Capítulo once: Sí, sí quiero.

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“Aquélla pregunta ayer me dejó dudando mucho. Yo sé qué somos, pero veo que tú no.”

Otro cartel del mismo tamaño al lado seguía el texto:

“Y quiero que estés segura de lo que somos. Porque ese «Para una persona que quiero conocer más.» se convirtió en un «¿Quieres ser mi novia, Meiran?»”

Si hubiese estado ella sola, estaría derramando ríos de lágrimas de emoción. Pero recordó que había un grupo gigante de chicas –seguramente admiradoras de Harry– la miraban atentamente. Algunas ya murmuraban cosas, otras tenían la boca abierta de sorpresa y habían unas no-envidiosas que morían de ternura por el acto tierno y romántico.

Sintió su corazón subir a mil latidos por segundo cuando vio a Harry aparecer entre la multitud. En su mano derecha llevaba una rosa, y en la izquierda no llevaba nada.

—¿Y, qué dices, Mei?—Preguntó con aquélla sonrisa ladeada que tanto añoraba.

Sólo fue capaz de asentir; si hablaba explotaría en emoción y llanto, agregando además que les resfregaría en la cara a las perras.

—Quiero que todos sepan que, desde ahora eres mi novia y que estoy orgulloso de eso—Dijo para que todos escuchasen—. Y que me importa una mierda si creen que yo con Mei hacemos mala pareja, para mí ella es la única; la única que al tomar su mano, encaja perfectamente con la mía. Así que, guárdense sus putos comentarios y métanlos donde mejor les quepa.

Dio dos pasos más adelante y abrazó a Meiran, sintiendo un alivio en su pecho y como si no la hubiese sostenido jamás.

—Quiero mostrarte algo.—Musitó en su oído.

—¡Ha-

—Eres lo suficientemente sucia como para pensar en que te mostraría mi pene-

—Tu vocabulario, dios.

—Perdón, mi miembro viril—Rodó los ojos—, además, tú has sido la que lo has pensado mal. No yo. Y, no te preocupes, aún no llegaremos a eso.

Tomó su mano, y como él dijo, encajó perfectamente en la suya.

Caminaron al tercer piso y se fijó que se dirigían a la sección de los talleres. Precisamente al de Fotografía.

—¿Qué hacemos acá?

—Shh...—Le calló, y qué raro que no fue con un beso—Sólo sígueme.

Ella asintió aguantando las dudas que la carcomían por dentro 

Entraron al taller que se encontraba vacío. Pero no estaba la típica luz roja, el colgante donde tenían algunas fotos y el lugar donde las revelaban. Siguieron caminando hasta un pequeño cuarto; abrieron la puerta.

—Bienvenida a mi taller—Dijo prendiendo la luz—. Si te preguntas por qué no está la luz roja y toda esa mierda, es porque ahora todo es más tecnológico. Aunque también tengo todo para el revelado de fotos en blanco y negro.

—No me habías dicho que te gustaba la fotografía.

—Detalles.—Sonrió.

Mei miró a su exterior y habían muchas tiras donde colgaban varias fotos. De paisajes, animales, insectos y hasta tumultos de personas.

—Ahora... me falta una que, estaba muy ancioso por tomar...—Sacó de un cajón una cámara Cannon Polaroid las cuales eran perfectas para esto—Será algo así como una Selfie.

Se acercó a ella, y justo cuando ella creía que debía sonreír, él la besó. Y sintió un click que provenía de la cámara. La imagen salió en segundos desde la cámara, la sacó y la agitó para que se secase.

Dos Palabras | HS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora