8

452 44 7
                                    

Lo único que pude recordar de aquel día fue que él y yo dormimos juntos, pero con ropa puesta, no hicimos nada. Pero a las tres de la madrugada alguien llamó por teléfono a Tony, era Clay. Parecía que había tenido una pelea con un chico.


Tony se levantó muy deprisa, intenté pararle pero nada era suficiente ya que había decidido algo que yo desconocía en aquellos momentos. Se puso su chupa a toda prisa y se fue dejando la puerta de mi habitación abierta. Yo me volví a dormir ya que el sueño me vencía y me quedé dormida de nuevo.

A las cinco de la mañana estaba sonando mi teléfono. Con los ojos entreabiertos pude leer con dificultad el nombre de la persona que me estaba llamando. Eran los caseros, es decir, los padres de Tony. Bajo los efectos del sueño me dispuse a contestarles a la llamada ya que era muy raro que llamaran a esas horas de la madrugada.

- ¿Sí?- Contesté a la llamada con una voz ronca típica de cuando te acabas de despertar.

- Anne, somos los padres de Tony. Te llamamos para ver si puedes ir al hospital. Nosotros no podemos y estamos muy nerviosos...-. Los corté.

- ¿Hospital?

- Sí, Tony ha tenido un accidente, no sabemos en qué estado está, no nos quisieron decir más en la llamada-. Dijo la señora Padilla.

- Está bien, iré hacia el hospital.

Dicho eso colgué y me dispuse a ir lo más deprisa que pude hacia el hospital. Cuando llegué entré muy estresada ya que veía a gente corriendo de aquí para allá. ¿Qué estaba pasando? Corriendo me dirigí hacia la recepción del hospital para ver si él estaba ahí.

- Buenas noches, ¿me podría decir si han ingresado aquí a un tal Tony Padilla?- Pregunté lo más amable posible ya que si me despertaban no era nada agradable.

- Lo siento, pero no podemos facilitar esa información a nadie que no sea familia del paciente-. Contestó la recepcionista.

- Soy una amiga de sus padres, no pueden venir y me han pedido que viniera en su lugar.

La recepcionista me miró dudando si creerme o no. Se subió las gafas y tecleó algo en el ordenador. Estaba empezando a creer que me estaba ignorando cuando me dijo el número de habitación dónde se encontraba. Le di las gracias y corrí hacia el ascensor y presioné varias veces el botón del número de la planta donde se encontraba. Estaba muy desesperada.

Cuando llegué a la planta dónde se encontraba su habitación, me paraba por todas las puertas para ver si era ese número que la recepcionista me facilitó. Cuando encontré la habitación pasé. Lo vi, vi a Tony con muchos tubos alrededor de él. ¿Qué le estaba pasando? Me preguntaba sin parar. Las lágrimas comenzaban a salir y yo no me podía creer que él estuviera en ese estado, en el mismo estado que estuve yo en la última paliza casi mortal que mi ex me propició. No podía ser lo que veía.

Noté como alguien posaba su mano en mi hombro izquierdo, me di la vuelta y era Clay. Cuando lo vi lo primero que hice fue darle un guantazo con todas mis fuerzas, mi rabia hablaba por mí.

- ¡Si no lo hubieras llamado él no estaría tumbado en esa cama de hospital y rodeado por muchos tubos!-. Exclamé con todas mis fuerzas mientras mis mejillas se llenaban de lágrimas.

- Yo no lo llamé-. Dijo algo confuso.

- ¿Qué?

Clay me abrazó con mucha fuerza intentando consolarme pero no podía creer que eso estuviera pasando. Rogaba una y otra vez para que eso sólo fuera una pesadilla. Pero cuando el Sol decidió ponerse me di cuenta de que todo estaba perdido, no era una pesadilla, por desgracia era real.

Aquel día no quería irme a la Universidad pero llegaron los padres de Tony y no tuve más remedio. Allí todos hablaban de lo que le había pasado a Tony. Todos estaban fantaseando con alguna loca historia sobre lo que podría haberle pasado. Nadie tenía ni la mínima idea de lo que le pasó, pero desgraciadamente podría ser malo.


El Misterioso Chico Del Mustang RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora