37. La fiesta.

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        Nicholas.

          Silencio, eso era lo que había entre nosotros. Era impresionante, porque, ella tenia razón. Me estaba convirtiendo en algo que no sabía que podría ser. Me convertía en hombre, nono, hombre no es la palabra, me estaba convirtiendo en animal. Pensaba solo en que los hombres son superiores y... Eso estaba mal.

      Decidí sencillamente trabajar, tendría que hacerme cargo de las medicinas y consultas de la niña mientras que mis padres se recuperaban de... Todo.

      Emma..., ella solo se volvió a ir, y me dejo, de nuevo. Se fue a Miami a estudiar, una gran universidad le dio una beca y, estoy totalmente agradecido por ello, porque, tenía que organizar mis ideas y mis pensamientos, y Emma no hacia mas que elevarme la autoestima y el ego.

     — Nicholas, hazlo, sal, llevas toda la semana, trabajas y regresas, trabajas y regresas.— ruedo los ojos ante los comentarios de mis padres, los mismos de todas las semanas.—Al menos para despedirte.

    Si, me iria, a Carolina del Sur, específicamente a Columbia, y lo hago mañana.

     —Esta bien, esta bien, hoy Michael tendrá una fiesta.— nos quedamos en silencio esperando mi respuesta.— Ire.— ellos aplauden emocionados y yo suelto una carcajada.

     Me coloco un jean oscuro y una camisa blanca tropezando con las dos maletas en el suelo, reviso el cuarto de mi hermana a ver si esta dormida y bajo.

    —Acuerdense de darle la medicina, la que esta en la cocina es a las doce, la que esta en el baño de ella es en veinte minutos, y la que esta en mi baño es a las tres.— bajo las escaleras trotando.

     — Si, si. Hijo, estás enseñando a tus padres a hacer hijos.— suelto una carcajada y salgo de mi casa hacia la casa -donde se hacen las fiestas- de Michael.

     Apenas estaciono el auto siento como los vidrios retumban con el sonido y sonrio. Apenas llego a la entrada no tengo la necesidad de que me busquen en la lista, y al primero que veo es a Michael.

     — ¡Hey, Michael!— Nos saludamos.

     — Me sorprende que hayas venido.— por su cara pasa algo..., no lo se.—ven, te presento un primo.

    Lo sigo y paramos frente a la barra.

     — Hey hermano.— Michael se sienta al lado del chico de espalda ancha y le dice algo, a lo que los dos ríen.— Te presento a Nicholas, un amigo, Nicholas, el es Ethan, mi primo.

    —Un gusto.

    — ¡Michael!.

     Oh mierda, esa voz... ¿Que si la reconocería donde fuera? Lo haría hasta dormido.

      Michelle se cuelga a a Michael y no logro evitar susurrar su nombre.

     — Nicholas... ¡Creí que te irías!— grita por encima de la música.

    — Claro, me voy mañana.— instantáneamente nos movemos hacia la barra del otro lado.— ¿como has estado?

     — Bien, la verdad la última semana fue algo agitada, pero al fin me gradúe.

      — Oye, cierto, Felicitaciones.

      — Gracias.— alarga la s.

      — ¿Quieres bailar?

     — Claro.

   Luego de una hora, estábamos hechos sudor, sentados en la barra con un trago en la mano. Cuando quise besarla, se apartó, pero solo un poco.

    — ¿Que hice?

   Cerró los ojos y respiro profundamente.

    — Lo sabías, sabías lo de Milán, lo de María y aun asi no me dijiste nada.

    — No quería separarte de tu mamá a conveniencia mía, no era algo que te tenía que decir yo, Michelle...

    Ella agito su cabeza y sonrió.

   — ¿Seguimos bailando?

   Claro.

       ¡¿Que coño le pasa a la generación de ahora?! Se supone que bailar, es, ¡Bailar! moverse con la otra persona, no besarla.

     Pero bueno, aquí estoy, tratando de subir con Michelle en mis brazos. Mis labios envuelven ferozmente a los de ella, casi me saben a jengibre, picante pero dulce. Logro entrar a la primera puerta que veo y cierro rápidamente. Desabotono los botones de Michelle y ella me quita los pantalones. Me separo un poco para ver los senos perfectos de ella, retomo su boca y, adentrando una pierna mía, entre las de ella la acuesto en la cama.

    Dos parpadeos y estábamos hechos sudor, y sexo. Michelle, luego de cinco minutos se levanto de la cama.

     — No, Nicholas, esto no puede ser, tu... mañana te-te vas y yo-yo, esto puede ser.

     Ella deja de dar vueltas y me mira.

     — Michelle...

     — No, nada de Michelle.

     Se comienza a vestir y sale al son que entra otra persona.

     Agarró la camisa y me la coloco en el pasillo. Salgo a la terraza y saco un cigarro.

    Ahora si, esto ha sido una inmadurez de parte de Michelle, ella aún no estaba lista para tener pareja, creía que tenía todavía catorce años, y, me van a disculpar, pero yo no puedo estar con gente asi, la madurez por delante.

    Estuvo apunto de echarme la culpa y es que, ¡Demonios! ella estaba lo totalmente inalcoholizada como para darse cuenta. ¡Joder! ¡Fui un estúpido! ¿Quien en su sano juicio creería que volveríamos a estar juntos? y es que, no lo voy a negar, mientras le hacia el amor -porque si, a ella nunca la voy a follar, es algo imposible, como tragar y respirar al mismo tiempo- vi una esperanza de estar juntos pero, ¿Que mierda estaba pensando? Yo me iba hoy por la mañana, lo nuestro es imposible.

    Me llama la atención como un tumulto de gente empieza a reunirse y bajo corriendo al ver a Michelle en el centro de todos ellos.

    —¡Ya basta! ¿Que pasa aquí?

    — Rogers quería abusar de Michaela.

    — ¿De quien?

     El apunta hacia atrás y la veo, indefensa.

     —Se llama Michelle.

      — ¡Rogers largate de la casa!— Michael dice a través del micrófono del escenario haciendo que todo quede en silencio. 

      Rogers empuja a Ethan pero se larga.

     — Gracias hermano...— El solo asiente y se va.



  —  Te queremos...—  abrazo a una mamá llena de lágrimas.—  Escribenos cuando llegues, por favor.

    —  Y yo los quiero.—  Abrazo a mi papá.

     —  Adiós hijo.

     Me acuclillo y abrazo a Elizabeth. 

     — Cuidate princesa.— le doy un beso en la coronilla.

     — Pasajeros con el vuelo número, 511, con destino a la ciudad de Columbia, Carolina del Sur, por favor abordar por la puerta número 13, Ultimo llamado...— la chica siguió diciendo lo que ya casi todo el aeropuerto sabía y me adentre a la puerta.

      Adios. 

NicholasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora