Capítulo seis: Cita y heridas.

438 20 2
                                    

Dan estaba jugando a la pelota con su equipo de primer año, cuando algo lo distrajo y recibió la pelota en toda su nariz. 

—Eh, Dan, ve a enfermería.—Sugirió uno de sus compañeros.

—Sí, creo.—Respondió este con su mano en la nariz.

Caminó hacia dentro de la secundaria, subiendo al segundo piso donde se encontraba la enfermería. La suerte hoy no estaba de su lado al parecer, ya que después de recibir cuatro tacleadas sin razón, para colmo, le llegó un pelotazo en toda la nariz, algo de suerte tenía, ya que aún no sangraba.

Iba subiendo al segundo piso cuando escuchó en la sala de primer año voces. Y no importaba, pero escuchó una voz que reconocería hasta el atlántico; Jess. Se escuchaban también chillonas voces, de las que suponía que eran las sobre-maquilladas de la clase C. Las que siempre, cuando podían, molestaban a la hermosa, su hermosa Jessica. Entró y se encontró con Mei y Jessica, al lado estaban las dos riéndose.

—No sé qué es más grande—Dijo una—, si un globo aerostático o tus senos. No sería problema que fuesen bonitos, pero se te ven asquerosos de tan grandes que son, tarada. Y tú, bicho raro, una puta palabra más defendiendo a esta deforme, y ahora te llegará un golpe, y no una bofetada, ¿entiendes?

—Hey, no molesten a Jessica—Dijo Dan alterándose. Todas lo miraron—, dudo que sus pechos sean un defecto, no es culpa de ella que ustedes sean una tabla de planchar sin gracia. Los pechos de Jess, son... hermosos. Realmente lo son, no son deformes, son perfectos, tontas.

Y mientras comenzaba a defender a su amada, su nariz empezó a sangrar. Maldició en su cabeza y escuchó las carcajadas de las perras.

—Mira, te has excitado tanto que te sangra la nariz, imbécil.—Se burló una—Qué lástima querida Jessica, que todos los hombres te querrán por tus asquerosos pechos que no tengo la menor idea qué le ven, vámonos. Antes de que golpee más a Meiran por bicho raro y horrorosa. 

—¡No ha sido por eso!

Ambas se marcharon quedando sólo ellos tres. Mei estaba callada, con una mano nuevamente marcada en su rostro, y Jessica, otra vez, aguantaba el llanto. Se fue corriendo, quedando solos Mei y Dan.

—Dan, ¿sólo amas los senos de Jess?

—¡N-no, Mei!, ella me gusta... Me ha sangrado la nariz porque me ha llegado la pelota cuando jugaba al fútbol.

—Si te gusta... ve a por ella, pídele perdón, dile todo lo que sientes—Contestó sin hacer una sonrisa—, explícale qué ha pasado, y omite elogiar sus senos, porque así no conseguirás conquistarla.

—¡G-gracias Mei!

Dan salió corriendo de la sala persiguiendo a Jessica. Corrió y corrió hasta encontrarla en el tercer piso, en la última sala en un rincón. Estaba sollozando. Para Dan, se veía hermosa llorando; muy hermosa. Él era capaz de ver más de ella, más que su físico, ver todo su interior... era perfecta en todos los sentidos. Y ahora, estaba dispuesto a decírselo.

—Jess...

—Vete.

—Jess—Repitió acercándose a ella—, escúchame, sólo un momento. Mi nariz no sangró por lo que tú crees, ha sangrado porque hace un momento, mientras jugaba fútbol, me han lanzado la pelota a la nariz. Jess, sé que parezco un tipo que sólo mira tu físico, pero créeme que no es así, soy estúpido, sí, muy estúpido. Pero me gustas, me gustas mucho. Y es por todo, tu interior y exterior. Perdóname las veces que te he hecho sentir mal, y he quedado como un cerdo, pero no soy así... Perdón. Me gustas.

Jess dejó de sollozar y alzó la vista; se veía tan serio, que se le fue imposible no creerle, e inconscientemente, sonrió. Ambos se abrazaron.

Mientras, Mei tapaba a Crema con una manta, estaba lloviendo levemente y no quería que la pequeña criatura se mojase ni un pelo. Un miau se escapó de la pequeña boca del felino y Mei sonrió.

Dos Palabras | HS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora