Capítulo cuatro: Primera salida, primeros problemas.

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Aquél beso no había sido con movimiento de labios, sin embargo, por su forma tan normal, para ambos fue especial de cierto modo. Más para Harry, ya que, Mei no sentía nada hacia el ojiverde, sin embargo, el beso había despertado tímidas chispas en ella. Chispas que seguramente podrían convertirse en fuego, y, ese fuego no podía existir. Se negaba.

Y así la noche para Mei se hizo interminable; no podía conciliar el sueño. En unas horas debía ir a la escuela, alias, «el calvario.», y exactamente no sabía cómo iba a mirar a Harry. Bueno, sí sabía.

Con los ojos.

No, estúpida. No sabía ya que la vergüenza se apoderaría de ella. Pero, sí sabía algo. Harry actuaría de lo más normal del mundo, era un beso más. Un simple beso más. De todas maneras, ella quería convencerse de que... De que Harry aunque sea le había gustado el beso. El corto beso.

—¡Dicen que Harry ya ha besado a todas las chicas de las clases de segundo!—Dijo una chica en un tipo de susurro que no funcionó. Mei había escuchado.

—¿Sabes?, ayer una amiga dijo que vio a Meiran, la rara de la clase 2-B, besándose con el apuesto de Harry. Así que, sí, besó a todas.

—¿¡Con qué estómago hizo eso!?

—Ni idea, sólo me carcome la envidia, ¡Odio ir en primer año!

Mei no pudo seguir escuchando y siguió caminando por el pasillo, con ya toda la secundaria sabiendo de aquél beso –mujeres–, y sabía que esto sería un problema, un tremendo problema.

Siguió con sus pasos hasta que sintió una mano tomarle el brazo y hacerla parar.

—Hola.—Le saludó Harry.

—H-Hola.—Musitó.

—¿Qué sucede?—Preguntó.

—¿Has besado a todas las chicas de segundo año?—Contrapreguntó.

Harry dejó de sonreír, pero luego de unos segundos volvió a hacerlo.

—Los rumores corren rápido.—Contestó sin dar la respuesta que Mei esperaba.

Pero para ella, esa contestación que no respondía a lo que ella preguntó, era un «Sí. He besado a todas las chicas de segundo año.», como ella supuso. Una más para completar el récord, la única faltante. Siguió caminando, rezando para que Harry no la siguiese... O bueno, como la lógica de Styles, «acompañarla.» hacia su clase. Infaltable, la dejó un centímetro antes de la puerta de la sala 2-B.

—Nos vemos, Mei.

Después de clases, Mei fue a visitar a su único amigo, al que amaba más que cualquier cosa en el mundo –después de su madre, claro–. Estaba en el patio trasero de la secundaria, al lado de un árbol y entremedio de los arbustos.

—Hola, preciosura—Susurró mientras se ponía en cuclillas—, ¿cómo estás?, ¡estás hermoso!

El pequeño minino blanco crema de ojos azules la miró. Se acercó al dedo índice de Mei y lo cabeceó en muestra de afecto. La chica de pelo hasta los hombros lo sacó de la caja y se lo puso sobre su pecho, quedando su pequeña cabecita en el hombro.

—¿Te ha gustado la leche que te he traído?

Y, aunque el pequeño gatito no le respondiese, amaba hablarle. Crema, como ella le había denominado, era su tesoro. 

—¿Tú también lo ves?—Preguntó una voz a sus espaldas, ella se giró.

—¿Lo conoces?

Él se puso a su lado, colocándose en cuclillas.

Dos Palabras | HS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora