40. Ya lo decidí.

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   Noah.

    (N/A: Capítulo no apto para personas con carácter sensible, tiene partes fuertes para el público, por favor mantener la discreción. Yo por mi parte he tenido que para de escribir un par de veces)

   Siento que me están haciendo una puñetera broma, esto no puede ser, acababa de librarme de ello, acababa de desencadenarme de tal semejanza, y de repente ¡Bum! Elizabeth murió.

    La última semana me he estado quedando donde mis padres, con quienes ya he cerrado el ciclo de lo de la otra mamá, ya los quiero igual que antes pero no se sentía igual.Mi mamá no biológica me miro con decepción mientras que María me abrazo con cariño y me dijo que quería que fuera una niña. Esas cosas, esas diferencias, hacían el cambio. 

   Travis... Por su parte se había cerrado mucho, mucho, mucho mas cuando le contamos lo de Elizabeth, de hecho ya ni hablaba y eso me duele. La rutina de Travis era, levantarse, comer, encerrarse en el, almorzar, llegar de la escuela de él, encerrarse, cenar, y dormir. Todo el progreso que habíamos obtenido gracias a ella se había ido a la mierda, y un poco mas.

    Ademas se había negado en ir y ver a su mejor amiga muerta, ¿Y quién lo obligaría? Por eso estábamos aquí en la camioneta, camino al funeral, sin él.

     Acaricie mi tripita que cada vez se volvía un poco más grande pero aun no llegaba a notarse, y menos con este vestido, gracias a Dios, así Nicholas no sospecharía nada. Nicholas... Sabia que me lo iba a encontrar y que no iba a poder mirarle a los ojos por lo del embarazo y por lo del sobre que está entre mis dedos. Si, ¡Ya lo decidí! Daría la carta para que el cura la leyera y no yo.

    Cuando llegamos se veía la gran tristeza de todos, se notaba, el aire era pesado, nadie saludo a nadie, solo nos empezamos a reunir, y mi respiración fallo. Cuando lo vi fallo, estaba mas bello que de costumbre, tenía mas cuerpo, el cabello mas largo y esos ojos... me quitaban el aliento una vez mas. Me acerque al cura y le entregué la carta, el asintió a su compromiso y me posicione al lado de Nicholas.

     El cura empezó a hablar sobre Elizabeth, y empezó sus discursos y las oraciones, luego leyó las cartas que le dejaban a él y al instante me arrepentí. ¿Como coño se las quito? Pues no podía, ya estaba abriendo el sobre de la mía.

    — Querida Michelle.— Instantáneamente las miradas se posaron sobre mí, excepto Stephanie, ella sabía lo que venía y simplemente evitaba mirarme agarrada a la mano de Michael. Y recordé lo que decía...

    Querida Michelle:

   Realmente tú, solo tú me das la tranquilidad para entregarte esta carta, porque se que fuiste niña y no te hubiera gustado que lo dijera. Realmente se que no tendré el valor para decirte lo que está escrito en la carta pero quiero que cuando la leas, no interfieras en mi decisión.

    El doctor dijo que podría morir al pasar de unos meses, la hemorragia aumentaba pero el no hacía nada, solo me miraba con esa cara... Con la misma cara que me veía antes de empezar a quitarme la ropa y él los pantalones, con la misma cara que veía cuando tenia necesidades, con la cara que observaba cuando me agarraba el cabello por atrás y lo jalaba gritando o cuando cabalgaba sobre mi frágil yo; admiraba mi pequeño cuerpo, pero no de esa manera en la que yo hubiera deseado que cuando fuera mayor, un hombre me mirara.

    Por esa razón, si Dios me daba una segunda oportunidad ante la hemorragia, igualmente estarían todos acá, por eso te entregué la carta con toda la seguridad del mundo, porque sabía que de una manera u otra este sería mi destino y que ustedes estuvieran allí, el suyo.

    Dile a Nicholas que lo perdone y que me perdone, se que me ama, mas que a cualquiera cosa, aún cuando , iba a buscarme en el cuarto, me abrazaba y me contaba sobre lo mucho que te amaba, me hablaba de queme quería llevar a viajar, y dude, dude en hacer lo que estuve pensando hacer, solo por el, dile que lo amo.

   A mamá y papá... Yo los perdono a ustedes por todo lo que hicieron, perdonense ustedes. Los quiero. 

    Travis... Te amo pequeño, solo dios sabe cuantas de mis oraciones eran para tu pronta mejora, y lo lograste, déjame decir que no viví mucho para saber que era amor... Pero para mi, lo que sentí por ti, fue eso, amor.

    Michelle, entrega esto luego de que mi destino se haga en la tierra, confío en ti, te deseo lo mejor.

   Con cariño, Elizabeth.

    Las miradas seguían sobre mi, excepto la de Nicholas. Todos se quedaron callados y yo decidí que la mancha de mi zapato negro era muy bella.  Cuando pasó diez segundos, a lo que lo sentí como un eternidad al fin alguien rompió el silencio.

    — Eres... Una... ¡Maldita!— el padre de Nicholas se acercó a mí y cuando me lanzó a golpear instantáneamente coloque una mano sobre mi vientre y una en mi espalda protegiendo al bebé.

    Sin embargo, el golpe nunca llegó, Nicholas tenía a su papá en los brazos y lo empujó para que no se me acercara y decidí que era el momento de irme de allí, salir y no volver a unir lazos con ellos, pero su mirada sobre mi mano me congeló.

    Al menos ten algo de respeto.

    Agache la cabeza y me acerque a la urna, le di un beso y  me perdí entre la gente con una mirada muy especial en mi nuca.

    En unos cinco minutos ya estaban los cinco en  la camioneta de Milán. Seguro yo tenía un horroroso aspecto, pero lo primero que hicieron Fuá acogerme en un gran abrazo y adentrarme al auto.

    Lo hice... Cerré esa etapa, ya puedo respirar sin grumos...


NicholasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora