Capítulo ocho 2/2: Improvisada salida.

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Harry se ruborizó ligeramente al igual que Mei.

Nota mental: cuando Harry se ruborizaba parecía un mismísimo ángel en personificación humana.

El rizado quedó unos segundos parado en frente de la cama. Estaba preguntándose si la misma Mei Swan había pronunciado aquéllas hermosas y dulces palabras, incluso aunque no lo hubiese dicho con doble sentido, lo ponía al cien esa inocencia.

—Si no quieres yo-

—Sí, sí quiero—Respondió apresuradamente—. Apagaré la luz.

Ella asintió y tragó saliva. Harry dormiría únicamente con boxers, los cuales eran finos. Muy finos.

Se acercó a la cama, se metió y se tapó. Se aseguró –como tal madre– que Mei estuviese bien tapada. Le dio un beso en la frente.

Esta se acomodó y quedó dándole la espalda a Harry. Él la abrazó por detrás. Sabía que estaba excitado, con sólo un roce. Mei notó el bulto en su espalda.

—H-Harry...—Dijo tímida.

—Es inevitable. Lo siento—Ella calló—. ¿Está duro... como un fierro?

—¡Harry!—Él rió y con sus largos brazos dio vuelta a Mei. Dejando su cara a centímetros de ella.

—Te quiero.—Musitó.

Mei sintió miles, y cientos de mariposas, elefantes, dinosaurios, ballenas, burros, perros, gatos y mil especies más de animales en su estómago. Vio su sonrisa en la oscuridad. El ojiverde dio un corto beso en la nariz de Mei.

Y aunque trató, ella no pudo responderle. Las palabras no salían de su boca. Era algo mezclado; inseguridad y timidez.

No se enamoraría de Harry. No iba a ilusionarse.

—Buenas noches.—Abrazó a Mei atrayéndola más a él.

Meiran sentía un extraño calor recorrer su cuerpo desde su vientre hasta su pecho. Trató de dormir, apoyando su cabeza en el pecho de Harry.

La calidez del rizado era increíble. La hacía sentirse súmamente bien... la hacía olvidarse de todo lo demás... algo así como una droga; una adicción de la cual saldría mal.

A pesar del frío que hacía cuando llegaron a la playa, en la habitación, especialmente en aquélla cama, se podría decir que era un horno. Un total horno. La fricción de cuerpos provocaba a ambos.

—No puedo dormir.—Confesó Harry a cortos centímetros de la boca de Mei.

—Yo tampo-

No la dejó terminar cuando sus bocas estaban ya juntas. Las traviesas lenguas de ambos no demoraron en aparecer, moviéndose en sincronización. Aunque el beso fuese lo más apasionado hasta el momento, ninguno tocaba al otro. Harry la apegó más a ella, atrayéndola desde su cintura. Su cuerpo chocó con el de él y sintió la perlada piel por sudor de Harry, aun así no olía mal. Todo lo contrario. Él sabía que debía controlarse. Y ella sabía que no podía dejarse llevar por la lujuria y la tentación. Por inercia, Harry se apegó más a Mei, por lo que ella soltó un pequeño gemido. Sus labios no se separaron hasta que no les quedaba respiración.

Ambos estaban agitados. El ojiverde dio un profundo respiro, besó la frente de Meiran y la abrazó.

—Duerme.

Ella asintió y se acurrucó en el pecho de Harry.

***

El suave y armonioso ronquido de Harry despertó a Mei. Comúnmente los ronquidos suenan irritables tal ornitorrinco. Pero Harry Styles era Harry Styles, por lo que los de él, sonaban como armonía.

Dos Palabras | HS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora