-La mayoría de las chicas les da vergüenza comer frente a los chicos –dijo este entre una carcajada.
-Pues no… -mi teléfono timbro en ese momento era un mensaje, al mirar la pantalla sentí un remolino de emociones encontradas en el estomago, abrí el mensaje y decía ‘Si tan solo pudiera tenerte un segundo mas…’ era de Jorge, sentí como cambie mi semblante inmediatamente.
-¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? –alcance a escuchar a lo lejos la voz de Pablo.
-¿Qué? Ah si lo siento –dije mirando a la nada limpiando la lagrima que corría por mi cara.
-¿Todo bien? –pregunto preocupado.
-Si todo bien –dije sacudiendo mi cabeza para percatarme de que no sospechara que me sentía mal.
Luego de conocernos un poco mas y terminar de comer, sugerí que fuéramos a la pastelería por un postre.
-El pastel de chocolate es mi debilidad –dijo probándolo.
-Si el mío también –dije antes de dar un bocado.
-Esta delicioso ¿tú lo hiciste? –pregunto mirándome como diciendo que no le fuera a echar una mentira.
-No, bueno si pero no es mi receta es la receta de la mamá de Ruggero –explique con una sonrisa.
-¿Quién es Ruggero? –cuestiono.
-Mi mejor amigo –dije sonriendo-. Oye ¿enserio no tienes novia? Es decir eres muy guapo como para no tener novia.
-No, no tengo novia –dijo encogiéndose de hombros.
-Seguro te la pasas conquistando chicas por ahí, con esa sonrisa –dije burlando.
-No me gusta jugar con las chicas, me gusta conocerlas y si resulta gustarme en serio entonces veo que pasa –dijo muy seguro, el chico era encantador.
Me llevo a casa y me dormí rápidamente al día siguiente tendría que abrir de nuevo.
-¿Cómo te fue? –pregunto Ruggero golpeando su hombro con el mío.
-No te burles, solo fue una salida nada mas –aclare mirándolo seriamente.
-Bueno solo cuéntame –dijo ya tratando de sonar serio.
-Bien, Pablo es encantador –respondí lo que quería escuchar.
-Martina tal vez deberías de darte la oportunidad con el, tal vez Jorge solo fue un ‘amor de verano’ –dijo haciendo las comillas al aire.
-¡No! No lo hare –dije luego bajando mi voz rápidamente.
-De acuerdo –alzo sus manos en forma de defensa-. Si no quieren pues no.
-Ya cállate y hay que ponernos a trabajar –golpee su pecho levemente y nos dirigimos a atender a la gente que acababa de entrar.
Estaba en la parte trasera checando todo en la cocina, que todo estuviera en orden y que nada se carbonizara entonces, recordé mi pastel con Jorge y es que como evitar pensar cada maldito segundo del dia en él si se había convertido en mi todo de la nada, cada recuerdo con el me desarmaba por completo y me olvidaba de la realidad en la que estaba.
Sentí como vibraba algo en el bolsillo trasero de mi teléfono y luego de sonreír a la nada ahogada en los mas profundo de mis recuerdos me percate de que era mi celular.
-¿Hola? –conteste sin mirar el identificador.
-Martina -menciono solamente con voz ahogada.
-Jorge –dije con un hilo de voz.