Capítulo nueve: Un padre sobreprotector.

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Estaban en la playa; Mei, su padre y su madre. Ellos seguramente eran una familia como cualquier otra. Exceptuando que el padre de Mei era muy sobreprotector.

La madre de Mei quería ir a bañarse. El día era hermoso y el sol estaba perfecto para hacerlo.

—¿Vamos, hijita?—Preguntó la mujer a la pequeña Mei.

La dulce asintió, y cuando iba a pararse, su padre la paró.

—Hay muchos gérmenes en el agua—Exclamó—. No se sabe cuantas enfermedades hay allí. Quédate aquí, sana y salva.

Tanto como la madre y la hija asintieron, sabiendo que sería imposible contradecirlo.

Harry observaba a la chica fijamente; esta miraba el mar con ojos llenos de nostalgia. Ella no sabía nadar. Sólo había visto el mar.

—¡No! ¡No saldrás con ese chico!, no me importa si es una cita o no. Te quedas en la casa. ¿Bien?

—Pero-

—¡Pero nada, Meiran!, no será la única oportunidad de “hacer.” un amigo. Y no se habla más.

Soledad.

—Quiero aprender a nadar.

—¡No! ¡Puedes ahogarte!

Frialdad.

—Quiero aprender a andar en bicicleta... todas las niña-

—¡No se habla más de esto!, no tienes permiso para nada, Meiran. Entiende que es por tu bien.

Y así fue... nada de salidas, nada de permisos, nada de aprender deportes, nada de nada. Hasta que su padre falleció por una extraña enfermedad. Recuerda ese día perfectamente.

Hubiese deseado sentir pena por él, llorar... pero aunque lo intentó, no pudo. No lo odiaba, pero no sentía un importante afecto por él. Recordó cuando este le pidió perdón por todo. Y sí fue capaz de perdonarlo.

—¿Mei?—Dijo Harry tratando de sacar del trance a Meiran.

—Hm... ¿Qué decías?

—¿Nos bañamos?

—N-No sé nadar.

—Yo te enseñaré...—Animó con una linda sonrisa.

—¿Y si me sucede algo?

Harry se acercó y la apoyó en la toalla. Se puso a cortos centímetros de su boca.

—Lo último que dejaría en este mundo, sería que te pase algo. Te cuidaré mucho—Le dio un corto beso en los labios—. Vamos, no es muy difícil, así que...

Ella sonrió. ¿Cómo podía ser tan dulce?, asintió encantada y convencida por Harry. Aunque sabía que debía decirle que ni siquiera había tocado el agua.

—Harry...—Le llamó cuando este estaba a punto de entrar al agua.

—¿Sí?

—Yo... n-ni siquiera he tocado el agua de m-mar.—Confesó sintiéndose ridícula.

Él paró y la miró sorprendido. Era de esperarse; ¿cómo nunca jamás siquiera metió un dedo al agua de la hermosa y grande mar?

—Entonces, primero nos bañaremos y luego te enseñaré a nadar. ¿Te parece?—Sonrió dándole un corto beso en los labios.

Bésame más... pensó en casi súplica Meiran.

Harry se acercó más a ella y puso su cara en el hueco del hombro y cuello de Meiran. Esta se estremeció al sentir su cálida respiración en su clavícula derecha.

Dos Palabras | HS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora