El Comienzo de una Nueva Era.

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La Casa de Hades en persona se ocupó del cuerpo de su novio, algo que Thalía agradeció. Persefone lo lavo y vistió con seda blanca, Bianca unto su cuerpo de ambrosia para simbolizar la sangre divina en sus venas, Nico tomo un dracma de oro y lo puso bajo su lengua. Hades en persona lo envolvió en una mortaja –seda gris con un caduceo dorado- y saco el cuerpo de la sala.

Con rápidos movimientos los dioses repararon toda la estancia, y la dejaron en un estado perfecto. Altos y gruesos pilares de mármol sosteniendo un techo abovedado que imitaba a los cielos celestes y brillaba con estrellas y constelaciones. Un gigantesco trono de mármol con ornamentos de oro surgió en medio de la sala, y Perseo se sentó ahí. Un trono de huesos con muchas piedras preciosas a su derecha y uno de mármol con imágenes de familias tallas a la izquierda: Hades y Hestia. El torno de Atenea surgió justo al lado del de Hestia: de simple mármol tallado con lechuzas ornamentadas de plata. El Fuego Sagrado se Hestia volvió a arder, pero con una nueva llama, simbolizando el inicio de una nueva era: la Tercera Era de Olimpo, el Reinado de Oriente, la Victoria de Perseo. Pero no solo eso simbolizaba, pues también simbolizaba el fin de la Segunda Era de Olimpo, el fin del Reinado de Occidente, la Derrota de Zeus.

Los Ciclopes Mayores –Arges, Brontes y Esteropes- hicieron que Poseidón, Deméter, Hera, Afrodita, Dionisio, Heracles, Hefestos y Ares se arrodillasen ante Perseo, Hades y Hestia.

Luego de eso fueron sacados de la sala, con cadenas, mientras varios de ellos suplicaban clemencia a Perseo, que los ignoro.

Mientras se secaba las lágrimas, Thalía se estremeció. Jamás se había dado cuenta de cuanto amaba a Luke hasta que lo había perdido. El viejo dicho de 'nunca sabes lo que tienes hasta que lo pierdes' pareció golpearla con fuerza. Ella sabía lo que tenía: al hombre más perfecto de todos. Pero jamás se había detenido a pensar en cuan esencial era el en su vida. Como una mujer fuerte e independiente, siempre había creído ser capaz de vencer cualquier desafío sin ayuda de nadie. Ahora se daba cuenta de que por muy fuerte e independiente que fuese, todos los desafíos que había enfrentado habían sido superados con ayuda de Luke.

Ese canalla hijo de Hermes se había enganchado a su corazón de maneras que no creía posible, y aunque en un principio no lo había querido permitir, Luke había dejado huellas en su corazón.

Hacia un par de minutos había dejado de llorar, y había compuesto su habitual mascara de indiferencia, aunque sus ojos aun lucían tormentosos. Ella superaría todo eso, debía hacerlo. Ponerse a lamentar la muerte de Luke no le haría bien, y no se sumiría en un estado de depresión. Por mucho que quisiese, no podía. Ella sonreiría y celebraría el hecho de que habían ganado, e incluso si Luke estaba muerto, sabía que su novio estaría encantado de haber muerto en batalla, y peleando por algo en lo que creía. Por mucho que quisiese llorar, no se lo permitió. No le gustaba verse débil, y ya había llorado en público, algo que nunca había hecho. Ya luego tendría tiempo de llorar con la almohada y descargar todas sus emociones.

Vio la mirada de compasión de muchos de sus amigos, pero sacudió la cabeza y se alejó cuando vio que varios de ellos querían acercarse. En ese momento no pudo evitar recordar una frase de Shakespeare en su obra Romeo y Julieta, una simple frase que resumía totalmente como se sentía: «Este corazón herido se cierra a todos los consuelos, se oculta de todas las miradas».

Apenas escucho a su padre dar su discurso. Captaba algunos retazos del discurso, mientras lo oía mencionar las nuevas cosas que traerían su reinado, y la valentía que todos habían demostrado al enfrentar a Zeus y Kronos. Oyó como elogiaba el fervor y la bravura de todos ellos en la batalla, que había sido llamada Batalla de Manhattan. También advertía sobre el trabajo que tendrían parea librar al mundo de todos los males que lo azotaban. Ella mantuvo la vista en su padre, quien la miraba de vez en cuando con preocupación, aunque siendo quien era, no lo mostraba.

El Retorno del Rey.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora