Miedos

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Fueron largas horas de vuelo sin poder dormir y con mil pensamientos en la mente, Simon imaginaba como decirle a Gideon que era su padre y en todos los escenarios veía el rechazo.

— Gideon es un niño bueno y tiene un gran corazón que no sabe odiar, así que no tienes que preocuparte por ser rechazado — Simon observó a su acompañante asombrado, al parecer Raphael sabía lo que estaba pensando y sin siquiera mirarlo, estaba agradecido, solo bastaron unas cuantas palabras suyas para que la esperanza volviera a él. Sin pensarlo entrelazó sus dedos con los suyos y le dio un fuerte apretón agradeciéndole en silencio.

Atrás quedaron todos sus miedos, si Raphael decía que su hijo no lo odiaba entonces le creía, siempre fue igual, aquel hombre latino que estaba a su lado jamás le mintió y con cada una de sus palabras le transmitió tranquilidad; cerró sus ojos por breves segundos con la esperanza de dormir un poco, solo entonces Raphael lo observó con una sonrisa dibujada en el rostro, sonrisa que cambió a una de preocupación minutos después; era cierto cuando le dijo que Gideon no lo rechazaría, pero estaba preocupado por Camille, ¿Qué haría ella al enterarse de que los padres de Gideon habían aparecido?

Aún recordaba lo sucedido horas antes, cuando Alec le contó a Lily sobre los padres biológicos de Gideon, él había estado presente por vídeo llamada y la había visto ponerse histérica negándose una y otra vez a aceptarlo, "no esa perra" fue lo que gritó con todas sus fuerzas, Alec tuvo que usar todos sus encantos para hacerle prometer que no le diría nada a Camille y quien sabe que más le dio pues ayudo a Simón a conseguir un boleto de avión y tener al día sus documentos para poder viajar.

A la mañana siguiente Magnus iba tarde al encuentro con su esposo, sus obligaciones como padre no le permitían despertar a su lado así que era Robert, Maryse o Jace quienes se quedaban a pesar de que el doctor y la misma Catarina les habían dicho que no era necesario, pero ellos aún estaban temerosos de que todo fuera un sueño

Apresuró el paso anhelando llegar cuanto antes a la habitación de Alec, tenía que hablar con él sobre el castigo que le darían a Máx, su adorable retoño había hecho de las suyas y el director lo había hecho llamar, las clases habían sido suspendidas y todo gracias a que su pequeño arándano activo el sistema anti incendios, toda la escuela se inundó y por alguna razón el agua era de color naranja, el director estaba furioso, su blanco y caro traje estaba teñido.

Iba a reírse, fue cómico llegar a la escuela y ver al alumnado todo mojado y más entrar a la oficina del director y encontrar a toda la plana docente exprimiendo sus sacos.

Alec, no tienes idea de... — Giro la perilla e intentó entrar pero se dio con la sorpresa de que la puerta estaba asegurada, tocó un par de veces manteniendo la calma, pero nadie abrió, cuando iba a aporrear la puerta Catarina lo detuvo

Alec esta ocupado, espera a que termine

— ¿Ocupado? bueno iré a saludar ..., Espera, ¿cómo que está ocupado? ¿Con quién está mi esposo?

— No empieces con tus celos, es Richard, ya lo conoces, alto, delgado y adorable, él esta ayudando a Alce en su aseo diario y ...

Magnus aporreó la puerta y esta vez gritando que le abrieran, un par de minutos después el enfermero salió secándose las manos en una pequeña toalla

— ¿Quién esta...? — Ni siquiera pudo terminar de hablar. Magnus le dio un empujón que lo estampó en la puerta y entró corriendo directo al cuarto de baño en donde un desnudo Alec estaba sentado en la bañera

— Magnus..., — Alec estiró la mano y agarro una toalla cubriendo su cuerpo

— ¿Por qué rayos ese imbécil estaba tocándote?

— No era así, él solo hacia su trabajo

— Y todavía lo defiendes

— No empieces, él es un enfermero está aquí para...

— Deje claro que nadie más que yo se ocuparía de asearte y dada una emergencia tu padre o el teñido, nadie más ¿desde cuándo?

Alec lo miraba en silencio mientras Magnus seguía con sus reclamos, lo vio tomar el jabón y una esponja para ayudarle, pero él se echo hacia atrás diciéndole con ese gesto que no quería ayuda, lamentablemente Magnus entendió, no me toques.

— ¿Por qué? Porque no me dejas... un ser frágil y roto, eso fue lo que Alec vio frente a él

Desde que había despertado fue ayudado por su padre o Jace en la hora de aseo y agradecía cada día que Magnus no llegaba a tiempo para hacerlo.

No puedo... Yo... No quiero...

Magnus soltó los utencilios de limpieza y dio media vuelta dispuesto a irse pensando que tal vez Alec había pensado mejor las cosas y se había dado cuenta que ya no lo amaba.

Tengo miedo..., Tengo mucho miedo y también tengo vergüenza — Magnus volteó sorprendido mirando fijamente a Alec, por más que lo pensaba no entendía a que podía temerle, pero las siguientes palabras de su esposo lo hicieron darse cuenta que siempre había pensado sólo en él y no había reparado en lo que Alec podía estar sintiendo

Ya no soy el hombre con el que te casaste, no tengo los músculos que tanto te gustaban, tengo los huesos marcados, y mi piel ya no es suave, está grisacea y aspera, me da vergüenza que me veas desnudo, tengo miedo que... — Magnus no lo dejó continuar, se acercó a él y lo rodeó con sus brazos.

— Has estado dormido mucho tiempo y es normal que hayas perdido masa muscular, apenas te mejores cocinare lo que más te gusta e iremos al gimnasio y en cuanto a tu piel sólo necesita un poco de sol, no hay nada en ti que no ame, no tienes que temer porque te amo y cada día que pasa mi amor por ti crece aún más.

Alec solo derramó lágrimas mientras buscaba los labios de su esposo quien no perdió tiempo en corresponderle. Ambos estaban tan entregados a aquel beso que no se dieron cuenta cuando Jace entro para ver que Magnus no le armara una escena de celos a su hermano y menos se dieron cuenta cuando Robert casi se resbala por la culpa del jabón que el moreno dejo caer en el suelo.

Magnus necesitaba demostrarle a su hombre que no tenía nada que temer así que lo lleno de mimos, besó sus mejillas, su frente, sus manos, mientras lentamente se deshacía de la toalla que cubría la desnudez de Alec, incluso sus pies y tobillos fueron besados para luego después de muchos años volver a bañarse juntos.




Siempre seré TuyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora