a caminar de un lado a otro viendo la pantalla de mi celular.

"El rojo es un muy lindo color cuando no se trata de sangre"

"Tu hora está muy cerca"

"Me gustan las cerezas de tu pijama"

Eran algunos de los inquietantes mensajes que me habían llegado que hacían mi corazón inquietarse más y las ansias me estaban consumiendo estaba a poco de terminar vomitando, eso me pasaba cuando estaba demasiado ansiosa, no creía que Mason seria el responsable de los mensajes eran muy perturbantes para ser alguien que quería ligar conmigo. Declan no me respondía las malditas llamadas que la hacía y ya iban como unas veinte, en el salón de abajo se escuchaba música y creería que los jodidos hijos de putas del club estaban bebiendo ¡Mi jodida vida a peligraba! O tal vez estaba dramatizando demasiado esto, mi cabeza maquinaba miles de posibilidades de como seria torturada por una banda delincuente de moteros y sabía que Declan Jones no dejaría que eso me pasara ¡Era su jodida hija!

—Anne preciosa... —una voz escalofriante se escuchaba tras la puerta y estaba segura que no eran Mason, Hunter o alguien del jodido club. Mi piel se erizo y los pelos de mis brazos se quedaron de punta cuando el picaporte empezó a sacudirse, mis ojos se abrieron y di un paso hacia atrás caminando hacia la ventana esa sensación no me abandono ningún momento—. Abre la puerta, preciosa solo quiero tener una charla contigo y así poder divertirnos un poco.

Mi corazón palpitaba con prisa y cuando los disparos se hicieron presente en toda la casa las alarmas de mi mente se prendieron y yo tenía que buscar una salida de este lugar antes de que la puerta cediera a la persona que la estaba por derrumbar, esto era de lo que siempre tuve miedo esta era mi pesadilla y estaba ocurriendo en la vida real, en la jodida vida real.

On two wheelsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora