36

112 16 8
                                    

Cuando desperté, Tania estaba a mi lado. Estaba en mi habitación o celda, ya que se parecía más a lo segundo. Cuando la vi, levanté la mano muy despacio para poder tomar la mano de Tania. Pero no pude.

- Anne-, tomó de mi mano-, no hagas ningún esfuerzo-. Me susurró.

Quería hablar, pero no podía. Las palabras querían salir, pero mi voz era inahudible. Lloré al no poder pronunciar palabra.

- Tranquila-. Tania me susurraba mientras limpiaba mis lagrimas-. Tony y Clay han venido a sacarnos de aquí-. Me explicó.

Yo la miraba sin ninguna expresión en mi rostro, no podía mover ni un solo músculo de ésta, ni de ninguna parte de mi cuerpo.

Dejé de mirarla y empecé a mirar al techo, mi cuerpo seguía paralizado por las descargas eléctricas. Cerré mis ojos, pero los abrí cuando oí una sinerena que sonaba por todo el edificio.

Tania se asustó, pues era un fuerte estruendo. De pronto se empezó a poner nerviosa y se fue de mi celda gritando qué sucedía. Nadi le contestaba o no pude oir a nadie por el ruido ensordecedor de aquella sirena.

Apreté mis ojos con fuerza, como si haciendo eso el ruido pararía y todo volvería a la normalidad, pero no funcionó. Tampoco esperaba que funcionase.

De pronto, sentí como alguien me cogía y me cargaba para poder llevarme a algún lugar. Abrí los ojos apresuradamente y vi a Tony. Tania tenía razón, habían venido a sacarnos de este lugubre lugar. Me alegré, aunque no se pudiera apreciar.

- Tranquilas, estareis a salvo-. Decía Clay mientras apretaba la mano de Tania con fuerza.

- Espero-. Dijo Tania sin mucha confianza en aquellas palabras.

- Los...-, no podía hablar y se me escuchaba como si hubiera litros y litros de alcohol en mi organismo-, guar...-. Me di por vencida ya que no me estenderían.

- Los guardias y cuidadores no se interpondrán en nuestro camino-. Dijo Tony mientras buscaba una forma más rápida de sacarnos de ahí.

De repente, escuchamos pasos acelerados detrás nuestra y murmullos que casi parecían decir algo a gritos. No destinguía muy bien lo que pasaba o quién podrían ser, pero a los demás no les gustó ni un pelo.

- Tenemos que darnos más prisa, nos alcanzarán-. Clay dijo con tono de preocupación.

- Clay, yo no puedo correr con ella cargada a los hombros.

- ¿Estás llamando gorda a mi amiga?

- Tania, ahora no es momento de discutir sobre tonterías-. Puso Clay orden ahí, más bien lo intentó.

- No, la está llamando gorda el muy descarado.

- No la estoy llamando gorda, solo que estoy cargando con un peso muerto y se me dificulta el correr-. Explicó Tony.

- Pero, ¿por qué os parais?-. Preguntó Clay muy nervioso.

- ¡Porque ha llamado a mi amiga gorda!

- ¡Nadie ha insultado a nadie, por favor!-. Exclamó Clay cansado de toda esa situación.

- ¡Eh, vosotros!-. Exclamó alguien detrás de nosotros.

- Pese o no, corred-. Gritó Clay mientras cogía de nuevo la mano de Tania y echaba a correr.

Tony me acomodó en una posición que podría él también correr de aquellos individuos. Me cargó como un saco de patatas y empezó la huida oara escapar de aquellas personas.

Yo botaba y botaba, me dolía todo el cuerpo por los botes que daba mientras Tony corría, pero no me importó. Todo lo que queríamos era salir de allí. También recuperar cuanto antes mi movilidad y así poder facilitar las cosas.

El Misterioso Chico Del Mustang RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora