30. El por que.

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Michelle.

— Voy a la barra— Stephanie asiente y sigue bailando, me acerco a Derek, el bartender y le guiño un ojo—Dame dos botellas de agua—el se rie y me las sirve.

Escucho un grito, luego escucho como un vidrio se rompe y como la musica para.

  «Es mi oportunidad» entro de nuevo a la casa y veo a los chicos, buscarme, cierro los ojos y me alejo, salgo de la casa corriendo, tratando de que nadie me vea y yo poder lograr mi cometido.

Estar libre es unas de las mejores sensaciones que pueda experimentar el ser humano, sin ataduras y sin complejos, esa sensación de que puedes hacer lo que quieras sin que te regañen, griten , golpeen.

Pero yo no estaba así, estar libre no significa solo estar libre físicamente sino también mentalmente y yo no podía. Tenía ese prejuicio, de que algo pasaría, de que me pasaría algo o también de que no podría lograr mi cometido.

Arrugue la cara al sentir vidrios bajo mis pies y sacó del bolso unas sandalias, quizas los chicos se habían ido preocupados, pero tendrian que entenderme.

Empiezo a caminar, sin pensar bien hacía donde, mañana me iría, pero no podía desde la casa, así que me tocaba quedarme hoy en un motel. El suelo se alumbra antes de empezara llorar, mojandome completamente, me abrazo al bolso como si fuera mi única y oportunidad, y realmente así lo era.

Camino lo que son dos horas, donde pasan autos, silbandome, gritándome, riéndose; hasta me echaron cerveza encima.

  Hacia mi vienen camino dos chicos, gigantes y seguramente no con intenciones de darme un suéter y un carro.

  — Hola linda— arrugo la cara ante el olor que impregnan los chicos y pongo los ojos en blancos. Uno me agarra del brazo y me zafo fácilmente— te acompañamos— sigo caminando y empiezo a caminar detrás de mí. Siento el corazón palpitar más rápido de lo usual y cierro los ojos al mismo tiempo en el que dejó de caminar.

  — Déjenme— sigo caminando y respiro fuertemente. Discretamente saco un cuchillo -que me había llevado de la cocina- y apretó el mango, volteo rápidamente con tal de enterrárselo a uno y conseguir ventaja pero un tercer chico me agarra el brazo. Con una gran agilidad voltea mi muñeca haciendo que yo misma me apuntara con el cuchillo.

— Camina— me pongo a temblar y hago lo que me dicen con pasos cortos.

Pasados ya 15 minutos en el que caminábamos sin rumbo se nos acercan un grupo de 5 chicos.

— Hey Rotzan, deja un poco chico— sonríe con sorna cuando me ve y los cinco recorren con la mirada mi cuerpo haciéndome temblar fuertemente. El tal Rotzan, el que me tenía agarrada apuntándome me soltó y me quito el cuchillo.

— ¿Qué quieres Alejandro?

El chico que estaba a mi izquierda se había posicionado al frente mío, mientras que el de atrás no se había inmutado.

— Vamos Rotzan, la chica no está tan buena, podrías compartirla ¿Qué dices Colle?— miro a uno de los chicos, no sé exactamente cuál pero me vuelve a mirar

— Digo que eres tremendo gilipollas— espeta Colle, el que estaba en frente mio.

— Quédate quieta— siento el aliento del chico que estaba atrás rozar mi cuello provocándome un escalofrío.

— ¡Hey Chip! ¿Que tanto murmuras con la señorita?— uno de los chicos que estaban enfrente nuestro se acerca pero el tal Colle le impide llegar a mi.— ¿Enamorado Colle?— Todos los chicos de enfrente se colocan a reírse y escupen. ¡Que repugnancia!

NicholasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora