XVII

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Entramos a su habitación, me pareció de lo más bonita, Jungkook sin duda seguía siendo un niño, tenía una alfombra enorme en el suelo con el escudo de Capitán América, las mantas, sábanas y forro de la almohada eran de Iron Man. Su habitación estaba hecho un desastre...eso me gustaba, por lo menos estaba peor que la mía, eso me hizo sacar una sonrisa, y puede que también una pequeña carcajada lo suficiente alta como para que JungKook la escuchase.

- ¿Qué pasa? ¿Nunca viste una habitación desordenada tan sexymente?

Comencé a reír y le metí en el armario para que se vistiese. Era uno de esos armarios enormes, sí, como el de una barbie, pues ese tipo de armarios. Cerré la puerta y escuché como comenzaba a cambiarse. Me senté al borde de mi cama y le escribí a mi madre.

Madre

¡Señora Min! ¡La invoco ahora mismo!
18:23

Qué pasó?

18:24

Por qué no estás en casa aún?
18:24

Woooooo, relájate. Estoy en la casa de Jungkook.

18:24

Tardaré un poco.
18:24

Pero llegaré viva, lo prometo.
18:25

Después voy a revisarte, entendido?, no quiero ningún chupetón.
18:27

Que sí.
18:27

Espera, ¿qué?
18:27

Visto a las 18:39.

Me asusté al escuchar el ruido del armario abrirse y pegué un pequeño brinco del susto a lo que JungKook se burló riéndose de mí, y como no, le tiré la almohada de Robin pero lo cogió a tiempo pues ya me veía capaz de tirarle algo por burlarse de mí.

- Bueno, ¿estás listo?, tardas más que yo en prepararte.

- Probablemente no cariño. - Hizo como si tuviese una larga melena y yo suspiré rodando mis ojos. - Vale, vale, ya paro. ¿Me atas la corbata?

- Para algo me metiste en tu habitación, si no me equivoco claro.

- Para algo me metiste en tu habitación, si no me equivoco claro. - Me imitó con una voz más chillona.

- ¿Eh? Esa siquiera es mi voz.

- Claro que no lo es.

- Claro que sí lo es.

- Lo que tu digas, dame esa maldita corbata para irme ya.

Me tendió la corbata riéndose un poco y yo la tomé comenzando a ponérsela. Hubo un silencio muy cortante, pero eso no hizo que miras hacia arriba, sol tenía que hacer lo que me pidió, hacerle la corbata. Se la até con fuerza imitando lo de hace varios minutos en la cocina con el delantal y se me escapó una carcajada al ver como se la aflojaba.

- ¿Pero qué haces idiota?

- Uy, lo siento, es la manía de ponerme corbatas.

- Tú nunca te pones corbata.

Me pilló con las manos en la masa, pero da igual, eso no me impidió que me riese. Después de ayudar a peinarle bajamos sigilosamente, él me acompañó a la parte trasera de la casa y me ayudó a pasar el pequeño muro que había para poder salir de la casa. Nos despedimos y me fui a mi respectiva casa.

Dulce Amargura - Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora