Capítulo 30

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—No hay nada realmente malo en consumir un poco de droga de vez en cuando —fue lo único que dijo la chica, queriendo cambiar el rumbo de la conversación.

Se encontraba indispuesta a tener una conversación, lo único que buscaba era que su primo no le dijera a su familia que había comenzado a fumar, después de todo, ya estaban lo suficientemente decepcionados de ella como para agregar algo más, y de esa índole.

—¿Entonces por qué lo haces a escondidas de tus padres?

—¡Ellos no lo entenderían! ¡Y tú tampoco!

Mika suspiró negando con la cabeza.

Si su prima supiera que él no solo había fumado, sino que había consumido otras cosas, probablemente no se sorprendería, pero su caso había sido mucho más grave que el de esta chica, y tenía más experiencia también. Era mayor que ella, claramente había pasado más cosas.

—Yo también llegué a fumar, Mitsuba, y no solo hierba —admitió bajando la mirada con vergüenza—. Así que te entiendo.

La rubia abrió sus ojos como dos platos redondos.

No era extraño pensar que este hombre que rara vez se comprometía, hubiese seguido los mismos pasos que ella, pero se había ensimismado demasiado en sí misma como para pensar en esa posibilidad.

—Algo te pasa, ¿no es así?

—No me pasa algo realmente.

Podría no haber pasado algo demasiado grave, pero Mitsuba estaba en la adolescencia, así que había demasiados cambios en su mente, por lo que sus emociones podían ser remolinos que difícilmente podría controlar.

—¿Entonces por qué empezaste a fumar? ¿Por querer encajar?

Quizás de verdad no le pasaba algo malo, pero la etapa en la que estaba era demasiado complicada por excelencia, todavía no era una chica madura, y las personas de su edad suelen ser egoístas, envidiosas, no entendiendo más allá de lo que creen que es correcto.

Tratar con adolescentes era demasiado complicado. Él mismo había sido adolescente, y realmente hasta hace poco es que había comenzado a madurar y ver por su futuro.

Raro es el chico que desde joven sabe lo que quiere, hacia donde va y se propone llegar hasta allí, sobre todo si se vive en un núcleo familiar disfuncional, como lo había sido en su caso.

—Solo lo hago y ya. No hay nada de malo —gruñó.

Solo quería dejar de escuchar a su primo, que la dejara en paz para que pudiera sentirse en calma en su habitación.

—¿Segura? ¿No te han hecho algo malo o tú hiciste algo de lo que te arrepientes?

—No.

Mika suspiró, comenzando a entender la paciencia con la que Yuu había tratado con él siendo que no era ni de cerca alguien maduro con el que haya podido tratar bien al principio.

La terapia que había estado recibiendo le había ayudado para controlar sus emociones y ser mejor persona, así que en base a ello quería ayudar a su prima antes de que escalara más allá de simple hierba.

—Así no puedo ayudarte, Mitsuba. Sé sincera, por favor. No te voy a juzgar, solo quiero ayudar. Confía en mí, soy igual que tú en ese sentido, además, soy tu primo mayor, no te voy a regañar como mis tíos lo harían. Al contrario, quiero que me cuentes y te desahogues conmigo.

Ante las palabras reconfortantes de su primo, la chica vaciló mientras tomaba asiento a un lado de Mikaela, incluso ignorando a Yuu que se mantenía al margen.

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