Íbamos en camino, y este iba mirando por la ventana deslumbrándose con el hermoso paisaje, todo iba perfecto hasta que recordé que ahí vive Patricia y no evite sentir un temor enorme. No me despedí de Diego de nuevo, pensé.
-¡Martina! –exclamo Briana al verme.
-Hola Bri –le dije abrazándola y sonriendo.
-¿Jorge? ¡Hola! Adelante, adelante –dijo animándonos a pasar.
-Solo venimos rápido, nos quedaremos en mi casa por mientras –dije recargándome en la pared.
-¿Segura? Prima –dijo ella algo sorprendida.
-Segura –suspire.
-Me da gusto que empieces a superarlo –dijo ella sonriéndome, luego se volvió a Jorge y se le quedo mirando-. ¡Oh! Vamos Jorge, ¿Qué haces tan lejos de Martina? Te la pasabas pegado a ella.
-¿Ah si? –cuestiono mirándome y luego regreso su dulce mirar a Briana, en lo que ella me miraba y yo sacudía mi cabeza de un lado a otro con unos ojos como platos.
-Si bueno, am pues veras… son como mejores ¿amigos? –dijo esta tratando de sonar convincente, pero solo se quedo en el intento.
Entramos a mi casa y todo estaba tal y como lo habíamos dejado, solo que ahora con un poco de polvo. Le dije a Jorge donde seria su habitación, era la habitación que teníamos para las visitas si es que nos llegaba alguna, Jorge se quedo dormido, pobre le dolía la cabeza y era necesario que descansara, me puse a limpiar todo y cuando quede satisfecha con el resultado camine hasta el cuarto de mi madre, me sentí diferente al entrar como si una presión me invadiera. Con la yema de mis frágiles dedos iba recorriendo cada uno de sus perfumes, luego regrese al primer perfume y lo abrí, mis fosas nasales no querían parar de olfatear, olía delicioso; recordé que siempre me había gustado un perfume que mi madre solía usar pero que nunca me quiso decir cual era, para cuando llegue al ultimo mi corazón se acelero, era se un olor inconfundible, un olor dulce y suave, el aroma de mamá, pensé.
Limpie la lagrima que mi ojo derramo, apague la luz y cerré la puerta, me fui hasta mi cuarto y cuando buscaba mi pijama encontré el libro que Jorge y yo solíamos leer, nos faltaba ¡muy poco! Pero como aun tenia la esperanza de que Jorge recuperaría la memoria, pensé en esperar y así poder terminarlo juntos, como lo habíamos iniciado.
Desperté y baje al escuchar un ruido de un sartén, camine hasta la cocina sin hacer mucho ruido y ahí estaba él lamentándose por haber tirado el sartén lleno de comida.
-No te preocupes –dije agachándome con él, ayudándole a recoger.
-Perdón –dijo mirándome.
-Esta bien –dije poniéndome en pie-. Ahorita hago algo de desayunar.
-Gracias –dijo tomando asiento en una de las sillas de la pequeña mesa redonda.
Íbamos camino a la pastelería y en un semáforo mire una librería, aun me quedaban 40 minutos así que me estacione y Jorge solamente me siguió en silencio caminando tras de mi, fui hasta la sección que decía ‘thriller’ y había muchos libros, tome varios y leí la contraportada pero ni uno captaba mi atención, hasta que mire otro que decía ‘Departamento Q: Los chicos que cayeron en la Trampa’ era otro libro del mismo escritor del libro que mi hermoso chico y yo estábamos leyendo y mejor aun, parecía otro caso diferente, así que lo tome.
-¿En serio? Creí que elegirías algo como una novela romántica o algo que todas las chicas buscan –dijo e inmediatamente vino a mi cuando dijo eso en nuestro viaje, y no olvide la respuesta que le dije.
-Pero yo no soy ‘como todas las chicas’ –dije con una sonrisa traviesa.
Fuimos hasta la pastelería, Ruggero ya estaba ahí. No lo encontraba por ninguna parte, fui a la parte trasera y ahí estaba él con la hermosa castaña, Mechi y Ruggero parecían mas cerca de lo normal ¿ya salían como novios? Me pregunte, les eche un vistazo mas y sonreí al verlos abrazados, que bueno que eran felices.