Capítulo 6

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Desde que Mika decidió permitir la ayudade Yuu, muy a menudo comenzaron a asistir a una terapia en grupo para drogadictos a la que Yuu solía ir desde hace mucho tiempo, en donde hablaban de causas y efectos dentro de la drogadicción. Conversaba sobre sus propios problemas, y se ayudaban entre todos.

La terapia grupal se daba dentro de la cochera del psicólogo que organizaba la terapia, debido a que la terapia era casi gratuita.

Solo asistían una vez a la semana, Yuu no tenía tiempo suficiente para asistir todos los días por la escuela, el trabajo y sus hermanos, así que solo asistía en sus descansos laborales, sin embargo, Yuu le había sugerido a Mika que fuese todos los días, a lo que el rubio se negó.

Se encontraba en un momento de transición, de introspección. Se permitió por primera vez sentir y darse cuenta de los sentimientos negativos que albergaba.

No era fácil para él, jamás pudo expresar, jamás pudo quejarse ni llorar, bajo la mano dura de su padre, así que incluso si asistir a este tipo de terapias parecían empezarlo a ayudar, aún así él se sentía extraño.

~

—Yuu —llamó Mika—. Anoche mi viejo dijo que iría a comer a casa... —a mitad de su relato parecía un poco avergonzado y temeroso en partes iguales—. ¿Puedes... ir a comer con nosotros y estudiar conmigo? Es solo que, eres presentable, si él supiese que no todos mis amigos son malos, quizá cambie un poco su perspectiva sobre mí.

Yuu miró a Mikaela con una sonrisa, sin embargo, aquello del estudio le pareció curioso.

—Ni siquiera es época de exámenes —expresó en caso de que el padre de Mika preguntara cuándo se darían a conocer las calificaciones.

—¡Solo ayúdame! —pidió con ojos lastimeros que a Yuu le parecieron bastante lindos.

—No sé nada de ingeniería, no podríamos mantener una conversación acerca de eso —expresó pensando en que a veces Mikaela tenía ideas bastante extrañas.

—Idiota, solo lleva tus propios libros. ¿Si?

Mikaela puso sus manos juntas frente a su rostro, cerrando los ojos.

El azabache suspiró derrotado. Había que admitir que se estaba esforzando, así que incluso si tardaba un poco en llegar a casa con sus hermanos, no perdía nada ayudando a este joven.

—De acuerdo, pero no me puedo quedar mucho tiempo; tengo que ver a mis hermanos.

Mikaela asintió con una sonrisa genuina que también le sacó una a Yuu.

—Deberías dejarme conocer a tus hermanos —dijo de repente Mikaela, casi llegando a la casa de Yuu.

—Son unos traviesos —murmuró —. Pero está bien, te los presentaré; sólo que no será hoy.

—¿Por qué no hoy? —pidió saber cuando él era un hombre de rápida acción, además de que ya consideraba a Yuu un amigo.

—¿Querías ver mi casa? —interrogó acertando en los pensamientos de Mika y evadiendo esa pregunta, aunque también tenía curiosidad de la forma de ser de los hermanos del azabache.

Mikaela se cruzó de brazos al haber sido descubierto, intentando disimularlo.

—No...

—No tiene nada de malo, pero en estos momentos estoy seguro de que está desordenada, así que es mejor que sea otro día —mintió. Y Mika lo sabía, pues cuando siguió al azabache, se dio cuenta de que su casa estaba limpia y sus hermanos eran bastante organizados a pesar de su edad.

—Bueno

—Por cierto, ¿por qué me acompañas tan cerca de mi casa?

—Si no lo hiciera, no charlaríamos mucho —levantó los hombros queriendo restarle importancia, sin desear admitir que Yuu se estaba convirtiendo en una persona muy especial para él.

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