Capítulo 3

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Aunque fuese horario de clase, Mikaela comenzaba a excitarse fuertemente.

Besaba con fiereza a su novia, tocando su firme y delgado cuerpo con sus cálidas manos, apretaba sus glúteos, sus senos y sus labios saboreaban el cuello de su contraria.

Era la chica más hermosa de toda la universidad. Tenía un precioso y negro cabello liso y brillante, unos ojos azules que te derretía y manipulaban sin esfuerzo, su voz cada vez que gemía y jadeaba lograba ponerte duro a un punto tan doloroso que deseabas enterrarte dentro de ella muy profundo. Sus largas piernas firmes y delgadas tenían una proporción exacta como para hacer envidiar a las chicas y estremecer a los hombres. Ni se diga de sus pechos grandes y sus glúteos bien redondos.

Aunque en realidad, no dudaba que ella le fuese infiel, no le importaba. Él también era infiel, así que no se podían reclamar nada; y tampoco es como si les doliese. Solo salían por ser los jóvenes más populares de la universidad, y también para saciar sus instintos carnales. Elizabeth había comido mucha salchicha desde hace mucho tiempo y Mikaela era excelente en lo que hacía.

Hace un momento habían salido por aburrimiento, y se encontraron de casualidad, así que aprovecharon y después de hacerse ojitos, y coquetear un rato, decidieron tener un rápido polvo antes de la siguiente clase.

Decidieron ingresar al baño más cercano, que era el de hombres, se encontraban realmente necesitados y no podían simplemente besarse como lo hacían en ese momento en los pasillos de la escuela.

Con torpeza, abrieron la puerta del baño, y se sorprendieron de ver a Yūichirō lavando sus manos.

Cabe mencionar que este también se sorprendió de verlos allí, más no dijo nada y siguió con lo suyo.

Tanto Mikaela colo Elizabeth se quedaron observando al azabache. Parecía que los ignoraba, pero la sorpresa logró bajar un poco su excitación.

Por su parte, el de ojos jade salió del baño sin más, Mika se asomó, Yuu no caminaba hacia la dirección; iba a su salón.

—¿Mika?

—No creo que diga algo —afirmó Mika sabiendo que Yuu nunca decía nada a nadie más, e incluso si lo hiciera, en realidad no le importaba en lo más mínimo.

Por esa razón, los dos siguieron con sus toques y besos metiéndose en un cubículo.

~

Mika buscaba a Yūichirō durante el receso, y no tenía idea de la razón, quizás solo hablaría de lo sucedido en el baño, aún si no le importaba.

No quería que su novia se metiera en problemas porque a él no le convenía, así que solo se cercioraría de que no había abierto la boca, aunque muy en el fondo sabía que esa no era la razón principal, solo que no quería admitir que el que Yuu pareciera dispuesto a ayudarlo, escucharlo, estar para él, había tocado fibras sensibles en su persona.

Al fin vio la cabellera azabache de aquel chico tan extraño, y se acercó a él.

—Yūichirō —llamó el rubio.

El mencionado fijó su vista en Mikaela, sin expresión en su rostro; algo ya usual en él.

Se mantuvo callado esperando a que el mayor le dijera lo que deseaba comunicarle.

—Escucha, si mantienes la boca cerrada con lo que pasó esta mañana en el baño...

—No dije ni diré nada.

Mika acarició su propio cabello rizado y rubio sin saber cómo reaccionar a esa tajante respuesta.

—De acuerdo.

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