El inicio de nuevas historias

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Gideon daba pequeños y temblorosos pasos mientras un castaño estaba a su lado con los brazos extendidos para sostenerlo si en algún momentos tropezaba con sus propios pies.

— Sr. Lewiss, debe dejar que su hijo haga los ejercicios solo, por favor déjeme hacer mi trabajo — el terapeuta miraba a Simon exasperado.

— No, la última vez cayó y se lastimó las rodillas, él me necesita a su lado — Simon ni siquiera lo miró, estaba más concentrado en sostener a Gideon y ayudarlo a sentarse en su silla de ruedas.

— No se puede con usted, hablaré con la madre de mi paciente para pedirle que le prohíba la entrada a esta sala

Simon frunció el ceño y abrió la boca para decirle unas cuantas cosas al terapeuta, pero no pudo hablar pues Camille interrumpió — Siga con su trabajo Miguel, yo me encargo de este padre problemático.

El castaño la miró furioso, pero ella ni siquiera se inmutó, le hizo una seña para que la siguiera y así pudieran conversar en privado, pero Simon no quería irse y dejar a su hijo a merced de todos los médicos que rondaban en la sala de rehabilitación con la esperanza de conseguir la autorización para practicarle estudios que dieran respuestas a la milagrosa curación del adolescente.

— No interrumpiré — prometió Simon a regañadientes — me sentaré aquí sin mover un músculo, pero como ese tipo deje caer a mi hijo le rompo los brazos.

Miguel lo miró boquiabierto, desde que había empezado con la rehabilitación de Gideon solo había recibido amenazas de parte de Simon. No sabía porque el castaño lo odiaba tanto, si bien, cometió el error de dejar caer a su paciente el primer día, no fue intensional, ya se había disculpado muchas veces por ello.

— No se preocupe Sr. Lewiss, seré cuidadoso.

Gideon solo suspiró y se levantó de su silla para empezar con los ejercicios del día, aún recordaba las súplicas que hacía a sus padres para dejar la rehabilitación, pero ellos lo convencieron con palabras dulces y promesas de que el dolor pasaría pronto, pero tres meses habían transcurrido y el dolor apenas había disminuido.

Un par de horas después de terminar con sus ejercicios lo primero que hizo fue hacer una videollamada a su guapo novio, pero quién contestó fue un moreno con expresión aburrida.

— Ah, eres tú mocoso, ¿qué quieres?

Antes de que Gideon respondiera escuchó un ¡Papá! De parte de Rafe y luego un forcejeo y una discusión "Suelta el celular de nuestro hijo Magnus, ya basta, suéltalo...",  "...ese mocoso quiere violar a mi bebé y tú lo estás permitiendo Alec" "no puede violar a Rafe a través de..." "claro que puede, te acuerdas de las llamadas que me hacías y..."

— Hola, lamento eso, mi papá Magnus sigue...

— No te preocupes por papi, Gideon, por cierto hola, ¿cómo te fue hoy en la rehabilitación? — interrumpió Max quitándole el celular a Rafe.

"¿Tú también Max?, devuélvele el celular a tu hermano y ven a ayudarme con tu padre", al parecer Alec estaba batallando con su esposo e hijo para conseguir que Rafe tuviera algo de privacidad.

Cuando por fin pudieron hablar se contaron como les fue en el día y se pusieron de acuerdo para verse en el cine para el estreno de capitana Marvel.
Gideon estaba feliz, tarareaba el soundtrack de los vengadores mientras revolvía su armario en busca del atuendo perfecto, Simon lo observaba con una sonrisa triste, recordando a su ex esposa haciendo lo mismo cada vez que la invitaba a una cita, suspiró y movió su cabeza tratando de disipar el recuerdo de Isabelle.

— Hijo, no es que este celoso, pero..., dijimos que iríamos al estreno juntos, incluso traje mi casco de Ironman y el brazo de H...

— Ya lo hablamos papá, iré con Rafe..., Por favor, no se te ocurra seguirnos.

Siempre seré TuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora