Capítulo 9

1.7K 238 41
                                    

Cuando terminó su horario escolaro, aquel día, Yuu asistió a la terapia grupal donde Mikaela había asistido en esa ocasión, aunque ni Yuu ni Mika tomaron la iniciativa de hablarse.

Ni siquiera cuando terminó la terapia se habían buscado. En realidad, Mika seguía triste y también se sentía culpable. Por otra parte, Yuu se sentía muy cansado. Aunque quería aparentar ser fuerte, seguía siendo humano, y aún si estaba acostumbrado a dormir poco tiempo, todavía se cansaba después de todo.

Por esa razón, cuando llegó a casa, sus dos hermanos le pidieron que fuese a dormir más temprano de lo usual cuando tenía día libre. Yuu quiso negarse. Asura y Krul siempre la pasaban solos y quería entregarles más de su propio tiempo si tenía la oportunidad, pero ambos fueron tan insistentes que apenas a las siete ya se encontraba durmiendo.

Sabía que ambos niños eran muy responsables y podían hacerse cargo de sus propios cuidados dentro del hogar e incluso ir a la escuela y regresar sin necesidad de que Yuu los recogiera, sin embargo, todavía se sentía culpable de tener esa dinámica donde teniendo diez años sus hermanos ya tenían qué hacerse cargo de todo el mantenimiento del hogar.

Claro que, aún siendo niños, ambos entendían la situación de su pequeña familia, y lo menos que podían hacer después de la muerte de su madre, era apoyar a Yuu tanto como les fuera posible a su corta edad.

~

Aquella mañana al ingresar en la universidad se sentía con mucha energía, como hace tiempo no se sentía, todo gracias a la canridad de horas de sueño que tuvo la noche anterior.

Claro que, aún si sentía ese cambio de actitud en él por el descanso, todavía se sentía un poco triste por la situación entre Mikaela y él, pues no sabía lo que sería de ambos después de toda su insistencia. Para variar, el día de ayer Mikaela no parecía desear entablar algún tipo de conversación.

Aunque, si era sincero, esperaba al menos una disculpa por parte del rubio, o por lo menos la iniciativa de arreglar las cosas, porque él pudo haber sido insistente, pero no le faltó en ningún momento el respeto al de ojos azules, mucho menos le alzó la voz.

No sabía si Mika lo haría, pero le subiría el ánimo; le disculparía obviamente, pero se haría un poco del rogar. Mikaela tenía que aprender que no se tiene todo en la vida; hay que ganárselo y tampoco podía ir por allí creyendo que la gente lo va a perdonar solo porque sí cuando es tan duro con las personas.

~

No podía prestar atención a clases, solo se dedicaba a ver por la ventana y pensar en las palabras adecuadas para dirigirse a Yūichirō.

Sí.

Era molesto. Era irritante y fastidioso. No iba a cambiar de parecer ni cambiar lo que había dicho porque eso pensaba de Yuu.

Pero era agradable y solo le regañaba para que mejorase. Ni siquiera su propio padre hacía eso por él.

Por ello, cuando el timbre que indicaba la hora de salir al breve descanso se escuchó, Mika fue el primero en salir del aula.

Por otro lado, Yuu solo se recostó en su butaca sin ánimos de salir para refrescar un poco su cuerpo del tiempo dentro del aula.

Miakela buscó a Yuu un breve momento hasta que lo vislumbró dentro de su propio salón.

Se adentró al aula hasta llegar al lugar de Yuu. Le sorprendió que se sentase en los primeros lugares del salón, juraba que estaría en los últimos, y ahí comenzó a darse cuenta de lo poco que conocía al moreno.

—Yuu —llamó inseguro.

Mika no sabía por qué, pero algo le incitó a posar su mano en el cabello del azabache. Ni siquiera esas caricias las había llevado a cabo con su novia.

El azabache levantó la cabeza, pero su rostro estaba tan inexpresivo como cuando le pedía a Mika que le dejara ayudarlo.

—¿Qué? Creí que te jodía la existencia.

Mika había apartado su mano casi al instante de haberla puesto en la mata de cabellos negros del azabache.

—¿Podemos hablar un momento fuera?

—No tenemos nada por hablar.

—Por favor —pidió evidentemente arrepentido.

—También te pedí por favor que vinieras ayer y me trataste como a un idiota.

—Sí, pero... Me sentía bastante cansado, y...

—Y me pediste que no te jodiera.

—Rayos, Yuu.

El rubio tomó el brazo de Yūichirō, jalándolo con suavidad hasta que terminaron en la azotea de la escuela.

—¿Qué quieres, Mikaela? —interrogó Yuu cruzando sus brazos una vez que el rubio lo hubo soltado.

—Discúlpame, ¿si? No fue mi intención herirte.

El azabache rodó los ojos.

—Dices lo que quieres, así qu-...

—Es cierto, eres fastidioso e irritante, pero eres a la única persona que considero un verdadero amigo... —Interrumpió —. Yuu... Y, gracias por cuidar de mí toda la madrugada, de verdad lo siento.

Aquel agradecimiento pudo con Yūichirō, quien sonrió sin poder evitarlo, ya no podía seguir fingiendo que se encontraba molesto. 

—A veces me jodes la vida en buen sentido, no voy a cambiar lo que dije, porque es lo que pienso. Me jodes, y me estresas. Eres como mi madre, pero cuando me doy cuenta de que lo haces por mi bien, me hace ver que no tengo el derecho de reclamarte nada, y sin tu ayuda seguiría igual o peor en la escuela.

Hubo un largo momento de silencio entre ambos.

Mikaela pocas veces se ponía nervioso, pero en ese momento lo estaba. No quería acabar su amistado con Yuu, y menos ahora que lo estimaba.

—Entonces, ¿qué quieres decir con eso?

A Yuu le encantaba que Mikaela dejara a un lado su orgullo, y dijera las cosas casi con obligación, le gustaba verlo frustrado en el buen sentido.

—Que... No quiero que dejemos de ser amigos, eso.

Mikaela apartó la mirada levemente sonrojado, haciendo reír a Yūichirō.

—Vaya, así que Mikaela desea a un antisocial chico en su círculo amistoso —, se burló.

—Bien, si no quieres no tienes por qué aceptar —frunció el ceño ahora cruzándose de brazos él haciendo un berrinche bobo y tierno a los ojos de Yuu.

—No seas berrinchudo —rió —. Mika, sabes que estaré ahí para ti cuando lo ocupes —prometió.

El rubio sonrió levemente, deseando decirle que también podía contar con él; pero sin hacerlo a fin de cuentas.

¿Cómo un alcohólico drogadicto como él podría ayudar a un chico como Yuu?

RealidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora