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Cuando desperté sentía mis ojos hinchados, fui al baño y los tenía rojos e hinchados, me escocían, no era persona, pero sentía alivio al quitarme aquel peso de encima.

Se lo había contado a Clay lo que me pasó, lo de mi ex, lo de mis padres y que acabé viviendo con mi mejor amiga, la única que se atrevió sacarme de aquel infierno que quemaba y que me estaba quemando.

Me acordé de mi amiga pelirroja de ojos verdes, quería llamarla y contarle todo lo que me había sucedido, quería mantenerla al corriente de todo lo que me pasó desde que llegué, y así lo hice. Llamé a Tania, los pitidos que marcaban que estaba llamando resonaban en mi oido como si fueran un tambor, hasta que escuché que descolgaron el teléfono.

- Anne, ¡cuánto tiempo sin saber de ti!- Exclamó mi amiga Tania al descolgar el teléfono.

- Perdón por no llamarte, me había olvidado de ti por completo hasta ayer-, suspiré sintiendome la peor persona del mundo-, lo siento, debería haberte llamado, debería haber sido mejor persona para ti.

- Me suponía que pasaría eso, por lo que...¿no vas a venir a recogerme al aereopuerto?- Me preguntó haciéndose la ofendida.

- ¿Estás...? Ahora mismo voy para allá-. Y finalicé la llamada ilusionada, no sin antes escuchar la risa de Tania.

Clay todavía estaba dormido pero no podía dejarlo ahí ya que no sabía con certeza donde se encontraba y no quería perderme, como la otra vez. Por lo que desperté a Clay, tras varios intentos, conseguí despertarlo y conseguí que me llevara al aeropuerto.

- Podrías haber llamado a un taxi-. Gruñó de camino al aeropuerto.

- Clay, no sé si lo has notado pero...tú eres mi taxi-. Dije mientras me reía levemente.

- No te entiendo, ayer estabas ahogándote en lágrimas y hoy te estás riendo-. Comentó riéndose él también.

- Es porque me siento mejor desde que te conté aquello-. Dije mientras le cogía del brazo.

- Me alegra oir eso-. Dijo mientras me sonreía.

- ¿A quién vamos a buscar?- Preguntó curioso.

- A mi amiga, Tania.

- ¡Bien! Tengo ganas de conocerla desde que me contaste lo que hizo por ti, sin duda es una buena persona-. Dijo sonriendo ampliamente.

Y ahí fue cuando miré detenidamente a Clay y recordé que fue el pequeño flechazo de mi amiga pelirroja cuando lo vio trabajando en aquella cafetería de Londres. Cuando lo miré detenidamente, pensé que mi amiga pegaría muy bien con Clay.

- ¿Por qué me estás mirando?- Preguntó Clay sin dejar de reir.

- ¿No te puedo mirar?

- Me incomoda que una persona me esté mirando todo el rato-. Respondió mientras pasaba su brazo por mis hombros.

Aproveché ese gesto para juntarme más a Clay ya que me sentía protegida al tenerlo a mi lado. Sabía que era una tontería pensar así, pero era todo lo que quería en aquel momento, protección ya que no me podía proteger sola.

- Bueno, ha llegado a su destino-. Dijo Clay intentado imitar a la voz del GPS, lo cual hizo que me riera y provocó que él también riera conmigo. Éramos dos locos riéndonos en la puerta del aeropuerto mientras las personas que entraban y salían de éste se nos quedaban mirando muy confundidos y extrañados por nuestra conducta que para ellos no tenían ningún sentido, pero para nosotros sí.

- Pues entremos, es capaz de esperarnos dentro, sentada con sus trescientas maletas, sin añadir la maleta de mano-. Dije mientras me secaba las lágrimas de tanto reir.

- ¿Trescientas maletas?-, preguntó Clay con los ojos abiertos como platos-, ¿Sin contar la manera de mano?

Yo asentí a aquellas dos preguntas y sin previo aviso me adentré a buscar a Tania. Cuando entré no podía divisarla por la cantidad de gente que había allí. Me desesperé tratando de buscarla hasta que se me ocurrió que podía llamarla y decirle que viniera a la entrasa, de esa manera sería más fácil encontrarla.

- Dime que estás aquí-. Dijo cuando descolgó el teléfono.

- En la entrada, ¿puedes ir para allá?- Y sin más finalizó la llamada, sin decirme un simple ya voy. Ahí supe que estaba cansada ya que cuando estaba cansada no te podías acercar a ella.

- ¿Y bien?- Preguntó Clay cuando guardé el móvil en mi bolsillo derecho de mis vaqueros rasgados.

- Ya viene hacia donde estamos-. Contesté pero sabía que Clay no me estaba escuchando ya que estaba envelesado mirando, provablemente, a la nada.

- Tierra llamando a Clay-. Dije mientras pasaba mi mano derecha por sus ojos.

- ¿Es esa Tania?

Miré para donde estaba señalando y vi a una chica pelirroja con dos maletas grandes y una de mano. Me reí por la patosidad de mi amiga pelirroja llevando esas maletas.

- Sí, es ella-. Confirmé y sin ninguna razón aparente empecé a correr hacia mi mejor amiga y la abracé fuertemente provocando que las dos maletas, incluyendo la de mano, se cayeran al suelo sonoramente.

- Te he echado de menos-. Dije mientras algunas lágrimas se escapaban de mis ojos.

- Ya estoy aquí, tranquila-. Me susurró mientras me acariciaba mi pelo. Me parecía estar en casa en aquel momento.

De pronto, alguien carraspeó su garganta, lo que hizo que nos separaramos y vieramos a aquella persona que nos interrumpió. Cuando miramos, a mi amiga se le abrieron los ojos como platos lo que hizo que riera.

- Tania, te presento a mi amigo Clay-. Le presenté a Clay a la pelirroja.

- Un placer, Tania-. Dijo Clay mientras le daba dos besos.

- El placer es todo mio-. Dijo Tania.

- Tenemos dos opciones, llamar a un taxi o volver al piso a pie-. Dijo Clay no muy seguro de la segunda opción al ver el equipaje de Tania.

- Soy partidaria del taxi-. Dijimos yo y Tania al unísono.

- Buena opción-. Dijo Clay mientras nos sonreía.

Mientras esperábamos al taxi, Clay nos dijo que se tenía que pasar por la cada de los padres de Tony para contarles la verdadera historia de lo que me acusaron y a decirles que había una nueva inquilina en el piso.

- Nos vemos luego-. Se despidió de nosotras Clay.

- Estoy perdida, ¿qué historia les tienen que contar? ¿Quién es Tony? ¿De qué te acusaron?

- Tania, luego en casa te responderé a todas tus preguntas-, miré a los dos lados de la calle-, ahora no es un buen momento.

Tania asintió y me sonrió para que me tranquilizara, lo que hizo que yo también le sonriera. Pero la verdad era que estaba muy nerviosa ya que no creía que me creyeran cuando dije toda la verdad, rezaba para que dejaran de pensar que era una ladrona. El pasado debería quedar en el pasado.

El Misterioso Chico Del Mustang RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora