Michelle.
Y aquí estaba yo, frente a la nueva casa. Iría a vivir con mi madre, y no lo puedo negar, lloré como no tienen idea, parecía María Magdalena.
Milán abrió la puerta, al otro lado de ella estaba: Colle, Gabriel, mi madre, Chip y Rotzan. Rode los ojos cuando lo vi, el al contrario sonrió.
Cuando estaba ya arreglando mi cuarto María entro.
Coloque música y me dispuse a arreglar el cuarto con ella, me sorprendió lo fácil que me pude abrir con ella, le conté prácticamente todo, desde mi virginidad hasta lo de Elizabeth. Al inicio me dio miedo que me juzgará, luego me di cuenta que jamás lo haría. Es mi madre, no una jueza.
Me explico que ella nació en Rusia, viene de una familia Rusa, pero que allá el terrorismo era tan grande que se vino con unos tíos de ella, con ellos vino un recién nacido Rotzan, el niño había sido abandonado y adoptado por unos tíos/abuelos.
No se criaron como hermanos, porque realmente mamá siempre le llevo muchos años, apenas Rotzan cumplió los diecisiete se fue de la casa, pero regreso, pues es amigo de Milán.
Me cuenta que Colle y Chip, son hijos de su hermano, es decir, mi tío. Dice que espero demasiado tiempo para venirse, llegó aquí hace cinco años, pero que apenas supo lo que hizo mi otra mamá -la hermana de el.- no quiso saber de ella. Gabriel, es solo un amigo de ellos, dice que son inseparables, unos mosqueteros.
Me cuenta que está saliendo con alguien, desde que dejó a mi papá se está dando el gusto de salir con alguien que la hace sentir bien. Dice que es un doctor, realmente no entro en detalles, pero le brillaron los ojos.
El siguiente día fui a clase. Nicholas no se acercaba y yo tampoco. Le conté todo lo que pasó a Stephanie, dice que se siente incomoda porque ya no estoy allá, que va a empezar a trabajar y tratara de buscar un apartamento. Le dije que cuando quisiera podía venir a visitarme, no me importaba, y dijo que lo haría.
Nathan me dio apoyo, y dijo que quería ir a cenar conmigo en estos días, pero algo relajante, no me quería decir lo obvio.
Cada día veía menos a Nicholas, uno que otro encontronazo en los pasillos, pero estaba muy pegado a esta chica.... ¿Emma? Si, bueno ella. En los pasillos se rumorea que volvieron a estar juntos. Y me dijeron otra versión de la historia que, Nicholas me había contado.
Baje los escalones de la casa, eran casi las tres de la mañana, pero no podía dormir, estaba en exámenes de finales y me estaba volviendo loca.
Cuando llegue a la cocina deje el libro en la encimera y agarre el poquito que quedaba de un cereal, me lo servi con leche, y cuando quise ponerme a estudiar, cinco malditos chinos* entraron a la cocina.
— Princesa.— Milán se acerca y me da un beso en la cabeza. Se sienta al lado mío y pasa un brazo por mis hombros.
— Hola Michelle.— uno a uno me saludan, excepto Rotzan.
— Ustedes si joden, de verdad.— mascullo en español.
— Te entiendo, linda.— dice Gabriel. No lo evito y suelto una carcajada.
— ¿Que hacen aquí?
— Es como nuestra casa, ¿Que haces despierta?— dice rápidamente Rotzan.
— Exámenes.
La noche fue más larga de lo que pensé. Los chicos agarraron mi cuaderno, unas gomitas que había en la alacena, galletas de avena y unas cervezas. Todos nos sentamos en círculo y me empezaron a enseñar.
Aparentemente Milán era el menor allí, el único que estaba a punto de graduarse.
Milán, 17. Chip, 18. Colle, 19. Rotzan, 20. Gabriel, 21
Parecían hermanos con una madre ninfómana.
Me ayudaron a estudiar, cada vez que me equivocaba me hacían tomarme la mitad de una botella de cerveza, recordándome que si llegaba a ir borracha a la secundaria me pillarian. Cuando me costaba acordarme algo, me daban gomitas y cuando acertaba, la mitad de una galleta.
Total, dos cervezas, veinte galletas e infinidades de gomitas.
Cuando me di cuenta ya era hora de irme, Milán me dijo que me esperaría, ya que el no tendría la decencia de cambiarse para ir a clases. En cambio, Me coloque unos jeans rajado, una camisa manga larga blanca y mis anteojos.
Mamá estaba de turno en el hospital, así que no llegue a despedirme de ella.
Cuando llegamos a la secundaria los rumores empezaron como rata en alcantarilla.
Iban desde: se acostaron, hasta: la violaron y el la rescato.
Presente mi último examen de biología, gracias a Dios, era viernes, solo faltaba una semana y houla verano.
Antes de salir de clases, con la última campanada, el profesor me llamo. Espero a que todos salieran, para señalarme que me sentara.
Le echo ojo a unas hojas y me miro, en cambio, yo estuve mirando sus brazos todo el tiempo.
Si, era mi profesor, pero no lo podía negar, buen cuerpo, buena cara, cabello sutil, buena estatura.
Si no fuera tan mayor, mi profesor, y estuviera casado, tendría algo con el.
— Y dígame, Michelle, ¿Esta teniendo problemas en casa?— y así fue como un hilo rojo empezó a anudarse en mi garganta. Me limite a asentir.— Vera.— se levantó de su silla y se arrecosto en el escritorio, dejando solo una mesa de por medio.
Me puse nerviosa, como nunca antes.
— Desde hace dos semanas tus notas han bajado, preocupantemente, la semana antepasada asistio solo dos días. Me preocupas. Eres inteligente Michelle, pero no sabes cómo explotar tu potencial, lamentablemente, de hoy en dieciséis, a las once de la mañana, tienes que venir a presentar el examen de reparación.
No pude evitar soltar unas lágrimas pero me levanté.
— esta bien, profesor.
El profesor me abrazo y sentí un calor paternal en el, algo que no sentía desde hace tiempo.
— Y me dijo que reparo el viernes de la semana de arriba. — Milán frunce el ceño, notablemente disgustado.
— ese día me gradúo.
«Mi.er.da»
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Nicholas
Fiksi RemajaElla, una chica de dieciséis años recién cumplidos, es como cualquier otra chica, divertida, simpatica, celosa, pulcra, terca, como cualquier otra, pero para él no lo es, para el ella es distinta a las demás y que tiene algo en sus ojos que lo mata;...