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Bajé al supermercado que había a unos diez minutos del piso para comprarme algo de comer. Cuando entré, no podía creer a quién vi. ¡A Tony! Iba acompañado de un chico con ojos azules, muy mono, por cierto.

Al verlos, mi primer instinto fue irme rápidamente a otro pasillo, con la mala pata de encontrarme a un grupo de chicos que estaban comprando bebidas alcohólicas. Llevaba unos pantalones vaqueros cortos pero no tan cortos, normales. Pero esos muchachos decidieron molestarme un poquito, lo cual maldecí a mi mala suerte por llevarme a aquel pasillo. ¡Ni siquiera consumía alcohol!

- Hey guapa, seguro que quieres pillar a un chico con esos pantalones-. Dijo uno de ellos, tendría que ser el típico chico chulo de un típico grupos de chicos.

Yo ignoraba aquellos comentarios porque sólo querían molestar. Me fui para otro pasillo pero ellos venían detrás de mí diciendo muchas barbaridades acerca de mis pantalones, ni siquiera eran tan cortos.

Mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas ya que me recordaba aquella situación a una muy parecida que viví en Londres. No me podía creer lo que me estaba pasando, no podía.

De pronto, me encontré con Tony y aquel chico llamado Clay, tal y como ponía en la nota. Lo miré y agaché la cabeza para que no pudiera notar como mis lágrimas resbalaban por mis mejillas. Intento fallido, se ve que se dio cuenta de toda la situación.

- Hey chicos, ¿por qué no se van a molestar a sus novias y dejáis que la gente compre en paz?- Preguntó con fastidio Tony.

- Si se ve que está encantada con nuestros alagos-. Respondió entre risas uno de los chicos.

- Claro, se le nota que está muy bien, ¿no veis las lágrimas que está derramando? Iros ante de que os parta la cara a puñetazos-. Contestó Tony un poco enfadado.

Aquellos chicos dejaron de molestarme y yo solo me limité a respirar con alivio. Fue una suerte que Tony, que no me conocía de nada, saliera a mi defensa como lo hizo con esos chicos. Le estaría muy agradecida, de eso estoy segura.

- ¿Estás bien?- Me preguntó ese tal Clay.

Yo sólo le pude responder con un movimiento de cabeza hacia arriba y hacia abajo, pero la verdad es que estaba destrozada por lo que acababa de pasar. No podía articular ninguna palabra porque sabía que si lo hacía, mi voz se rompería y acabaría diciendo todo lo contrario. Tony dejó las cosas que llevaba en posesión de Clay, hizo que me diera la vuelta para mirarlo y me abrazó. No sé el porque ese abrazo me reconfortó, todo esto me estaba pillando por sorpresa. ¡Y podía sentir sus brazos musculados rodeando mi espalda! Lo apreté más a mí, en ese momento ese abrazo me estaba viniendo de perlas, lo necesitaba.

- No tendrías que haberme defendido-. Dije mientras me separaba de él.

- No se te veía nada cómoda.

- Pero no es de tu conveniencia.

- Lo he hecho porque he querido y porque no me gusta ver como otra persona, la conozca o no, sufre, nadie merece sufrir-. Dijo Tony mientras sus ojos verdes oscuros se clavaban en mí.

- Gracias, si me disculpáis, tengo cosas que hacer-. Dije mientras me encaminaba por el pasillo de las vegetales y frutas.

Sabía que había sonado un poco borde pero no sabía la razón del porqué en el piso se comportaba como un capullo y en ese momento era todo un ángel conmigo, no entendía esa actitud ni tampoco me iba a parar a analizarla.

Con lo sudecido se me había quitado el apetito y lo único que hice fue comprarme una ensalada ya que era algo ligera. Me la compré y me fui hacia el piso. Me volví a encontrar a ese grupo de chicos pero sabía que si no mantenía la mirada fija en ellos, ellos no te verían ni me dirían nada. Llegué al piso, puse la ensalda en un plato y me fui al salón a comérmela mientras veía la televisión. No había mucha cosa en ella, por lo que lo dejé en la película que estaban emitiendo en uno de los canales, Titanic. Nunca vi la película completa por la razón de que duraba mucho y era propensa a quedarme en la mitad de las películas dormida, y esta vez no haría una excepción.

Me quedé dormida en el sofá. ¿Cuánto tiempo? No sabría decir, pero cuando desperté, mejor dicho, cuando me despertaron, iba cuando el barco se hundió y se quedó Rouse encima de la puerta y el pobre Jack congelándose en el mar. ¡Cabían los dos!

Tony llegó, y como me pilló durmiendo pues apagó la televisión, cosa que me molestó mucho porque no era nadie para apagarme la televisión cuando la estaba viendo.

- ¡Estaba viendo la tele!- Grité cuando la apagó.

- ¿Cón los ojos cerrados?

- Es la nueva moda.

Él se me quedó mirando un poco descolocado por mi respuesta, pero si se creía que me iba a quedar callada al primer día de conocerlo, se equivocaba.

- Bueno, está bien que te pille despierta porque quiero hablar contigo sobre un tema que me ha estado rondando toda la noche por la cabeza-. Dijo sentándose a mi lado.

Mi expresión se cambió en cuestión de segundos ya que me empezaría a preguntar sobre lo que vio en el supermercado. Asentí con la cabeza para que siguiera, cuanto antes se terminara con esto, antes me iría a domir.

- ¿Cómo te llamas?-. Preguntó cuando obtuvo mi permiso para hablar.

- Un nombre-, contesté y él me miró con una seriedad que me hizo saber que nada de esto para él era un juego-, me llamo Anne Park.

- Bien Anne, como sabrás, me llamo Tony Padilla. ¿Ves? Ya no somos unos desconocidos.

Sonreí cuando se presentó, todo el mundo sabe que tus problemas no se lo vas a contar a una persona que no conoces de nada.

- Y con respecto a lo del supermercado...-. Lo interrumpí, parece que se molestó al hacer eso.

- Lo del supermercado está completamente olvidado, no tengo porqué hablar contigo sobre lo que pasó porque para mí no pasó nada.

- ¿No pasó nada cuando me correspondiste a mi abrazo y me apretaste contra ti con mucha fuerza? Para mí es que te pasa de todo y nada bueno-. Dijo fastidiado por no querer contarle nada.

- Tony, estoy muy cansada-, me dirigí hacia la puerta del salón y me giré para verle-, no puedes pretender que alguien que te acaba de conocer te diga todo los problemas que ha tenido. Por favor, estoy aquí para empezar de cero, no me hagas recordar todo lo que pasé porque duele. Buenas noches.

Cuando terminé de decir todo lo que le dije, asintió con su cabeza y me deseó las buenas noches. Tal y como quería, las cosas claras.


El Misterioso Chico Del Mustang RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora