Declan Jones tiene varios problemas mentales y entre ellos estaba qué detestaba que trataramos a las mujeres como objetos sexuales y su maldito caracter sobreprotector y créanme no era nada bueno mezclar esas dos cosas juntas, pero yo había puesto m...
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— Entonces... ¿Qué tiene que ver todo esto conmigo, papá? — preguntó, pero solo lo hago porqué quiero escucharlo de su boca.
Mi corazón martillea con fuerza entre mi esternón y mis pulmones sintiendo que saldrá de su lugar, mi cerebro trata de procesar todo lo que Declan me ha dicho y quiero poder tener el súper poder de volar alrededor del planeta a la inversa y poder rebobinar el tiempo atrás para poder golpearme a mí misma en el preciso momento cuando había dicho que quería saber lo que estaba ocurriendo porque ahora que lo sé creo que no voy a poder cerrar un ojo durante toda la noche, o durante toda la vida, y la ansiedad que se ha instalado en mí no se irá a ningún lado.
— Morgan te quiere para hacerme pagar el hecho que hice que unas de sus cargas de cocaína fuera descubierta, ya que sabes siempre tuvimos nuestras diferencias y ahora esto se ha vuelto personal y tú mi pequeña hija estas en el ojo de la tormenta por culpa de ese bastardo infeliz al cual asesinare con mis propias manos. — Declan golpea la mesa haciendo que de un pequeño respingo por el susto y yo solo puedo mirar un punto invisible en la nada.
Morgan Club es un jodido bar de motociclistas psicóticos que van por la vida golpeando personas, robando y practicando de actividades ilícitas y no, nadie de ese club tiene piedad por absolutamente nadie. La policía había estado tras ellos hace ya demasiado tiempo, pero el jodido Morgan era tan astuto que nunca dejaba cabos sueltos excepto esa vez en la que Declan había recibido información acerca de ese cargamento. No digo que el club de mi padre sea un club de mujercitas buenas es más tiene un pasado demasiado turbio que Declan se ha encargado de limpiar de a poco, pero uno nunca puede eliminar todo lo malo del pasado. Y lo único que sé es que si ellos estaban buscándome yo estaba más que jodida mucho más que eso.
—¿Y qué mierda voy a hacer? — murmuró sin apartar la vista del magnífico punto de la nada.
— Te quedarás aquí, no hay forma de que deje que ese bastardo toque a mi hija.
— Papá, sabes lo que les pasa a las mujeres... — tomé aire y lo miré fijamente — ¡Me van a matar!
— No te van a tocar ningún pelo, cariño. Te lo prometo.
Yo no puedo apartar la vista de su iris y ya no puedo procesar todo lo que me dice luego mi cerebro no puede procesar nada más que no sean los reportes del noticiero en donde muchas veces han salido involucrados, violaciones, muertes y un catálogo extenso. Viviría toda la vida escondida, dejaría la universidad mis sueños de mandar todo al carajo e irme lejos se convertirían en yo siendo una bartender del club hasta que mis uñas se cayeran de anciana. Mi estado de shock fue interrumpido cuando Hill y unos cuantos hombres corpulentos y llenos de púas y cascos con una púa mucho más grande entraron, Hill toco mi hombro haciendo que lo mirará dándome una sonrisa que pretendía ser cálida pero resultó más perturbadora de lo que pude imaginar.
— Leigh Anne, puedes ir a tu antigua habitación tú padre y yo tenemos cosas que las cuales hablar, la habitación sigue intacta y tú hermano traerá tus cosas con las suyas.
Mi corazón latió más fuerte escuchando lo que él había dicho — ¿Él vendrá? — fue lo único que pude articular cuando Declan gruño levantándose. — Ve a la habitación, ahora, Anne. — ordenó como si yo fuera uno de esos capullos del club y aunque quería discutirle por primera vez opte en callarme y salir del lugar rascando mi cabeza como cabeza con desesperación. Esto era mucho peor de lo creía mucho peor y lo pude saber por cuenta propia cuando abrí la puerta de mi recamara y sentir mi cuerpo ser jalado hacía dentro donde todo estaba oscuro, emportando contra la pared y cuando estaba por gritar con todas mis fuerzas una mano rasposa cubrió con fuerza mi boca.