Capitulo 5: Autocontrol

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Esto se está saliendo de control, mi cabeza esta en un mundo de fantasías, mis piernas parecen gelatina y el dolor...ya no hay dolor.

-Alto, Lucas. -lo empuje levemente por los hombros- Ya estoy mejor -Admití- Asique te puedes ir.

Me miró algo molesto pero se levantó y salió del baño cerrando la puerta detrás de él.

Me dejé caer de rodillas al frio piso del baño. Mi corazón latía a una velocidad sobrenatural, como si me fuera a dar un ataque cardiaco. Si moría aquí, seria culpa de Lucas.
Aun sentía sus manos acariciándome, sus besos por mi estomago, su mirada llena de deseo...

¡Deja de pensar en él, Lucy!

Molesta conmigo misma, me levante y me cambie. Tire la ropa sucia a la basura ya que seria muy difícil de quitar la mancha de sangre. Salí del cuarto, pensando en que ropa de cama le podría a mi cómoda camita pero ya estaba cambiada. Imagine que fue Lucas ya que dudo que un fantasma viniera solo para cambiar la ropa de cama.

Aun tenia un leve dolor pero a como estaba antes, era prácticamente nulo.

Me acosté en la cama, sintiéndome incomodo. Como miraría a Lucas a la cara sin morir de vergüenza? A que hombre le gustaría ver a una mujer manchada? Peor aún, que haya manchado la cama. Es asqueroso además de vergonzoso!

Alto...y por que tiene que importarme lo que piense de mí?

Lucy, ese hombre te esta afectando y no es algo bueno.

Me di la vuelta, dándole la espalda a la pared y cerré los ojos, calmándome un poco. Pero la calma solo duro 1 minuto porque escuche como entraba a mi habitación. Me senté de un solo, lista para gritarle pero cuando voltio y lo vi entrar con un tarro de helado de galletas y una caja de Pizza, me quede muda.

-Alaska dijo que te gusta mimarte cuando estas en tus días -aclaro dejando las cosas en medio de la cama mientras se sentaba a la par mía recargándose en el respaldo. Este hombre siempre anda sin camisa en su casa?- Y como no puedes ni moverte, decidí ser yo quien te mimara.

Fruncí el ceño, molesta mas conmigo que con él.

-No necesito que me mimes. No soy ninguna niña pequeña que necesita que la mimen -agarre una almohada y se la tire a la cara- No necesito a nadie! -grite-

-Lucy, solo es un helado y una pizza. -me miro serio casi preocupado- Si quieres me voy pero necesitas comer.

Agache el rostro avergonzada. Que mierdas me esta pasando? Él solo me trata de ayudar y yo lo trato mal, como siempre. Pero aún no podía sacar de mi mente sus caricias y sus besos. Odiaba que se metiera en mi mente, que sus caricias se impregnaran en mi piel, odiaba que mi cuerpo reaccionara a él.

-Quédate -susurre- Pero no me vayas a tocar.

Suspiro pero no dijo nada, solo se acostó en la cama mirando el techo.
Empecé a comerme un pedazo de pizza, era de jamón. Mi estomago agradeció a Dios por al fin recibir un poco de comida después de este día tan adolorido.

Termine comiéndome 4 pedazos, medio galón de helado y una soda que Lucas me trajo hace unos minutos. Supongo que tendría que agradecerle...

-Siento lo que paso en el baño -soltó de repente- Solo quería que te relajaras un poco. -me miro serio-

-Escucha, tu mismo lo has dichos. Eh cambiado demasiado! Ya no soy la chica de 24 años que se acostaba con cualquier hombre sexy. Yo...-suspire- no quiero eso para mí.

Se sentó quedando enfrente de mí, estudiando mi rostro en busca de algo.

-No eras una cualquiera, Lucy. Nunca lo has sido. -lo mire sorprendida con algunas lagrimas apunto de caer- Eres una chica amante de la pasión. No tiene nada de malo querer sentir placer. -me acaricio la mejilla limpiando una lagrima- Yo quisiera darte todo el placer que necesitas.

Y de nuevo ahí estaba. Esa corriente eléctrica que me unía a él. Esa sensación de querer besarlo y hacer todas las cosas indebidas, cosas que un santo no quiere ver. Pero ni él, ni yo somos santos. La pasión y el placer era nuestra vida, nuestra satisfacción.

Henrie odiaba esa parte de mí, quería que fuera mas reservada. Quería una niña santa, que solo conocía la frase "hacer el amor" y no dijera "sexo de una noche". No era lo que él quería, éramos diferentes.

Mientras que Lucas es como yo, versión masculina. Por eso no podemos llevarnos bien.
Los polos opuesto se atraen mientras los iguales se repelan.

Y nosotros seguiremos repelándonos hasta que uno de su brazo a torcer.

No seré yo quien lo haga, tampoco espero que sea él. Pero tenia todo un mes para ver quien da su brazo a torcer.

Una parte de mí, aseguraba que ninguno de los dos lo haría pero aun así podríamos convivir juntos. Talvez hasta llegaríamos a amarnos...

Romper las leyes de la física...es excitante y a la vez me da miedo. Por él y por mi corazón...

Hamilton Pleasures |Serie Hamilton| [TERMINADA] #0.5 <SIN EDITAR>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora