Capítulo XXV: epilogo de la pelea, aun falta cosas por hacer.

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Isla del oriente, Mao Lan, Medio dia...

Tras haber desatado un nuevo poder que yacía desconocido en su interior, el cual uso para masacrar las fuerzas nórdicas de la terrateniente. Hanzo por fin pudo cumplir la promesa a esa mujer felina que tanto anhelaba su perdón... Aunque fueran unos leves momentos, hubo paz en todo su ser... Aunque no por mucho.

-*cof* *cof* Disculpen... -hablo el semi elfo-. ¿podrían dejar el amorío a un lado para salir de aquí?

Elevó una mano para que los árboles que cerraban el callejón volvieran a sus antiguas posiciones.

-M'irita, el enano orejudo tiene razón... -le susurró el arquero a una oreja de la felina.

-pero me siento tan bien así... -mencionó la khajiit mientras abrazaba con más vigor a la persona que estaba a su lado.

-¡agh! Me había olvidado... de tu gran fuerza... -dijo sofocado.

Tanto los kitsunes como la pareja se levantaron del suelo mientras que la lluvia comenzaba a cesar. Pero antes de que los kitsunes avanzaran, Zayn los detuvo poniéndose al frente de Rizel a ojos cerrados.

-¡oh! he... eto, ¿señorita kitsune? -dijo algo avergonzado.

-¿que ocurre niño? -preguntó Rizel mientras estaba apoyaba en el bardo.

-Usted... no trae ropa puesta... -la miro de entre ojo.

Eren al ver el ojo semi abierto del semi elfo, sin dudarlo, la intentó cubrirla con su capa roja, pero esta prenda era muy pequeña para taparla por completo.

- no te preocupes Eren -Tomó su capa y se la amarró en la cintura para usarla como una falda-. Mi pelaje puede cubrir mis pechos...

El rapidamente se quito su camisa y se la dio a ella.

-no creo que te cubra mucho mojada -dijo mientras le ayudaba a ponérsela-.Pero es lo mínimo que puedo hacer para cubrir las cualidades de una dama.

-eres muy amable... -sonrió falsamente y desvió su mirada hacia al frente.

Extrañamente, la pobre mujer zorra comenzó a caminar hacia la salida de ese callejón dando leves cojeos de un pie. El bardo rápidamente comenzó a seguirla, pero justo cuando iban a por doblar la esquina, un gran pelotón de guardias de las ciudad le obstruyeron el paso.

-¡alto ahí y con las manos en alto! -exclamó uno de los guardias.

-¡guau! ¡tranquilos muchachos! ¿acaso no reconocen a su bardo favorito? -respondió Eren mientras alzaba sus manos en alto al notar la punta de una lanza cerca de su cara.

Un dúo de guardias tomaron a los kitsunes y los retuvieron frente a una pared mientras que el resto entraron en el callejón y rodearon con sus armas al encapuchado y los demás.

-Zayn y M'irita, atrás mio -dijo el arquero mientras que su ojo de ébano brillaba de un color rojo oscuro y sus manos se cubrían una vez mas de ébano, las cuales le formaron unas especie de garras.

Los guardias, al ver ese mineral salir de sus brazos, asustados y dudosos, se miraban los unos a los otros algo asustados. En cambio, el arquero miraba con seriedad a los que los rodeaban, esperando el mínimo impulso de un ataque para usar sus técnicas de combate y contraatacar. Pero justo cuando un guardia lo iba a atacar con su lanza, la voz de una niña se escucho a lo lejos.

-¡mira papá! -exclamo una pequeña niña-. ¡es quien nos salvo! ¡esta ahí!

De entre medio de los guardias salio el comandante de la guardia acompañado con una mujer y una niña que estaba sentada en sus hombros.

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