Capítulo 7

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Desde hace unos días, Mikaela había comenzado a faltar a todas y cada una de las terapias grupales a las que solían asistir ambos, lo que le hizo saber a Yuu que el mayor tendría una recaída pronto.

Quizá esperaba cambios en Mika demasiado pronto, porque cuando él había dejado de consumir, lo dejó para siempre. No quería volver a sentir los síntomas de la abstinencia cuando se deja de consumir, así que quizá debía de ser más comprensivo con el rubio, solo que le preocuoaba bastante que este dejara todos los avances que había tenido hasta el momento.

Para variar, el hecho de que esa mañana no lo haya visto por la universidad, le dio una mala corazonada.

Era difícil volver a empezar, y cada vez era más difícil que la anterior, así que no iba a negar que temía no poder ayudar a Mikaela si había más recaídas.

De acuerdo, era su primer intento de dejar la adicción, y si bien, insistió mucho a Mikaela para que lo hiciera, al final de cuentas fue su propia decisión acompañarlo a las terapias grupales para que sanara en conjunto con otros adictos, así que decidió no pensar mucho en ese aspecto.

Por otro lado, no pudo evitar buscar al rubio en otros lugares de la universidad con la esperanza de que paseara por los pasillos del instituto, más no hubo pistas de Mikaela a ninguna hora de clases.

~

—¡Yuu-nii-san! —gritaron una tierna pelirrosa junto a un pelipúrpura que saludaron eufóricos a su hermano mayor cuando este llegó a casa.

Yuu, por su parte, correspondió el abrazo y depositó un beso en las cabezas de cada uno.

—Krul y Asura, tengo malas noticias... Tengo que salir más pronto hoy, pero les prometo que cuando tenga día libre, los llevaré a comer helado —les sonrió separándose de ellos.

La de cabellos rosados soltó una tenue risa.

—No te preocupes, Yuu-nii-san. Asura y yo estamos bien, así que ve con cuidado.

El azabache volvió a abrazar a sus hermanos, y se alejó de ellos lanzando su mochila a donde fuese para volver a salir de su casa.

Sabía que se encontraba tomando decisiones egoístas con respecto a su familia, no podía poner primero a un joven que le agradaba antes que a sus hermanos menores, sin embargo, se encontraba realmente preocupado por Mikaela, así que recorrió la ciudad específicamente en los lugares donde suele haber proveedores para jóvenes que buscan divertirse.

No encontró pistas en ninguno de esos lugares, así que fue a la casa del rubio, quizá había pensado demasiado mal y se encontraba enfermo, sin embargo, después de tocar la puerta durante largos minutos, supo que nadie abriría.

Había llegado más temprano de lo usual al trabajo, con la esperanza de encontrarse a Mikaela allí, cosa que no sucedió, además de que Sanguiem siquiera se encontraba abierto todavía. Suspiró rendido, intentando concentrarse en su trabajo, con la corazonada de que Mika no se aparecería por allí esa noche.

Dicho y hecho, cuando terminó su turno laboral, siguió sin obtener noticias de Mikaela. Tampoco le respondía las llamadas ni los mensajes que le enviaba.

~

Yuu estuvo tentado a dar un breve recorrido más a la ciudad en busca de Mikaela, sin embargo, decidió que no podía estar detrás del rubio todo el tiempo. De todos modos, por mucho que insistiera, si el mayor no quería cambiar de actitudes, él tampoco podía hacer mucho al respecto.

Sin embargo, antes de siquiera haber caminado la mitad del camino a su hogar, un mensaje llegó a su teléfono y su preocupación fue grande al ver el nombre de Mika como remitente.

El mensaje había sido la ubicación de algún lugar, lo que consternó a Yuu, también había un audio que en seguida el azabache inició.

—Yuu... me siento muy ansioso, ¿no vas a enviarme a la policía, verdad? ¿Escuchas eso? ¿son ambulancias? ¿es la patrulla? ¡En todo caso voy a defenderme! Oh... hay un coche que brilla en colores, brilla en colores igual que mi mano...

Se encontraba evidentemente drogado, y Yuu decidió dirigirse a la ubicación dada por Mikaela.

No había nadie a su alrededor, ni siquiera sus amigos se encontraba cerca. Mikaela daba vueltas en un mismo sitio dentro de un callejón. No se encontraba decepcionado, pero sí un poquito triste de ver a Mikaela en ese estado, aún así se acercó al de ojos azules con calma para no activar más la ansiedad del mayor.

—¿Mikaela? —llamó con voz suave—. ¿Puedes acompañarme? —, tomó la mano pálida del mayor con delicadeza, aún así, el de ojos azules le observaba consternado.

—¿Eres Yuu? ¿Eres Yuu? ¡Demuéstrame que eres Yuu! —exigió sintiéndose asfixiado, apartando su mano en seguida.

—Soy Yuu, te lo juro, ven, vamos a casa, ¿bien? No me iré, te acompañaré hasta que te sientas mejor.

Mikaela siguió a Yuu, de repente diciendo que veía colores extraños en todos lados y que alguien los venía siguiendo.

En repetidas ocasiones, Yuu tuvo que calmar a Mikaela jurando que era Yuu y que no le haría ningún tipo de daño.

No fue hasta que lograron llegar a la casa de Mikaela que Yuu pudo suspirar aliviado, pidiendo las llaves al mayor y llevándolo a su habitación. Le pidió que se recostara, y con calma respondió todas las preguntas raras que este hacía para brindarle un poco de tranquilidad mientras todos los efectos que presentaba fuesen apaciguados.

Hasta que Mika se durmió, Yuu decidió que era momento de regresar a casa, sin embargo, tampoco iba a alcanzar a hacerlo a esa hora, así que se recostó en el suelo reposando un par de minutos hasta que la alarma para prepararse a ir a la universidad se escuchara.

Todavía se sentía un poco preocupado, así que si había pasado todo este rato cuidado de Mikaela, nada perdía en quedarse un rato más y cerciorarse de que a la mañana siguiente asistiera a clases.

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