Entrelazamos nuestras manos saliendo de casa, para ir a calentar un poco mi vieja y adorada troca, pero en la puerta había alguien mas esperándome, golpee mi frente con mi mano y me puse nerviosa de verlo ahí, sabia que Jorge se molestaría o se pondría celoso.
-Ho… hola Pablo –dije tratando de aclarar mi voz.
-Hola linda –dijo con una sonrisa encantadora.
-Te presento a mi novio Jorge –dije rápidamente para que con suerte no dijera algo que no debía.
-Hola hermano –dijo Pablo-. Soy Pablo mucho gusto.
-Mucho gusto –dijo Mi amado haciendo un saludo de hombres con Pablo.
-Pablo lo siento mucho, tengo que ir a trabajar pero ¡hey! ¿Qué tal si nos hablamos luego? Podemos mostrarle a Jorge lo hermoso que es L.A –dije ya mas tranquila de ver que Jorge lo tomo con calma.
-No te preocupes, lo dejamos para otro día será divertido –dijo despidiéndose de mi y luego de Jorge.
-Hasta luego –dije sacudiendo mi mano caminando hacia la camioneta-. Tú maneja.
Jorge subió al piloto y yo justo a su lado.
-¿Quién es? –pregunto pegándole con sus dedos al volante sin mirarme.
-La verdad es que salí con él, justo el día que me mandaste el mensaje –conté, no lo quería molesto conmigo apenas lo recuperaba.
-No te preocupes –dijo levantando mi cara por el mentón.
-¿En serio? Solo fue una cena, eso fue todo te lo juro –seguí sintiéndome culpable.
-En serio, confió en ti siempre lo he hecho –dijo sonriéndome y me sentí satisfecha.
-Te amo –mencione rápido.
-Y yo a ti mi amor –dijo acercándose para darme un beso sobre los labios-. Creo que debes manejar tú, yo no conozco por aquí.
-Tienes razón.
Me pase para el piloto y comencé a conducir hasta la pastelería de la hermosa madre de mi mejor amigo.
-Buenas noches –dijo con el increíble sarcasmo Ruggero.
-Cállate –dije mostrándole la lengua.
-Perdón por llegar tarde, nos quedamos dormidos –dijo Jorge mirándome de reojo.
-Si ya entendí –dijo Ruggero empujándonos a la parte trasera.
-¿Que hay? –pregunte poniendo mis manos en la cintura.
-Ya ordene lo que falta, enséñale a Jorge lo que se hace en cocina tal vez pueda ayudar ahí –dijo Ruggero haciendo movimientos con sus manos.
-Si tal vez –dije entre dientes con una risa.
-Shhh no digas nada –dijo mirándome rápido y luego regresar su mirada a Rugge.
-Bueno ¿prefieres estar en otra zona? –pregunto Ruggero encogiendo los hombros.
-Si soy muy malo en la cocina –dijo Jorge riendo por lo bajo.
-¿Malo? ¡Malísimo! Diría yo –dije soltando una carcajada.
-Bueno para mi no es problema ayudar en la cocina y hacer un poco de todo –dijo ruggero sonriendo-. Te quedas en caja con Martina si eso es lo que quieres.
-Pues gracias entonces –asintió.
Nos pusimos los mandiles y fuimos a caja, Jorge miraba cada paso que daba me observaba de arriba abajo.