Nicholas.
— Uish, puta esa.— Antonella observa a Ginette con desprecio y suelto una carcajada.
Ginette es la chica que ha pasado por la pierna de la mayoría de los estudiantes, y también de las mías, pero algo mas express, si.
— ¡Vamos, Nicholas! Porfiii.— Antonella hace un ademán con las manos -retomando la conversación que teníamos antes e que Ginette se paseara al lado nuestro.- como si me estuviera rogando y hace un puchero. La miro y trato de reprimir una risa, pero fue imposible.— A ver ¿Por qué no quieres?— Coloca sus brazos en la cadera como jarra y frunce el ceño.
— No lo se Anto, solo me quiero quedar en la habitación.
— ¡Pero si has pasado con veinte este mes!
— Y para llegar a eso, tuve que desvelarme, quiero dormir.
— ¡Ya lo se!— Alza un dedo mientras choco la mano con César, Antonella lo ignora por completo.
Uff, pelea de parejas.
— ¡Yo invito!— aplaude animada y niego.
— Ya dije que no, Anto...
— Pero...
— Antonella, Nick ha dicho que no, al menos respeta su decisión.
Señores y señoras, el funeral de César es mañana a las cuatro de la tarde, y el entierro a las siete.
— ¿Y a ti, quién te pregunto?
— Solo defiendo a mi amigo.
César pasa su brazo por encima de mis hombros y me aprieta contra el.
— ¡Ah, claro! Se me olvidaba, tiendes a defender a todo el mundo antes que tu a tu novia.
— ¡Que ya no somos novios...!
Ese grito hace que Antonella cierre su boca y se le agüen los ojos. ¡Mierda! Antonella era una buena amiga, demasiado sentimental, y lloraba por casi todo, aún asi no me gustaba verla llorar.
— ¿Que...?
— Dijiste que querías que nos tomaramos un tiempo, se lo que eso significa, Antonella.
Ella niega con la cabeza y la agacha un poco. Antonella tiene tres fases, fase uno: Es una imperativa total; fase dos: la impactan y se calla; fase tres: acepta el regaño, se hace sumisa y llora.
— Yo... Solo quería que... Que me trataras de recuperar.
— ¿Que?
— ¡Que quería ver si te importaba!
La gente empezó a ver extraño a Antonella que lloraba y decidí alejarme e irme a mi habitación. Cuando llegue lo primero que me capto mi vista era la foto en la mesilla al lado de la cama de César, era un recuadro con una foto de ellos dos, cuando cumplieron un año de novios, estaba Antonella dormida en las piernas de César mientras que el trataba de sostenerla bien.
Me dolería si se separaran, solo Dios sabe cuántas veces César ha llegado borracho o me ha hablado demasiado solo por ella, y también sabe cuantas veces me he quedado dormido con la oreja en el teléfono mientras antonella me habla de los bellos que eran.
Me desperté con un estruendo en la puerta y visualice a César entrar y maldecir, me fije en la ventana y me di cuenta que ya se había hecho de noche. César empezó a patear su cama y agarró la foto estrellando el recuadro en la pared, me levanté rápidamente y lo agarré de los hombros, lo senté en la cama y deje que llorara, deje que fluyera, no sería la primera vez, y supongo que tampoco la última.
— No la quiero perder...
— Buscala.
Y como si nunca hubiera pensado en esa posibilidad, se levanta y se va de la habitación. Resople frustrado y me restregué los ojos, visualice el reloj, son las 10:50 de la noche, asi que decidí bañarme y volver a acostarme.
Casi siempre, apenas tocaba la cama me quedaba dormido, pero... Cuando eso no pasaba, significaba que algo andaba mal, con quién sea, y me dio miedo.
Cuando al fin logré quedarme dormido el timbre del teléfono me despertó, antes de contestar traté de ver que hora era, y si no me equivocaba, las dos de la mañana. Evite cegarme más y contesté sin saber quién llamaba.
—¿Si?
Un silencio inundo la línea, entrecerré los ojos tratando de ver mejor en la oscuridad, la luna me ayudó dándome a ver a César y a Antonella acostados durmiendo.
—¿Hola?
—Cariño...—mamá sorbía la nariz y me senté rectamente en la cama.
—¿Mamá?¿Que pasó?
—Es... Elizabeth...
—¿Que? ¿Que ha pasado?
Ignore el hecho de que ellos dormían y me comencé a vestir, iría al aeropuerto y tomaría el primer vuelo hacía casa.
—No te apresures mucho en venir... Porque...
— ¿Por que qué?
— Ha muerto...
¡¿Que?!
Ni lo pensé, solté el teléfono sin responderle y me terminé de colocarme los zapatos, me tropecé como tres veces haciendo que César se despierte, prendió la luz de su mesilla y me veía sin entender lo que hacía. Agarre un bolso y metí tres camisas y dos boxers, allá me las apañare.
— Nicholas....— ignoré la voz de César y empecé a buscar mi billetera. ¡Mierda! ¿¡Donde coño la deje?!— Nicholas...— gruño en voz baja. Se sentó en la cama y se frotó los ojos.
Me coloque el bolso en lo hombros y cuando salí, César gritó mi nombre,
Aja, cerebrito, ve a ver tu como llegas a las cuatro de la mañana al aeropuerto sin efectivo.
Eso hizo que parara en seco y me volteara, cuando me volteé me encontré a Cesar viniendo hacía mi con una camisa mal puesta.
— ¿Que demonios Nicholas? Son las cuatro de la mañana.
¡Bingo!
— Necesito de tu ayuda.— César arrugo el entrecejo y suspire.—Necesito que me lleves al aeropuerto.
— ¿Que coño...? Te llevo mañana si quieres Nicholas pero...
— ¡Escúchame, maldita sea, César! Mi mamá me acaba de llamar diciendome que mi hermana menor murió, y no voy a esperar hasta mañana para ver si es cierto, con o sin ti, iré al aeropuerto.
Atraje toda su atención, César sabía toda la enfermedad de Elizabeth, y no dudo ni dos segundos y fue a buscar las llaves de su auto, para mi desgracia Antonella se despertó y se coloco a pelear con César, cinco minutos después antonella venía con César y sus babuchas, no le importo acompañarnos en pijama.
Cuando llegamos al aeropuerto me toco comprar el vuelo mas proximo hacia allá, que no salía sino en dos horas, les dije a los chicos que me quedaría en el aeropuerto pero aún asi no se fueron, me acompañaron hasta que me llamaron y eso se los agradecí y les dije que les debía una, cuando me monte en el avión hice algo que nunca pensé que volvería a hacer.
Dicen que los hombres no lloran, yo pienso que no han conocido el verdadero dolor de la vida.
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Nicholas
Teen FictionElla, una chica de dieciséis años recién cumplidos, es como cualquier otra chica, divertida, simpatica, celosa, pulcra, terca, como cualquier otra, pero para él no lo es, para el ella es distinta a las demás y que tiene algo en sus ojos que lo mata;...