Holis.
Bien, aquí tengo un nuevo capítulo, donde las cosas se van poniendo interesantes.
Quiero decir algo.
Aquí, en este capítulo puede que aquellos católicos, cristianos, budistas etcétera, se sientan ofendidos.
Disculpas de antemano.
Yo mismo soy cristiano, pero cuando uno trabaja con algo como Percy Jackson, a veces debe mancillar otras religiones.
No se ofendan.
Quiero decir, que en esta historia elimine eso de los dioses egipcios, chinos, persas y nórdicos. Aquí, en esta historia los únicos dioses que existen son los griegos y los romanos.
Ni siquiera el Dios Cristiano. Repito, yo soy cristiano, pero comprendan.
***
Año 1945 d.c. Monte Olimpo.
Fin de la Segunda Guerra Mundial.
El salón del trono del Olimpo estaba en silencio. Había una tensión tan gruesa que podía sentirse en el aire. Podían oírse furiosos truenos y furibundos terremotos azotando al Mundo Mortal. El brillo que exhumaba el salón había sido atenuado, a tal punto que todo parecía simple y común; adjetivos que nunca jamás se usarían para describir la sala de los dioses. Los dioses y diosas se veían entre sí con nerviosismo, encogiéndose en sus tronos como si esperasen que alguien saltase y los atacase.
El motivo de tal tensión, era simple: la Segunda Guerra Mundial había concluido.
Muchos creerían que los dioses se alegrarían por ello, pero no era así. No, el fin de la guerra solo había fracturado aún más las ya frágiles uniones de los dioses. Después de todo, aunque los mortales no lo supiesen, habían sido los hijos de los Tres Grandes (Hades, Poseidón y Zeus) quienes se habían enfrentado. Por un lado, Hades, y por el otro, Zeus y Poseidón. En fin, Hades había sido vencido, dejando molesto a dicho dios; Poseidón, si bien había sido aliado de Zeus, no había obtenido el crédito que él o sus hijos merecían por la participación de ellos en la guerra; y Zeus, era un idiota arrogante que creía que solo sus hijos habían hecho algo.
Ahora, eso no era algo nuevo. Las guerras, conquistas y batallas más furiosas y feas de todas habían sido por ellos: las Guerras Napoleónicas, la Guerra Civil Rusa, la Primera Guerra Mundial, las Rebeliones mongolas, la Campaña de Taiping etcétera.
Siempre eran Poseidón y Zeus contra Hades, o Poseidón y Hades contra Zeus. Y, en una que otra ocasión, los hijos de los dioses iban cada quien por su lado.
Eso, más el hecho de que Hades no era permitido en Olimpo, había hecho que las uniones entre los dioses fuesen, en el sentido más literal de la palabra, patéticas.
En la chimenea, había una vieja diosa, de túnica andrajosa y aspecto marchito, que derramaba lágrimas de fuego, por sus impresionantes ojos llameantes. Ella, era Hestia, la Diosa del Fuego y el Hogar. Desde hacía milenios, Hestia había visto como su familia se desmoronaba su alrededor, y ella no podía hacer nada. Hestia había visto como el odio y la lujuria de poder cegaba a todos sus hermanos y sobrinos, y los envolvían en capullos aislantes, que les hacían olvidar a la Familia. Por inercia, la diosa pensó en su hermano, su amadísimo hermano, en quien pensaba tan seguido cómo era posible. Perseo siempre había tenido una forma de unir a la familia, como una clase de pegamento, que los mantenía a todos juntos. Claro, eso había acabado cuando la arrogancia y el ansia de poder de Zeus habían alcanzado su punto máximo. Y solo ahí, solo en ese momento, solo luego de más de cinco mil años bajo el reinado de su hermano, es que la Familia había empezado a dividirse en pedazos.
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El Retorno del Rey.
FanfictionLa confianza es una cosa frágil, Perseo la supo siempre. Se necesitan años para construir una confianza firme, y solo una acción para destruirla. Perseo lo sabe. Él lo sabe. Pero ahora, viendo como los puentes de la confianza que el mismo construyo...