El Comienzo.

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Hola, aqui tienen otro capitulo, totalmente nuevo que o estaba en la otra historia.

Como se habran dado cuenta, he decidido retratar la Titanomaquia, y tal vez incluso la Gigantomaquia.

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-¡Concéntrate, Perseo!.

La voz de una mujer resonó en un oscuro abismo. Un abismo, lleno de niebla y oscuridad, con ríos de lava brotando de las paredes escarpadas. La penumbra en sí, tenía un aura macabra. Sin embargo, aquellos que vivían ahí, por elección y no porque los encarcelasen ahí, encontraban en Tártaro como un cálido hogar.

En una de las zonas más profundas, se encontraba una gran mansión, rodeada por sombras y por penumbras. La Mansión de la Noche. La Mansión de Nyx.

Tras la lúgubre e imponente mansión, se encontraba una arena de batalla. De ladrillos negros y con antorchas de fuego verde.

Allí, tres figuras combatían ferozmente. Dos de ellos –un hombre y una mujer- tenían cuerpos luminosos, de armadas doradas y auras blancas. El otro, era un joven de armadura plateada, con lanza y escudo.

En el palco de la arena, tres figuras brumosas descansaban. Uno de ellos, tenía el cuerpo de nubes negras con luces rojas dispersas: Tártaro, dios primordial del Abismo. Otro de ellos, era de oscuridad pura: Erebus, dios primordial de la Oscuridad. La última, una mujer –la que había gritado- tenía el rostro hermoso y sombrío, con un vestido y grandes alas negras: Nyx, diosa primordial de la Noche.

La Noche observaba como su pupilo, Perseo, se batía a duelo contra sus dos hijos, Eter y Hemera, la Luz y el Día.

Nyx recordaba como su hermana, Gaia, la Madre Tierra, había venido a ella hacia siglos antes –tres para ser exactos-, con la intención de salvaguardar a su nieto. Nyx haba sido reticente a hacerlo, sin embargo, Gaia le había mostrado un muy válido argumento: El pequeño dios podría finalmente dar fin al reinado de Urano. Si había alguien a quien Nyx odiase, era a su sobrino Urano. Por ello, había accedido a levantar y entrenar a el pequeño dios, Perseo. Sin embargo, con el paso de los siglos, Nyx le había tomado mucho cariño al primero de los dioses. Lo mismo podía decirse de sus hermanos, Erebus y Tártaro, y sus varios hijos, Eter, Hemera, Némesis, Eris, Thanatos, Hipnos, Moros, Momo, Apate, Caronte, Ker, Lissa, Ezis y Keres.

La Noche vio como Perseo combatía contra sus dos más poderosos hijos. El Día y la Luz debían hacer esfuerzos para seguir el ritmo de Perseo. Nyx debía elogiar la rapidez de Perseo, su técnica era precisa y certera.

Esta era su penúltima prueba. En el pasado, Perseo ya había sido capaz de vencer a todos sus hijos. Eter y Hemera mismos habían sido vencidos, por separados claro. Es por ello, que la Noche, las Tinieblas y el Abismo querían ver que haría Perseo contra dos primordiales de segunda generación.

Podía por separado, pero ¿Podría contra ambos?.

Era lo que Nyx quería saber.

Sus pensamientos se detuvieron al ver a su hija, Hemera, ser arrojada contra las escaleras y quedar inconsciente. Nyx dio toda su atención a la feroz batalla que Perseo estaba teniendo contra su hijo, Eter. Nyx debía maravillarse, Perseo ya había vencido a su hija, una diosa primordial y tenía a Eter, otro dios primordial contra las cuerdas.

Nyx se adelantó un poco, viendo como Eter tenía que recurrir a su verdadera forma divina para intentar hacer retroceder a Perseo. Rápidamente, viendo aquello, Perseo había revelado su verdadera forma divina. La habilidad de Perseo con las armas era superior a la de Eter, tuvo que reconocer Nyx, sin embargo, en poder divino Eter ganaba. Aunque ni tanto, eran atronadores los ataques que Perseo lanzaba, y antes de que Nyx se diera cuenta, su hijo, la Luz, estaba inconsciente contra el suelo de la Arena de Batalla.

El Retorno del Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora