Simón pasó las horas velando el sueño de su hijo, "Su hijo", que dulces sonaban aquellas palabras cuando no las empapaba el agrio recuerdo de la muerte. Simon acarició los ensortijados cabellos de Gideon con cariño, no era la primera vez que lo hacía, pero ahora era especial, ya no lo hacía como su tío adoptivo, ahora lo hacía como su padre, sonrió aún no pudiendo creer que aquel ser tan precioso que descansaba ajeno a sus pensamientos fuera el bebé que creía perdido para siempre, sin querer una lágrima rebelde escapó mientras pedía perdón a su Dios por haber renegado de él cuando se enteró de la muerte de su hijo. Simon era feliz, inmensamente feliz, aún dentro de las circuntancias en las que se encontraba, de pronto Camille le pidió que cuidara de su hijo unos minutos mientras iba a hablar con el doctor y el aceptó gustoso, aprovechó esos momentos para acercarse lentamente hasta la oreja del adolescente para hablarle en susurros — Hola, estoy tan nervioso que no sé por donde empezar, quiero decirte tantas cosas, pero lo más importante es que te amo, tú eres mi pequeño..., Gideon..., yo soy papá... — se quedó quieto, buscando alguna reacción que le indicara que Gideon había escuchado algo de lo que confesó, pero no hubo reacción alguna y era de esperarse, Gideon aún estaba afectado por la anestesia.
Simon pasó los siguientes minutos observando cada uno de los rasgos de su hijo, cada detalle por minúsculo que sea siendo grabado en su memoria y con sorpresa se dio cuenta que no había necesidad de ello, de alguna manera todos esos datos ya estaban guardados en su corazón; ensortijados y castaños cabellos que eran suaves al tacto, mejillas sonrosadas que se volvian rojas cuando cierto joven le sonreía, labios delgados pero bonitos, una nariz respingona como la de su esposa, los dedos de sus manos eran largos y delicados, no había duda, Gideon se parecía más a él que a su madre y en todo el tiempo que lo llevaba conociendo no se había dado cuenta de la semejanza que había entre ellos. Todas las señales estaban ahí y el no pudo verlas.
Aún recordaba cuando lo vio por primera vez, fue en la casa de Magnus aquella vez que Camille les contó su historia, Gideon había llegado muy enojado y con la intensión de llevarse a su mamá, ahora que lo pensaba en ese momento se comportó como lo haría Isabelle, incluso esos ojos fruncidos eran la copia de su esposa, sonrió ante el recuerdo, aunque imperceptible ahí estaban los genes de Izzy, Gideon era el resultado del inmenso amor que se tenían. Con el pasar del tiempo se dio cuenta de que Gideon era muy tímido, le costaba relacionarse con las personas, con todos excepto él, ambos conectaron desde la primera vez que sus ojos se cruzaron, luego empezaron a frecuentarse, cuando llegó ese recuerdo recién en ese momento Simon se dio cuenta de que buscaba pretextos para verlo, ya sea organizando un día de campamento con sus sobrinos para invitarlo o cuando lo recogió en la escuela sin el consentimiento de su madre, ocasionando así que la misma Lily saliera del submundo armada hasta los dientes buscando a su sobrino, ese no fue un recuerdo agradable, aquel día fue encañonado y llevado a un oscuro sótano donde casi le arrancan los dedos, afortunadamente Camille llegó a salvarlo para luego reñirlo por llevarse a su hijo sin avisar.
Decidió dejar ese aterrador recuerdo para otro día y se enfocó en otros momentos agradables, como cuando intentó enseñarle a jugar fútbol, pero Gideon no era bueno pateando un balón y él menos; en el básquet les fue peor, le dio con la pelota a Isabelle en plena cara y ella furiosa le gritó, pero Simón se interpuso entre ellos calmando a su mujer, ni que decir de las canicas, Maryse resbaló con una y cayó golpeándose la cabeza, también recordó cuando intentó enseñarle a girar el trompo, Gideon terminó rompiendo la ventana de Magnus y también su jarrón favorito, tuvieron que huir despavoridos antes de ser asesinados, pero hubo un momento en que su sincronía fue perfecta y fue cuando hablaron de anime, manga o los superhéroes de Marbel, aquel día se entendieron a la perfección, Simon estaba tan emocionado que le enseñó toda su colección de cómics y figuras de acción muy bien conservadas aún en sus cajas y sin abrir, los ojos de Gideon brillaban cual gemas preciosas y cuando lo dejó solo un par de minutos para ir al aseo, él había abierto dos cajas que de costar una fortuna pasaron a costar nada, cualquiera se hubiese puesto furioso, él también, pero con ese pequeño niño que lo miraba con sus grandes ojos chocolate no pudo enojarse, ese día le regaló toda su colección, una colección que ni siquiera Isabelle podía tocar.